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No había pasado mucho desde que dio aquel pequeño discurso e indicaciones de lo que vendría siendo un cambio demasiado drástico en la vida de la mayoría de las vidas de los cazadores de demonios, pero si querían sacarse pronto un dolor de cabeza menos como lo serian las granjas y los supuestos descendientes del Clan Ratri era más prioritario que si unos cuantos jóvenes comienzan a quejarse por lo repentino del asunto.

Ahora se encontraba en aquella habitación arrodillado sobre el tatami a la espera de que Oyakata-Sama llegara, en ese momento fue cuando su mente comenzó a cuestionarse si debió de haberse quedado callado en lugar de abrir la boca como lo había hecho, en aquel momento se sintió tan seguro de si mismo como si aquel niño de 12 años que lo único que deseaba era ver a sus dos personas más preciadas vivir se hubiera apoderado de su cuerpo dispuesto a hacer lo posible no por salvar únicamente a dos personas sino dispuesto a salvar a todos sus compañeros por mas odiosos que algunos de ellos llegaran a ser.

Nunca lo aceptaría en voz alta, pero el día en que se entero que Rengoku regreso de su misión en un estado de gravedad que no sabían si pasaría la noche le hizo sentir la misma impotencia que llego a sentir cada que veía como uno de sus hermanos mayores o de los más jóvenes era Adoptado, y lo mismo sintió cuando se enteró de la muerte de su hermana y de Santo o como el día en que llego tarde a la montaña donde los Kamado solían vivir y ahora de ellos solo quedaban un chico de 15 años junto a su hermana demonio; en esas y en muchas otras ocasiones más siempre su mente se veía atormentada por un "Debí ser yo y no ellos..." un "Si tan solo yo..." o a veces era un "Si yo hubiera..." pero no se podía alterar el pasado así que solo le quedaba cargar con sus penas y pensares y seguir siempre pujante hacia delante.

Aunque la idea de tirarse de un risco siempre sonaba mucho mas tentadora que seguir luchando

- Tomioka Giyuu – alzo la mirada solo lo suficiente antes de arrodillarse frente a su patrón -. Es un gusto tenerte aquí hijo mío, supongo que vienes a hablarme sobre el más reciente ataque que sufrió nuestra sede

- Mis más sinceras disculpas por permitir que esos seres perturbaran la tranquilidad de la sede de cazadores Oyakata-Sama

Se inclinó nuevamente casi pegando su frente al suelo pues siendo sinceros fue su culpa que el ataque pasara al no haber recordado la existencia de aquellos rastreadores y sobre todo por dejar que las palabras de aquel demonio nublaran su juicio al punto de no ser capaz de reaccionar lo suficientemente rápido como para haber evitado el ataque.

- De pie hijo mío, ninguno de nosotros sabíamos que esos seres poseían algún tipo de tecnología que les permitiera rastrearse entre sí, ahora dime hijo mío ¿A qué se debe tu visita?

El oji- azul se mordió la cara interna de la mejilla, claro que él lo sabía pero fue tan descuidado como para no haber pensado en la posibilidad que hasta los del proyecto Lamba, lo bueno era que en ese momento lo más seguro es que Kocho con las instrucciones de Emma estuvieran quitándole ese mentado rastreador a Norman.

- Solicito el permiso de Oyakata-Sama para partir en una misión de búsqueda, para encontrar a la mujer que podría ayudarnos a desmantelar desde dentro estas supuestas granjas de humanos que se están creando – Hablo de forma seria y sin vacilar más para ser el quien se crea lo que salía de su boca y estar dispuesto a cumplirlo -. Si usted me lo permite, junto con alguno de mis compañeros Hashiras siendo guiados por mis hermanos emprenderemos de inmediato el viaje en busca de esta persona

- ¿y esta persona misteriosa tiene un nombre?

- Isabella... Isabella Stewart

Gracias a que a Emma no le paraba la boca cuando se trataba de hablar de su madre ahora sabia que al parecer toda la familia tenía un mismo apellido el cual era "Stewart" de origen ingles y que con los bastos conocimientos que cada uno tenia Don, Gilda, Nat y Anna eran reconocidos por sus investigaciones o su gentileza por la gente de la ciudad en cambio los más pequeños aun seguían con sus estudios y solo unos pocos trabajaban porque así lo desearon. Sus ojos azules se mantuvieron fijos en el tatami en espera de alguna respuesta del mayor mientras su mente divagaba pensando en que pudo ser de aquella pequeña niña de tez morena que era muy apegada a su persona y si llegara a toparse con en ella en su visita ¿Lo reconocería o sería un perfecto extraño a sus ojos? Aparto aquellos pensamientos de su cabeza ignorando la ligera presión que sintió en su pecho ante la posibilidad de haber sido olvidado por su familia cuando el mismo tomo la decisión aquel día enfrente de la puerta justo antes de tocar de no volver a sus vidas nunca más.

De proie à chasseurDonde viven las historias. Descúbrelo ahora