ᴠɪ

1.7K 180 36
                                    

Tener un hijo tan joven sin duda cambia completamente tu vida, tener ahora dos trabajos estaba realmente matándome. Pero el ver a Eddie dormir plácidamente a mi lado mientras yo acariciaba a Ross, me hacía pensar que valía totalmente la pena.

No me permitía el verme derrotado frente a Edd, y no porque me diera pena, sino porque sabía que para él era mucho más difícil todo ésto, la presión de un embarazo, siendo hombre y en un pueblo demasiado conservador debe ser una mierda; y yo quería que por lo menos supiera que había alguien con él que no lo dejaría caer.

Y si yo quería que ellos estuvieran bien, tenía que estarlo yo también, aunque tuviera que fingirlo.

—Sólo sal, quiero verte- hablé sentado en la cama.

—No.

— ¿Por qué no?

—Me veo asqueroso.

— ¿Qué? ¿De qué hablas? Eres precioso, Dios.

Eddie salió del baño solamente en ropa interior e intentando de manera muy inútil cubrir su evidente vientre abultado. Yo sonreí al verlo.

—Me veo terrible- en sus ojos aparecieron unas pequeñas lágrimas y yo me levanté rápidamente a abrazarlo.

—Oye ¿Qué pasa?- pregunté con voz suave mientras limpiaba las lágrimas en sus ojos con mi dedo pulgar.

— ¿Ves esto?- preguntó entre sollozos a la par que señalaba su vientre.

— ¿Qué cosa?- pregunté posando la mirada al lugar que Eddie mostraba.

— ¡Esto!- respondió histérico y yo fruncí el ceño.

—Son estrías.

— ¡Sé que son estrías Steve!

— ¿Pero qué tiene?

— ¿Qué tiene? Son horribles.

—Vamos, imagina que Ross es una linda tatuadora y dejó esto aquí para ti.

—Eso no me ayuda en nada, sólo lo empeora, los tatuajes son permanentes.

—De igual forma tampoco es que puedas hacer mucho- me encogí de hombros y él me miró como si quisiera asesinarme. —Hay que vestirnos o llegaremos tarde- me separé abruptamente de él para tomar mis cosas y vestirme.

Hoy veríamos a Ross, ésta vez escucharíamos su pequeño corazón latir.

Era increíble imaginar que el resultado de minutos de placer, era un corazón más latiendo dentro de Eddie.

— ¿Llevas todo?- pregunté mirando el reloj en mi muñeca mientras Eddie abría la puerta.

—Sí, y créeme cuando te digo que si no nos apuramos, probablemente orine tu auto.

—Qué asco.

—No es mi culpa que la doctora me pida la vejiga llena y que tu hija tenga un serio problema con patearme justo ahí.

—De acuerdo, sólo sube y vámonos ya.

—Y lo haría, si tan sólo pudiera entrar yo solo.

Sí, a veces olvidaba que le costaba hacer cierto tipo de cosas.

Salí del auto y ayudé a Eddie a sentarse, tarea que incluso nos tomaba minutos.

—Hagas lo que hagas por favor no toques mi vejiga, te lo pido- suplicó Eddie logrando hacerme reír.

— ¿Qué canción toca hoy?- pregunté encendiendo la radio.

Master of Puppets

— ¿Qué? No, claro que no.

— ¿Y por qué no?

—No voy a ponerle eso a la niña- negué mirando el camino.

—Es mi hija también- levantó una ceja.

—Bien, entonces la pondré para que se altere, te pateé y no conforme con lastimar tus costillas haga que te orines ¿Te parece?- pregunté quitando la vista del camino para mirarlo a él.

—Ponle Head Over Heels- respondió resignado y se cruzó de brazos.

— ¡Gracias!

El resto del camino fue silencio con Tears for Fears de fondo.

—Y aquí está la pequeña Ross- la doctora mostró en la pantalla a una cosa pequeña que se movía de un lado a otro.

Si los ojos de Eddie brillaban siempre, en este momento estaban más que radiantes.

Tan sólo recordar el día en que Eddie se hizo la prueba y ambos estábamos completamente aterrados, llorando en su baño; y mirar ahora todo lo que hemos avanzado me ponía realmente nostálgico.

— ¿Quieren escuchar?

—Morimos por hacerlo- ambos mirábamos el pequeño cuerpo en la pantalla y entonces el sonido de bajos latidos inundó el cuarto.

Era ella, nuestra Rosanna estaba ahí.

— ¿Por qué... Suena así?- Eddie se atrevió a preguntar y la doctora lo miró.

—Sus latidos son... Algo débiles- habló la doctora y toda aquella ilusión en nuestros ojos se esfumó. —Muy probablemente cuando ella nazca necesite quedarse en el hospital por unos días.

— ¿Pero estará bien?- pregunté con un nudo en la garganta y ella nos miró a ambos.

—No quiero darle un pronóstico positivo ni negativo, tendremos que esperar cuando nazca para determinarlo.

Y después de tantas veces que sentimos como el mundo se derrumbaba a nuestros pies, ambos estábamos sólo preparándonos para lo peor.

Al salir del lugar Eddie orinó, y después subimos al auto con la pequeña ecografía de Ross en una carpeta.

***

Una semana después Steve había decidido que era tiempo de hablar con sus padres, ya no había playera suficientemente grande para ocultar a Ross y después de la escuela todo mundo se enteraría de alguna manera, pero Steve prefería que si ellos se enteraban, al menos fuera por él.

—Yo iré, no quiero que les hagan daño, confía en mí, ¿Sí?- preguntó el castaño con una apagada sonrisa y yo asentí. —Te prometí que yo los cuidaría a ambos, y esa promesa la mantendré hasta que me muera- acarició mi rostro para después acariciar la gran barriga debajo de mi playera y así, salir del tráiler.

— ¡Eres un imbécil!- golpe duro en mi rosto. — ¿Cómo pudiste cometer semejante atrocidad y con ese... Ese...?- no salía palabra alguna de la boca de mi padre.

— ¿Ese qué?, ¿Ese fenómeno?, ¿Raro?- hablé fuerte mientras sobaba mi mejilla. —No voy a dejar que llames así a mi novio.

—No vuelvas a repetir esa palabra Steve- intervino mi madre entre lágrimas.

—Desde este momento me he quedado sin hijo, no contarás más con nosotros, Steve.

—Pues perfecto, porque ¿Adivinen qué? Yo jamás conté con ustedes- grité con una voz un tanto triste. —Jamás en la vida tuvieron tiempo para mí, ni siquiera me apoyaban... Sólo... Sólo me ignoraban y se metían en sus asunto, ¿Qué hay de mí?- sin darme cuenta había comenzado a llorar. —Pero... ¿Saben algo? Gracias a ustedes me doy cuenta de la clase de padre que no quiero ser para mi hija- lamí mis labios mientras sacaba de mi bolsa la pequeña foto. —Es una niña- agregué dejando sobre un mueble la última ecografía que teníamos de Ross. —Se llama Rosanna- mi padre aún me miraba furioso, mientras mi madre lloraba mirando ahora la ecografía. —Ojalá puedan darse el tiempo de conocerla cuando nazca, es una niña muy inteligente y...- negué con la mirada al suelo mientras las lágrimas saladas recorrían mis mejillas.

Subí a mi habitación para empacar un poco de ropa, es verdad, ellos ya no eran más mi familia; mi familia ahora eran Eddie y Rosanna, nadie más. 

ʀᴏꜱᴀɴɴᴀ ||ꜱᴛᴇᴅᴅɪᴇ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora