𝐍 𝐔 𝐄 𝐕 𝐄

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10 DE AGOSTO DE 1987


La bronca que se llevó Chan de parte de sus padres por las paredes negras de la cocina y el asqueroso olor a quemado que no se iba, no fue pequeña. La versión que dieron los hermanos fue que Chan se distrajo unos segundos haciendo varias cosas a la vez (la comida y arreglar el teléfono) y se le salió todo de control.

Igualmente también les ocultaron el percance que tuvo Jeongin mientras se bañaba el otro día y que asustó a todos. Todo porque, al final del día, quien los había cuidado era Chan y no sus padres, y lo iban a defender a toda costa.

Era alrededor de medianoche cuando acostó a los mellizos en su habitación y luego a Jeongin. Últimamente al menor le estaba costando dormir por el miedo a sufrir otra pesadilla, así que Chan se tiraba más de una hora quedándose con él, prometiéndole que no se iría en toda la noche, esperando a que se durmiera para irse él a dormir.

Sus padres no llegaban hasta las dos de la madrugada, cuando cerraban el bar completamente y los clientes ya se habían marchado.

— ¿Puedes mirar en el armario? —preguntó abrazándose a su peluche.

— Claro —llevaba haciendo lo mismo todos los días desde que llegaron y nunca había nada en ese armario.

— ¿Dejarás que nos vayamos con esa mujer?

— Jamás, Jeongin —se sentó de nuevo a la vera en su cama—. Ni a ti, ni a tus hermanos.

Quizá él también estaba actuando un poco paranoico entre las pesadillas y los sucesos extraños que sufrían desde que llegaron a ese departamento. Pero debía actuar con cabeza, seguramente todo les está pasando porque no están acostumbrados a vivir en otro lugar que no fuera su antigua casa de campo y debían adaptarse a su nuevo hogar, pensaba Chan. Y tenía que cambiar su forma de hablarles y tratar a sus menores, pues diciéndole ese tipo de cosas a Jeongin y los mellizos sobre qué los protegería (de un ser extraño) solo les estaba generando un tipo de miedo que probablemente no existía.

— De todas formas esa mujer no existe.

— Si existe, hyung, yo hablé con ella —agrandó sus ojos en un gesto de veracidad.

— Te juro que no, todo es parte de tus pesadillas.

— Pero ella te hizo eso —señaló su cuello, y es que las marcas aún no se habían ido.

Jeongin hablaba poco, pero últimamente, cada vez que lo hacía, Chan sufría una taquicardia.

— Me pegué un golpe durmiendo.

— No —susurró—, lo vi en mi sueño.

Tragó saliva duramente y tomó aire recordando que debía evitar este tipo de cosas y decirles que no existe esa mujer maligna.

— Venga, duérmete.

Hicieron falta un par de canciones y caricias en los brazos del menor para que se quedara completamente dormido.

Chan salió de la habitación cerrando la puerta y fue hasta la de los mellizos abriendo despacio para ver qué también estaban dormidos. Para su sorpresa, la cama de Felix estaba vacía y tampoco se encontraba en la habitación.

Extrañado salió y giró el cuello hacia la derecha por si por algún casual estaba en el baño, pero la puerta del mismo estaba abierta y la luz apagada. Cuando dirigió la mirada a la izquierda, se lo encontró de espaldas a él en el pasillo.

— ¿Felix? Que susto —se llevó una mano al pecho. El nombrado empezó a caminar hacia el salón—. ¿Qué haces? Es tarde, vete a la cama.

El menor siguió caminando, esta vez en dirección al balcón abierto.

— Oye, ¿me estás escuchando? —lo siguió por detrás despacio.

Felix seguía hacia delante, salió al balcón y apoyó las manos en la barandilla.

— Felix —le llamó extrañado, caminando más rápido.

Cuando el pecoso se impulsó hacia arriba y pasó una de las piernas por encima de la barandilla, Chan corrió hasta él y lo agarró antes de que se tirara al vacío.

— ¡Felix! —gritó con el corazón en un puño, viendo la distancia hasta el asfalto de la calle desde el tercer piso.

Lo metió adentro otra vez y no lo soltó hasta que cerró el balcón.

— ¿Hyung, qué haces? —bostezó— ¿Para qué me despiertas? ¿Por qué estamos en el salón?

— Felix, Dios mío —Chan se sentó en el sofá con las piernas temblando y el rubio a su lado—. ¿E-estabas dormido?

— Sí... no entiendo que está pasando...

— Creo que estabas sonámbulo. ¿Qué estabas soñando?

— Una mujer me estaba invitando a una sala de juegos con más niños, ¡parecía divertido! Y para ello debía saltar una valla.

Chan empezó a hiperventilar, nada de lo que les estaba pasando eran casualidades y debía encontrar una solución.




𝐄𝐎𝐌𝐄𝐎𝐍𝐈 ━━ 𝐒𝐊𝐙Donde viven las historias. Descúbrelo ahora