☾apítulo 23

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Cuando volví a casa, estaba cansada, hambrienta y solo tenía ganas de un cigarro para quitarme la sensación de malestar en mi cabeza. Entré a casa y encontré a mis padres peleando, no sé qué peleaban, pero los ignoré y me escabullí a mi habitación antes que terminaran desahogándose conmigo. Extrañé ver mis comics, ahora no tendría con que se desaburrirme.

Asomé mi cabeza a la ventana, la luz de la habitación de Levi estaba encendida, como siempre.

Nada novedoso.

¿Estaría despierto?

Cogí una botella del cesto de mi basura y se la tiré, esperando noquearlo en el proceso. No hubo quejido alguno. Volví a mi basurero y encontré una tapa, se la lancé, pero no hubo respuesta alguna. Comenzaba a cansarme, así que busqué algo más pesado. Mi tenis. Después iría por él.

—¿Qué crees que estás haciendo?

Brinqué en mi lugar y alcé mi cabeza en busca de quién había hablado y vi que se encontraba abajo, afuera de mi casa.

—¿Qué demonios haces afuera? ¿Eres vampiro acaso?

—Baja —me pidió.

—No, tengo sueño y hablar con raritos es lo último que quiero hacer.

Alzó su ceja.

—¿Quién era la rarita que tiraba basura en mi habitación?

—No es como si estuviese tan limpia.

—¿Has estado hurgando en ella?

—De lejos se ve.

—¿Me espías?

—Me llega el olor.

—¿Por qué eres tan...? Ahhj, solo baja ¿sí?

Alzó su ceja y después me eché a reír, él elevó la comisura de su labio, divirtiéndose por las tonterías que decía.

—Baja —volvió a pedírmelo.

—Sube tú —lo rechacé y me metí a mi cuarto, fui en busca de mi pijama para darme una ducha, cuando salí ya preparada lo vi sentadito en mi cama.

Lo miré boquiabierta.

—¡¿Pero qué haces ahí?!

Le pegué con mi toalla.

—Largo, shu, apestarás mi hermosa camita con tu mugrosidad.

Dejé de pegarle.

—Tú dijiste que subiera —soltó un quejido.

—No sabía que lo harías.

Se encogió de hombros.

—Solo vine a darte algo.

Parpadee confundida.

—¿A mí?

Asintió y me mostró una caja en el suelo, fruncí las cejas.

—¿Traes un perro muerto ahí?

Se encogió de hombros y me deseó buenas noches, después se marchó de allí, una vez a solas me arrodillé ante la caja y la abrí.

Adentro estaban todos mis comics. ¡Los mismos que le había vendido esta tarde! Todo estaba ahí, pero me di cuenta de que había algo nuevo ahí... una cajita.

La agarré y la abrí.

Era el collar de la luna. La misma que había encontrado en la playa.

Sonreí y con mi corazón latiendo de emoción, me lo coloqué.

LA LUNA TAMBIÉN LLORADonde viven las historias. Descúbrelo ahora