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Louis era bueno. Estaba a punto de convertirse en el piloto más exitoso de la Fórmula 1. Tenía un camino claro: batir algunos récords, ganar la mayoría de las carreras y volver a repetirlo todo al año siguiente.
Por supuesto, ahí es c...
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Louis iba tarde.
Nunca iba tarde, sobre todo a las pruebas, pero hoy se había retrasado y Liam iba a cortarle la cabeza. Corría a toda velocidad y pasaba entre gigantescas máquinas que levantaban los coches, los mecánicos lo miraban con curiosidad, algunos de ellos se detenían a mirar. Louis Tomlinson, piloto inglés de Fórmula 1, y el segundo piloto más joven de la historia con más victorias en Grandes Premios. Cincuenta y seis y contando.
Louis estaba entusiasmado, podía sentir la adrenalina en sus músculos, su corazón latía más rápido. Las pruebas de invierno comenzaban hoy y se prolongarían durante los próximos diez días. Los ensayos previos eran un momento crucial para que los pilotos probaran sus nuevos coches y se familiarizaran con ellos. También era una oportunidad para luchar por los mejores tiempos en la pista. En el mundo de las carreras, casi todo era una competencia, y los ensayos no eran la excepción. Era sin duda el momento favorito de Louis para conocer las técnicas, los puntos fuertes y los puntos débiles de los demás pilotos.
Barcelona estaba ventosa, sin demasiado frío ni calor en esa tarde de febrero. El número de turistas había disminuido, lo que dejaba sólo a los aficionados a las carreras esperando fuera del Circuito de Catalunya. Louis posó para hacerse fotos con los que se le acercaron, y luego entró corriendo al garaje de Ferrari.
Había un gran bullicio de gente por todas partes, cámaras rodando y neumáticos moviéndose de un lado a otro, el ambiente crecía casi como la electricidad, la tensión y la emoción eran densas en el aire. Louis respiró un par de veces después de evitar chocar con un técnico de Renault, tratando de mantener la calma.
La Scuderia Ferrari era el equipo de Liam y Louis. Llevaban ocho años compitiendo para ellos, y los contratos de ambos acababan de ser renovados por un año más. Louis sabía que gracias a Ferrari habían conseguido ganar tantos campeonatos de pilotos y constructores.
Los de constructores eran las victorias otorgadas al equipo en su conjunto al final del recorrido del Gran Premio, la suma de puntos entre Liam y Louis juntos. Las de pilotos, sin embargo, se otorgaban sólo al piloto con más puntos al final del último Gran Premio.
Era fácil que un equipo funcionara como un buen reloj suizo cuando todos estaban de acuerdo. La mayoría de las veces, los equipos fracasaban y se quemaban cuando no se ponían de acuerdo en la pista, cuando la ardiente ansiedad y la tensión de las carreras les hacían estallar contra sus directores, y cuando los corredores se volvían arrogantes y confiaban demasiado en sus instintos.
El personal de Ferrari trabajó a la perfección en las paradas en pits y en las estrategias sobre el terreno. Era fácil cuando había un gran presupuesto y un equipo ágil de personas trabajando constantemente entre bastidores.
Liam era uno de los mejores, así que eso siempre ayudaba. Tenía 20 victorias en Grandes Premios, y era el segundo después de Louis, nunca perdía el ritmo en las curvas cerradas ni dudaba en las maniobras arriesgadas. Es lo que les hizo campeones desde 2014. Es lo que Louis sabía que -con un poco de suerte- les haría campeones también en 2020.
