𝐔 𝐍 𝐎

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14 DE AGOSTO DE 1987


Esa madrugada, la comisaría de policía de Busan recibía una llamada un tanto peculiar. Se trataba de un joven, un adolescente más concretamente, que gritaba que alguien había entrado a su hogar y que les iba a hacer daño a él y a sus hermanos menores. Fueron unos segundos, menos de un minuto, en el que dio a duras penas la dirección de su domicilio antes de que se cortara la llamada.

El inspector de policía, Lee Minho, fue asignado para el caso. Cuando llegó a dicho lugar junto a sus patrullas, el departamento del edificio de dónde provenía la llamada estaba en llamas y los bomberos estaban haciendo todo lo posible por apagarlo, habiendo llegado escasos minutos antes.

El resto de policías estaban acordonando la zona cuando escuchó unos gritos por detrás. Lee se giró y vio a un hombre corriendo hacia él mientras su mirada estaba fija en las llamas.

— ¡Esa es mi casa! —gritó despavorido. Minho tuvo que frenarle el paso.

— Dígame su nombre, señor.

— Changbin, Seo Changbin —respondió algo perdido—. Esa es mi casa... ¡mis hijos están ahí dentro! —chilló con los ojos llenos de lágrimas.

— Tranquilícese, los bomberos están apagando el fuego.

— Mis hijos están... —sollozó y el inspector tuvo que agarrarle en brazos porque sus piernas temblaban demasiado— ¡Felix, Jisung! —les llamó entre gritos desesperados— El pequeño solo tiene cuatro años, mi Jeongin... Chan, Dios mío —se tapó la boca conteniendo otro sollozo—. No, no, no, no, no...

— ¡Papá! —gritaron a lo lejos dos voces chillonas y agudas. Fue casi automática la reacción que tuvo Changbin de cruzar el cordón y correr hasta ese par de niños. Se tiró sobre sus rodillas en el asfalto y abrazó a los mellizos a la vez, llevándolos a su pecho.

— Felix, Jisung —lloró junto a ellos, abrazandolos y besandoles las cabelleras—. ¿Dónde está Chan, y Jeongin? ¿Qué ha pasado?

Los mellizos de diez años no dejaban de llorar y querer abrazarse a su padre. Changbin tampoco podía dejar de llorar y mirar hacia la entrada del edificio, rezando porque su hijo mayor y el menor salieran por esa puerta ilesos y sin ningún rasguño.

— ¿Qué ha pasado? —susurró más para sí mismo abrazando a sus hijos nuevamente— Mierda...

Y en esos instantes se maldecía porque debía haber hecho caso a Chan cuando les advirtió.













Otra historia paranormal as always, den amor <8

𝐄𝐎𝐌𝐄𝐎𝐍𝐈 ━━ 𝐒𝐊𝐙Donde viven las historias. Descúbrelo ahora