𝐃 𝐈 𝐄 𝐙

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11 DE AGOSTO DE 1987


En mitad de la noche, Chan estaba sentado en el suelo del pasillo, o al menos hasta que llegaran sus padres de madrugada. Se suponía que hacía guardia para proteger a sus hermanos, después del incidente de Felix, no quería que otro suceso así ocurriera mientras dormía. Por el momento, todo parecía en orden, tranquilo.

Recordaba la conversación que había tenido con sus padres esa misma mañana. Básicamente les había propuesto volver al pueblo de dónde vinieron, y sus padres lo miraron como si hubiera dicho la mayor estupidez del mundo.

— ¿Pero qué dices? —espetó Changbin con el ceño fruncido.

— Cariño, ¿no estás cómodo aquí? —preguntó Chaeryeong.

— Me gustaba nuestra otra casa —respondió el joven cabizbajo.

— Estamos gastando sudor y lágrimas en pagar todo esto —dijo su padre, parecía molesto—. Allí en el campo no nos iba bien y aquí tenemos un buen trabajo —le reprendió.

— Solo te tienes que acostumbrar —habló su madre.

Pero Chan estaba tan agobiado y tan confundido por lo que les pasaba todos los días, que unas lágrimas cayeron inevitablemente por sus mejillas.

— Cada día odio más este sitio —lloriqueó, y eso fue un grave error, pues su padre tenía que verlo como un hombre y no como el adolescente que era.

— Eres un desagradecido, un niño insolente y malcriado. ¡Estamos haciendo todo lo que podemos para que no les falte nada y aún así lo desprecias! —gritó Changbin gesticulando mucho con la mano, tanto que su esposa tuvo que alejarlo de su hijo.

— Al menos mandarnos lo que queda de verano con la abuela —Chan se quitó las lágrimas de las mejillas, pero estas no paraban de caer.

— Estás de broma, ¿verdad?

— Por favor, mamá —le pidió a ella, pues su padre parecía no querer dar su brazo a torcer.

— Deja de decir tonterías, niño —replicó Changbin saliendo de la cocina y dejando a Chaeryeong y Chan solos.

— Mamá —su voz sonó gangosa por el llanto.

— Chan, cielo —agarró su rostro y le limpió las lágrimas con los pulgares—. ¿Pasa algo que no sepa?

Pensó contárselo, de verdad, contarle lo que le estaba pasando a sus hermanos, sus pesadillas, todo. Pero le tomarían por loco y el único que saldría perdiendo será él. Así que negó con la cabeza.

— Si estás agobiado con tus hermanos, puedo hablar con tu padre y mandarlos a estas escuelas de verano para niños.

— No es eso.

— ¿Entonces? —preguntó con una expresión preocupada— Mira, no sé lo que te pasa, pero te estás comportando muy raro.

No podía parar de pensar en ello. Le daba vueltas una y otra vez a esa conversación y alguna posibilidad de marcharse de esa casa. Se preguntaba una y otra vez qué debía hacer, qué tenía que hacer para protegerlos.

Un duro golpe se escuchó al fondo del pasillo, proveniente de una de las habitaciones, más no sabía de cuál. El silencio de la noche se vio interrumpido de forma tan abrupta que en menos de un parpadeo ya estaba en pie.

— ¿Niños? ¿Estáis ahí?

Los golpes se hicieron más insistentes, como si golpearan una puerta.

Se dirigió despacio hacia el sonido, pasando de la habitación de los mellizos y la de Jeongin hasta llegar a la de sus padres. Colocó la oreja en la puerta y escuchó nítidamente como ese ruido provenía de dentro.

Cogió aire lentamente, pues sabía que en el interior de dicha habitación no se iba a encontrar a ninguno de sus hermanos, ni a sus padres. Abrió la puerta y observó el territorio desde fuera. No había nada a simple vista, podía ver el armario y la cama, pero esos golpes seguían viniendo de alguna parte del cuarto.

Tres pasos hacia adelante y pudo descubrir de dónde provenía ese sonido; un espejo. Este era de su altura y tenía un caballete para sujetarse en el suelo. Cuando se acercó, la puerta se cerró de golpe detrás de él.

Conforme se acercaba, esos golpes aumentaban y retumbaban en sus oídos. Se plantó frente el espejo y, de pronto, esos golpes cesaron.

Se miró entre la oscuridad del espejo y de la habitación. Le faltaba el aire y el corazón se le aceleró cuando reparó en esa sombra que aparecía a su espalda y si forzaba la vista podía identificar a la mujer de sus pesadillas.

Antes de que pudiera reaccionar, el ente lo empujó contra el espejo haciéndose añicos y algunos incrustándose en el rostro de Chan. Se tocó la cara y vio sus falanges llenos de sangre, se sujetó de los lados del cristal y, cuando elevó la mirada, esa mujer se asomaba por entre los trozos de espejo y Chan se impulsó hacia atrás asustado.

Retrocedió sobre sus palmas y a trompicones abrió la puerta para salir y correr por el pasillo sin poder quitarse la imagen de ese rostro podrido, agrietado y sin vida. No pudo escapar más de un metro de distancia de la puerta cuando agarraron su tobillo y su mentón dio de bruces contra el suelo.

Chan se rompió las uñas intentando sujetarse al suelo o a las paredes mientras lloraba, pero daba igual toda la fuerza que empleara, ese ser era más fuerte que él y lo estaba llevando a su territorio.

— ¡Jeongin, Felix! —chilló como último recurso— ¡Jisung, ayuda!

Sin embargo, terminó de arrastrarlo hasta el interior y cerró la puerta de nuevo. Chan empezó a controlar su respiración al notar que tal vez se encontraba solo en la habitación, más cuando abrió los ojos, se encontró a ese tipo de fantasma sobre él.

— Mis hijos —gruñó y Chan se paralizó por temor—. Dámelos.

Negó con la cabeza despacio y susurró;

— No son tus hijos.

Su mirada se oscureció más si eso podía ser posible e hincó sus uñas en el pecho de Chan, más concretamente en la parte izquierda, encima del corazón. El joven gritó adolorido.

— Muérete —le dijo ella.

Los hermanos aporreaban la puerta y gritaban su nombre. En un punto tuvo el valor y la fuerza de lanzarla contra la pared y quitársela de encima.

Abrió la puerta y se abrazó a sus hermanos con desespero.

— Vámonos antes de que nos atrape —jadeó Chan.

— ¿Quién, hyung? —preguntó Jisung.

Cuando el mayor volvió a mirar hacia la habitación, no había nada ni nadie.









Siento estar desaparecida, ya vuelvo a tener vida :) que tal estáis?? Que creéis que pasa en la historia?

𝐄𝐎𝐌𝐄𝐎𝐍𝐈 ━━ 𝐒𝐊𝐙Donde viven las historias. Descúbrelo ahora