~ 𝐸𝑠𝑡𝑜𝑐𝑜𝑙𝑚𝑜 ~ ʰʸᵘⁿˡⁱˣ [✔]

𝟐 | 『sᴏsᴘᴇᴄʜᴏsᴏs』

[Semanas atrás]

Yeji se dirigía a su casa como todos los días luego de la escuela, era un día miércoles, y el sol estaba demasiado fuerte. Caminó por la calle de tierra como normalmente lo hace, la cual esta rodeada por flores de diferentes colores y que con cada paso que da, es una flor mas que toca. Su listón rojo atado en su cabello es reflejado por los rayos de sol y su mochila de animalitos se encuentra apoyada en uno de sus hombros. El ambiente para ella está demasiado tranquilo, muy cálido para dirigirse hacia su hogar con felicidad mientras tarareaba una canción sin preocupación alguna.

Hasta que esa tranquilidad se desvanece cuando de lejos se escucha el ruido de un motor, que al parecer pertenece a la de un auto, sin embargo, no le dió mucha importancia porque lo vió completamente nornal, por lo que siguió caminando sumergida en su propio mundo y sintiéndose completamente ligera ante la brisa que recorre alrededor, pero se ve obligada a salir de sus pensamientos cuando el sonido cada vez suena más cerca de ella y cuando gira su rostro hacia la derecha, observa al auto detenerse con brusquedad.

Un chico salió del vehículo, luego uno más y por último bajé yo.

—Hola niña. ¿Por que caminas sola por aquí?—cuestiona Jeongin, sonando tan amable que incluso me pongo a pensar que realmente es un buen mentiroso.

—Y-yo me dirijo hacia mi casa—su pequeña cabeza baja lentamente al mismo tiempo en que comienza a jugar con sus manos, tal parece que el miedo se hizo presente, pues le habían enseñado que jamás debe hablar con desconocidos, mucho menos cuando se encuentra sola en medio de la nada.

—¿Y en donde queda tu casa, cariño?—quien habla ahora, es Changbin.

Aquella niña levanta su dedo índice y señala hacia su izquierda...

De un momento a otro, la calle quedó vacía, ruedas de un auto quedaron marcadas en aquel camino de tierra, y en ella, se encontraba un listón rojo tirado en el suelo.

Las horas, los minutos, incluso los segundos, pasan demasiado lentas para Yeji.

Sus brazos y piernas ya no tiene fuerzas para seguir luchando contra las personas sobre ella, su respiración disminuye con el paso del tiempo y siente muy dentro de su alma como cada uno de los chicos abusan de ella de diferentes maneras, a excepción de yo, que me encuentro sentado en una de las esquinas con mis auriculares puestos y escuchando música clásica.

El cigarro en mi boca casi se acaba, el humo sale dispersado por el aire hasta desaparecer por completo. Mis ojos aprecian a la niña que mis amigos encontraron en aquel camino de tierra, que, cabe recalcar era la primera vez en que recorrimos esa calle para hacer más corto el viaje que debíamos hacer. Esa chica está maldecida, porque al quedarse parada cuando el auto se detuvo a un costado de ella, fué el peor error que pudo cometer en su vida.