☾apítulo 16

256 35 81
                                    

Estábamos en la pista de patinaje con la pandilla cuando recibimos la noticia de que Gabriel había regresado al barrio, yo no me alegré, los únicos fueron sus amigos quienes quisieron ir a buscarlo, pero con una entrada triunfal Gabriel se hizo presente allí. Todos fueron a saludarlo y a rodearlo para preguntarle como había estado y donde se había metido. Dejó todo su espectáculo y comenzó acercarse hacia la rampa donde yo estaba sentada fumando.

Entonces se posicionó delante de mí y nuestras miradas se conectaron, tenía marcas de sueño en sus ojos y supuse que no la había pasado nada bien, llevaba su cabello más largo y lucía más pálido.

—Debiste quedarte ahí donde sea que te quedaste —le reproché.

—No te hagas, me extrañaste —me guiñó un ojo.

—Ni aunque me tragara todo el excremento de la ciudad.

—Sabes que todavía tenemos deudas pendientes.

—Estoy feliz por terminar de destrozar tu carota —le dediqué una mirada fría.

—No molestes Topanga cara de changa.

—Gabriel cara de rata.

—Oye sé que me echaste de menos ¿por qué no me das un abrazo y me besas?

—Lo que sí quiero darte es una paliza.

—Ya, luego sanan sus deudas, fúmate algo y cuéntanos todo —le animaron sus amigos.

Tenía encima unas cicatrices nuevas y lucía más apagado, pero definitivamente seguía siendo el mismo maldito de siempre. Contó varias anécdotas, desde robarle la comida a los de otro barrio, hasta las peleas que había tenido tratando de sobrevivir. La policía lo conocía tan bien que ya sabía donde se ubicaba y mantenerse lejos era lo correcto para no ser atrapado.

—¿Y cómo lograste quitártelos de encima? —pregunté.

—Ahora están ocupados buscando a unos chicos que asaltaron un negocio de ropa. Fue plan mío y les mandé a la policía, ahora estarán preocupados por buscar a esa pandilla y yo ya seré libre.

—Hiciste bien —sonrió orgulloso Mike quién era el más feliz de todos por ver a su amigo de vuelta en Plutón.

—He regresado con ganas de más asaltos.

—Traigan el alcohol, que se arme la fiesta —saltó Lalo.

Unos del barrio se lanzaron por el alcohol, mientras ponían la música y otros seguían patinando, yo me puse a practicar un poco, importándome una mierda las idiotas anécdotas de Gabriel que más que hacerme alucinar como a todos los demás me hacían bostezar. Cuando ya estábamos todos borrachos y marihuanos, Manolo llegó, con Nora a su lado quién traía una cara desanimada, pese a saber que su hermano estaba libre.

Manolo se llevó a Gabriel a una esquina y siguieron hablando sobre sus negocios pendientes de vender droga.

Ella se sentó a mi lado, preparando un porro.

—Ni siquiera puedes enrollarlo, de tantos golpes que te da ya quedaste más estúpida que nunca —le dije arrebatándole el cigarro y lo enrollé por ella.

—Vete al diablo, Topanga —me quitó el cigarro y lo encendió con sus manos temblando, como si tuviese frío.

—¿Cuándo terminarán?

—Jamás. Lo amo demasiado.

—Que hueva me dan.

—Mueres de envidia, ya que has descubierto que es mejor que Embry.

—Nadie es mejor que Embry —le solté un beso—. Mucho menos la rata que traes como novio.

—¿Y qué tal Levi? ¿Es mejor? Oh cierto, ya no te habla, pobrecita... todos nos hemos dado cuenta que te abandonó pero ¿qué le hiciste? Déjame adivinar, le aburriste, como le aburres a tus padres.

LA LUNA TAMBIÉN LLORADonde viven las historias. Descúbrelo ahora