Compañía a los Peces

135 25 10
                                    

No se trata de cuánto tiempo estuve en esa barca, sino del sentido de las horas. Parecían correr hacia atrás en un movimiento de manecillas trastocado, pero era solo mi imaginación.

Al fin un barco piadoso recogió lo que quedaba de mi adolorido cuerpo; parecieron días y años y una infinidad desde que flotaba sin rumbo alguno.

—Ya está a salvo —dijo uno de los marineros—. Debe ser terrible ir así a la deriva. ¡Qué bien que lo hallamos, hombre!

Asentí.

Sí, parecía que estuve una eternidad a la deriva. Pero debe ser producto de la insolación; tan solo pasé 4 horas haciéndole compañía a los peces y con un dolor de espalda terrible a causa de la incómoda posición.

Todo por perder un remo.

Cuentos Para Niños GrandesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora