No hay otra opción

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El comedor principal estaba lleno de gritos, discusiones y murmullos. Los gritos venían principalmente de la diosa Hera, quién siendo la diosa del matrimonio se sintió ofendida por no ser consultada en el compromiso de su hijo.
Hera maldijo a su esposo con tortuosas palabras, nada que nunca haya dicho antes. Salió furiosa de la habitación no sin antes de mal decir a Zeus de nuevo.
Ares no dijo nada respecto a la situación que para el no era nada nuevo, se limito a tomar un poco más de vino.

-¿Cuánto tiempo lleva Afthea en el Olimpo, un día, dos? Y ya la regalaste- La diosa de la agricultura, Deméter acuso a su hermano parándose de la mesa- Ya sabía yo que nunca hay nada sin doble intención contigo.
-¿Cómo es que pueden tomarse esto con tanta calma? En especial tu Ares- Deméter arremetió en contra de sus sobrinos.

Ares a su lado solo la miro con pereza y prosiguió tomando vino de su copa, copa que Deméter tiro al otro lado de la habitación por el desinterés de su sobrino.

-Deméter,  creo que es hora de volver a los campos, te acompañare- Hestia se había acercado cuidadosamente a su hermana y trato de guiarla a la puerta, pero solo recibió un leve empujón por parte de esta.

-¡No me trates como loca, Hestia!- Deméter grito a la diosa del hogar- Date cuenta de lo que sucede a tu alrededor.

La furiosa diosa se giró hacia Zeus para darle una última frase-No siempre vas salirte con la tuya-
-Estas haciendo el ridículo, Deméter, por favor- Zeus dijo en su fachada de calma.

Deméter no dijo nada y se retiró de la habitación.

-¿Padre, estás seguro de tu decisión sobre casar a Thea?- Hermes se atrevió a preguntar entre toda la conmoción.

Zeus volteó a ver a su hijo al final de la mesa y lo callo con la mirada.

-Retírense todos, menos Ares- Zeus ordenó.

Ninguno de los dioses dijo nada solo cumplieron la orden, a excepción de Apolo quien quiso quedarse, pero fue despachado por su padre.

-¿Así que para eso decidiste traer a esa niña al Olimpo?- Pregunto atrevidamente Ares.

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Nuevamente Afrodita se sentía estática, no podía hacer nada ante la injusticia que había presenciado tan solo hace unos momentos. No había dicho nada, no había tratado de calmar a la desgraciada niña, no se había enfrentado a Zeus. Se sentía tan familiarizada con la situación que ya había sido vivida por ella hace siglos.
Volvió a su habitación y se recostó en la cama sin lograr cerrar los ojos y  conciliar el sueño, Hipnos le jugaba una mala pasada todos los días, desde el momento que llegó al olimpo cuando tan solo había entrado en su juventud. Pensó en el Olimpo como en un sueño, pero tan solo fue un engaño.

Y a pesar de que llevaba siglos viviendo aquí  nunca logro ganarse la aceptación de los demás dioses, en especial de los hermanos de su esposo. Vivió estos siglos escuchando los susurros de Ilitia sobre que era una desgracia para el pobre Hefesto, las indirectas de Apolo, Hera y varios otros dioses sobre su “libertinaje”

Cerro los ojos y trato de dormir, pero no lo logro, estuvo un tiempo así hasta que la puerta de la habitación se abrió y alguien entro. Afrodita no necesito mirar para saber que se trataba de su esposo, aunque era raro que Hefesto durmiera en la habitación que compartían, ya que el prefería dormir en sus forjas.
Afrodita no podía quejarse de Hefesto, a pesar de todo había sido un gran padre para sus seis  y un esposo decentemente cariñoso.

Sintió una mano moverla de una forma para despertarla, Afrodita se dio la vuelta y abrió los ojos para encontrar a Hefesto con ojos cansados mirándola.

-¿Crees que podamos hablar?- Hefesto pregunto algo apenado.

-Por supuesto- Contesto la diosa a su esposo, sentándose junto a el en la cama.

-¿Estas mal por lo de la niña?- Hefesto quiso preguntar algo más, pero solo salieron esas palabras.
-No lo sé, solo no entiendo cómo para Zeus esto es tan simple- Afrodita sintió las lágrimas amenazando con derramarse, así que miro para un costado donde su esposo no la viera llorar.

-Lo siento, esposa, por no poder ayudarte en esto- Hefesto se disculpó sinceramente y tomo su rostro con ambas manos y planto un beso en la comisura de los labios de su esposa- y me siento mal por mi hermana que va a ser casada contra su voluntad-

Casada, casada, casar, cazar.

Afrodita abrió los ojos como si algo se hubiera revelado ante sus ojos
-iré a cazar- Dijo simplemente Afrodita.
-¿Cazar?- Pregunto su marido confundido.
-Si, esposo, cazar- Sonrió.

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Dionisio recorrió casi todo el palacio sin hallar a su hermana, fue en puerta en puerta sin ningún resultado.  Estaba mortificado por no haberla ayudado en ese momento, que para ella seguro habría sido espantoso.

En su búsqueda encontró a la mujer de su padre y aunque le resultaba tan intimidante, se atrevió a preguntarle por el paradero de su hermana.
-Señorita Hera- Llamó a la mujer.
La mujer paro y volteo a verlo
-¿Qué quieres?- pregunto impaciente.

-Yo quería saber si vio a mi hermana Thea- Dijo tímidamente, ya que la mirada de Hera lo ponía de nervios.

-¡¿Y yo que voy a saber dónde está tu bastarda hermana?!- Hera había comenzado a desquitar su rabia con el hijo de su marido- ¡Tengo asuntos más importantes que la bastarda esa!- Hera se acercó a su hijastro y lo tomo de los hombros, luego susurro algo en su oído.

-bastardo.

Dionisio se puso pálido y se arrepintió de haber sido tan atrevido como para preguntarle.

--Disculpe, señorita, no quería molestarla- Dionisio se disculpó y Hera soltó sus hombros.

Hera miro de reojo su rostro, sonrió y se retiró dejando solo al muchacho en el pasillo.

Que mujer más rara había elegido su padre como esposa- pensó, pero rápidamente volvió sus pensamientos a Thea-.

Entonces se le ocurrió que si su hermana no estaba adentro del palacio debía estar afuera, por lo que corrió a toda prisa a los jardines.


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-¿Así que para eso trajiste a esa niña al olimpo?

-Si, esa fue mi razón principal- Zeus fue honesto por primera vez en siglos con su hijo- Tu tío Poseidón quedó embelesado con la belleza de tu hermana.

--Viejo asqueroso- Ares murmuró con asco.

Zeus ignoro el comentario de su hijo.

-¿Aceptarás tu compromiso?- Pregunto Zeus impaciente, ya había perdido mucho tiempo con su hijo.

-¿Tengo otra opción? No verdad?- Ares pregunto retóricamente, aunque fue más una burla.

-¿Es un si o no es un o no, Ares? ¡No tengo todo el día!- Zeus perdió los estribos.

--Es un si, padre- dijo Ares con una sonrisa burlona.

-Entonces que comiencen los preparativos- Dijo Zeus y tomo de su copa para celebrar.

              

     Estamos atados a un destino

Ελένη

Elitista | La deshonra de una dios #1 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora