Todo cambió ese día cuando mis padres llegaron y terminaron por destrozarme, papá había descubierto a mamá sobre sus infidelidades y le gritaba y terminaba por acusarme por saberlo y yo solo le decía que me dejara en paz. Dijo cosas feas que me cortaron, y mamá terminó de matarme gritándome que todo era mi culpa porque solo era yo la que los ataba a lastimarse. Ese día decidí que ya no podría aguantar más.
Si me quedaba otro día más, terminaría más que destruida.
Así que al día siguiente, busqué un trabajo. Me puse mi mejor ropa y busqué fuera del barrio, lo encontré en el cine que Gabriel había tratado de asaltar meses antes y me contrataron. Ahorraría dinero para largarme de casa. Ya no seguiría viviendo con ellos.
Mi trabajo me ayudó a distraerme, a sepultar mi corazón roto y a comenzar a vivir por una razón.
Descubrí que después de tanto tiempo ahogada, decidí que quería nadar.
Tenía un motivo para vivir. Y dolía que ya no podría compartir mi vida con Embry porque él había sido mi primer amor y todo se había terminado con él.
♪♪
Regresaba a casa cuando me encontré con Levi arrodillado frente a la cancha vieja donde jugaban baloncesto los chicos del barrio. Parecía darle de comer a un perrito. Me pregunté si aquel día que lo vi hacía lo mismo y por eso lucía nervioso.
—Hola —me saludó. Traté de sonreírle, pero me faltaban fuerzas y motivos para hacerlo—. Luces cansada.
—Estoy bien.
Siguió enfocado en darle de comer al perrito que no podía tener más de cuatro meses de nacido.
—¿Por qué le das de comer lo que tú no tienes? —pregunté.
—Se cuanto está sufriendo. Eso de estar solo... nadie necesita sentirse así ¿sabes? —soltó un suspiro lleno de melancolía—. Nadie le brinda ayuda —soltó, preocupado.
—Deberías llevártelo contigo a casa.
Sacudió la cabeza.
—Podría sufrir conmigo, si Gabriel o alguien lo viera... prefiero que esté aquí. Todos los días vengo a visitarlo y a darle de comer y sé que estará bien porque es muy listo... eh, me ha lamido la cara, que lindo que es. ¿Quieres acariciarlo?
Nunca me gustaron los animalitos, pero la felicidad en su mirada y el cariño por ese perrito me hizo imposible rechazarlo y me arrodillé a su lado, el cachorro al ver mi mano cerca me la lamió, robándome una sonrisita.
—¿Cómo se llama? —pregunté, le acaricié su pelaje y me emocionó ver como movía su colita. Era tan adorable.
—Todavía no tiene nombre.
—¿Qué tal Nébula? —sonreí.
—¿Por qué no Topanga?
—¡Oye! —me quejé.
El cachorro soltó un ladrido, sin dejar de mover la colita.
—A él le gusta —replicó Levi.
—¡Ni siquiera es una niña! —me quejé y el cachorrito esbozó una gran sonrisota.
—Topango entonces —mordió su labio.
Terminamos de darle de comer al cachorrito y después Levi lo acostó en una especie de cama que había hecho para él entre unos arbustos donde parecía más cómodo y donde nada podría molestarlo. Insistí que podría llevárselo, pero Levi tenía miedo de que le hicieran daño.
Cuando volvimos a casa, él señaló su casa.
—¿Quieres entrar?
Asentí, prefiriendo estar lejos de mis padres.
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LA LUNA TAMBIÉN LLORA
Teen FictionTopanga vive en Plutón, un barrio ficticio de los años 50 junto a su novio Embry, ella sufre el abandono constante de sus padres y Embry se ve obligado a cuidar a su hermanita menor porque su madre los abandonó y su padre es un alcohólico que se ven...