𝐎 𝐂 𝐇 𝐎

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9 DE AGOSTO DE 1987

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9 DE AGOSTO DE 1987

Cuando abrió la puerta de su departamento, Jeongin corrió hacia él y se abrazó a su pierna.

— Hola, pequeño —sonrió Chan, dándole una caricia en el cabello.

El menor levantó la cabeza y preguntó;

— ¿Qué traes? —se refería a la caja que portaba en sus manos— ¿Es para mí?

— Es para todos —en cuanto cruzó el umbral del salón, dos pares de ojos lo miraban curioso esperando una explicación sobre la cosa que el mayor llevaba en brazos y que había salido muy temprano a comprar—. Es un teléfono nuevo.

Los mellizos pusieron los ojos en blanco aburridos y siguieron viendo la televisión. Chan enseguida se puso en el pasillo con las herramientas de su padre a desmontar el teléfono antiguo para reemplazarlo por el nuevo. A su lado, Jeongin estaba jugando con uno de sus coches de juguete.

Se llevó el teléfono a la oreja en un intento de escuchar algo como lo hacía Jeongin, más no escuchó nada. Era absurdo. Al fin y al cabo era un teléfono estropeado.

No reparó en que estaba tardando demasiado en sacar el artefacto de la pared, sino hasta que Jisung se acercó quejándose.

— Hyung, ¿no vas a hacer la comida?

— Espérate un rato, Jisung.

— ¡Pero es que tengo mucha hambre!

— Solo será un momento.

— Mira la hora que es, ¿no eres tú el hermano mayor? Debería darte vergüenza —Chan bufó al tiempo que Jisung se cruzaba de brazos indignado.

— Se supone tú eres el segundo hermano mayor, ¿por qué no aprendes y haces tú la comida? Así empiezas a hacer algo y dejas de ser un niño vago y malcriado —su voz iba elevándose y las mejillas del castaño se ponían cada vez más coloradas por el enfado que estaba pillando.

— ¡No soy ningún malcriado! —exclamó Jisung.

— ¡Pues no lo parece!

— ¿Sabes qué? Te lo voy a demostrar y haré yo solito la comida.

— Estupendo.

— Y todo porque alguien no cumple con sus responsabilidades —chasqueó la lengua y se marchó dejando a Chan con la boca abierta.

— ¡No quemes la cocina, mocoso!

Tras un rato, cuando el mayor dejó el teléfono quemado en el suelo a unos centímetros de Jeongin, este lo miró unos segundos y después a su hermano. Chan esperó por ver su reacción y le dijera algo.

— ¿No podré hablar más con esa mujer?

Chan se colocó de cuclillas y, tranquilo, le preguntó;

— ¿Volviste a hablar con ella después de que te dije que no? —Jeongin negó con la cabeza— ¿Qué te dijo la última vez?

— Que me iba a llevar con ella —susurró. Chan se paralizó—. A un lugar tranquilo con otros niños y que podría jugar con ellos.

El mayor negó con la cabeza y se pasó la mano por la frente, notando que estaba sudando de los nervios.

— No te va a llevar a ningún lado, no vas a ir con ella, ¿entendido? —Jeongin asintió.

— Yo me quiero quedar con mis hyungs.

— Por supuesto, Innie, nosotros también queremos que estés con nosotros —dijo con una media sonrisa mientras le acariciaba la cabeza.

— También dijo que Felix y Jisung podían venir, pero tú no.

— ¿Qué?

Jeongin no pudo contestar, pues Felix comenzó a chillar desde el salón y Chan salió corriendo hacia él. Lo llamaba entre gritos tremendamente asustado desde el umbral de la cocina y el mayor pronto se empezó a dar cuenta de la situación conforme se acercaba y su nariz notaba el olor a quemado proveniente de la misma. Humo negro saliendo de la cocina.

— ¡Felix, abre todas las ventanas! —le ordenó mientras iba hacia la hornilla, donde una sartén estaba en llamas y Jisung muy cerca de ellas sin mover un solo músculo— ¡Jisung, apártate!

De un empujón lo tiró hacia atrás, notando como caía sobre su espalda como si nada. Antes de preocuparse por su salud, cogió un trapo para cubrirse las manos, agarrar la sartén, ponerla bajo el grifo y apagar el fuego.

Luego, ajetreado, fue hasta Jisung y se dejó caer sobre sus rodillas para agarrarlo en brazos y llevarlo lejos de ese humo que se había concentrado en la cocina.

Felix iba detrás de él preocupado por su mellizo.

— ¿Se va a morir? —preguntó mientras lloraba y Chan lo tendía sobre el sofá.

— No, no, no lo va a hacer —contestó apoyando su oreja en el pecho de Jisung y respirando aliviado cuando escuchó sus latidos y su respiración normal.

Poco a poco el castaño (aunque ahora su cabello era negro, al igual que sus mejillas y parte de su ropa) empezó a abrir los ojos y a toser un poco. Sus mejillas y brazos estaban rojizos por el acercamiento con las llamas, si Chan hubiera tardado más, todo habría acabado en tragedia.

— ¿Qué ha pasado? —preguntó aturdido.

— Eso debería preguntarte yo a ti —Jisung se reincorporó con la ayuda del pelinegro.

— Tengo sed.

— Voy a por agua del baño —se ofreció Felix rápidamente.

Una vez estuvieron solos, Chan preguntó;

— ¿Por qué no te moviste lejos de las llamas? Podrías haberte quemado.

— No podía moverme, hyung, no sé qué me pasó.

— No podía moverme, hyung, no sé qué me pasó

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Siento no haber actualizado antes, pero estoy de exámenes y solo sirvo para estudiar :D

𝐄𝐎𝐌𝐄𝐎𝐍𝐈 ━━ 𝐒𝐊𝐙Donde viven las historias. Descúbrelo ahora