Empezamos de nuevo

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Afrodita se acercó a su suegra tratando de calmar el miedo que tenía por ser descubierta en sus encuentros clandestino con su amante.

-Buenos días, madre- La diosa se reverencio ante la reina de los dioses.

-Buenos días, Afrodita- Devolvió el saludo la mujer.

Afrodita se sentó en el banco de al frente de su suegra y su aprendiz, luego miro hacia donde había estado con Ares para comprobar que no estuviera más allí.

Lo único que pudo ver fue a la diosa Iris acercarse con paso ligero.

-Buenos días, señoritas- Saludo Iris cuando llegó inclinado la cabeza en una forma de respeto- Zeus ha convocado a todos los dioses del Olimpo al comedor principal.

Hera y Afrodita asintieron y se dirigieron a encontrarse con el rey de reyes, Thea siguió a ambas mujeres.

Las cuatro diosas se dirigieron hacia el comedor.

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Dirigiéndose al comedor estaba también el Dios de la guerra, Ares, quien quería aprovechar la oportunidad para saciar su intriga.

Hacía días que en la mente del Dios de la guerra había preguntas para su padre, pero Zeus se había negado a recibirlo en la sala del trono porque estaba demasiado “ocupado”

Al llegar a la puerta del comedor los guardias la abrieron para dejarlo pasar. Allí sentado en la mesa estaba el padre de Ares y Su hermano Apolo.

El Dios de la guerra se sentó en la silla que estaba reservada para el, la cuál estaba posicionada a la derecha de su hermano Hefesto y a la izquierda de su tía Deméter, está última pocas veces venía a las reuniones del Olimpo porque prefería pasar su tiempo en la tierra junto a los mortales.

-Muy buenos días, Hermano- Saludo Apolo con una gran sonrisa, Ares devolvió el saludo sin interés.

Zeus solo se limito a hacerle un asentimiento con la cabeza a modo de saludo y siguió hablando con Apolo.

Ares no le tomo importancia la falta de atención de su padre, ya que aunque no todos lo supieran Zeus se avergonzaba de que el sanguinario dios de la guerra su hijo, lo cual era una ironía para Ares.

Después de varios minutos de mirar a la pared esperando que la conversación de los dos dioses parará Ares decidió  interrumpirlos.

-Padre, necesito hacerte una pregunta- Dijo llamando la atención de su padre y hermano.

Zeus sonrió falsamente- Por supuesto, hijo, dime.

-De todos los bastardos que tienes ¿Por qué justamente elegiste a la niña esa y al otro?- Pregunto Ares.

-Se llaman Afthea y Dionisio- Corrigió Apolo y Ares simplemente lo ignoro.

-La repuesta a tu pregunta, Ares, es que los he visto por mucho tiempo y veo algo especial en ellos- Zeus contestó la pregunta inicial- son más que hijos de un Dios.

Auch, eso sonó como algo personal

-bonita respuesta, pero lastima que no sea verdad- Ares rio.

Zeus suspiro pesadamente, cada vez que su hijo volvía de una campaña venía más insoportable debía encontrar la manera de calmar a su hijo.

Tal vez tenía una idea.

Zeus y Apolo volvieron a hablar como la habían hecho hasta la interrupción y Ares empezó a jugar con uno de los cuchillos de plata que estaban sobre la mesa.

Varios minutos después las diosas Atenea, Artemisa y Hestia entraron al comedor principal riendo, saludaron a los tres dioses que estaban sentados en la mesa y luego se sentaron es sus lugares asignados.

Elitista | La deshonra de una dios #1 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora