Draco Malfoy - Wizarding World

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<¿Un monstruo?>

La guerra ya había explotado y ahora debían arrastrar con sus desechos, por supuesto que todos los mortífagos habían sido detenidos y juzgados, pero uno se salvo de aquello, su libertad y su varita estaban casi intactos de no ser porque todos ahor...

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La guerra ya había explotado y ahora debían arrastrar con sus desechos, por supuesto que todos los mortífagos habían sido detenidos y juzgados, pero uno se salvo de aquello, su libertad y su varita estaban casi intactos de no ser porque todos ahora lo juzgarían al pasar a su lado, haciéndolo sentir peor de lo que de por sí ya se sentía.

— Draco, al fin te encuentro.

Todos lo juzgaban excepto esa mujer, era la única que aún después de saber lo que había hecho seguía a su lado.

— Estaba ocupado.

La mujer rió sentándose en el escritorio del hombre para ver con atención lo que hacía.

Carina Moncero, de sangre pura, perteneciente a una rama perdida de uno de los Sagrados Veintiocho, italiana y muy curiosa, contratada por Draco para ser su secretaria y segunda al mando durante sus estudios de alquimia, claramente Draco aprovechaba el hecho de que el padre de la mujer fuera un alquimista reconocido en su época y claramente le había enseñado a su hija sobre su afición y por eso una gran cicatriz cubría desde su pulgar hasta el codo del lado externo de su brazo derecho.

— Claro, Scorpius decidió dormir al fin, se dio por vencido luego de la segunda nana, una elfo se quedó vigilándolo.

Carina había sido por decisión propia la cuidadora de Scorp luego de que su madre muriese, apenas era un niño pero hasta él sentía la falta de la mujer en la casa, Draco asintió con una sonrisa, desde que ella trabajaba con él Scorpius se había pegado a ella, era casi su amiga de no ser que era un pequeño bebé.

— Gracias por cuidarlo.

Carina sonrió bajándose del escritorio para tomar algunos libros del estante y buscar lo que ayudaría al hombre con su experimento en ese momento.

— Es todo un placer, jefe.

Draco vio como la mujer dejaba el libro frente a él, leyendo lo que necesitaba, siempre había tenido esa conexión con ella, no necesitaban de hacer preguntas o de darse indicaciones para lo que tenía que hacer, por eso mismo le había dado el trabajo de ser su ayudante.

— Te he dicho que no me digas jefe, dime Draco como siempre.

Pero como en cada ocasión que el hombre se lo recalcaba, Carina solamente sonrió antes de mover la cabeza como si se burlara de él mientras volvía al libro que llevaba en sus manos, pero se dio cuenta de que el hombre a su lado se estaba acercando demasiado al suyo, Carina levantó la varita para atraer los lentes de lectura que siempre guardaba en su escritorio y que por supuesto seguía negándose a usar, los hizo quedar en su mano sosteniéndolo de una de las patas para hacerlos moverse frente a él. 

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