ᴠɪɪ

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El 7mo mes había llegado, el dolor de espalda me mataba a cada paso que daba, y la preocupación de próximamente volver a mi rutina de escuela estaba siendo mi tortura en los últimos días.

Cada noche soñaba con algo peor a la noche anterior. Insultos, bromas, amenazas... No había noche que no despertara llorando.

Hacia un mes que Steve se había mudado, a mi tío no parecía desagradarle la idea, al contrario, pensaba que así sería mejor; cualquier emergencia él estaría ahí para mí y para ella.

Ross en verdad amaba a Steve, no podía contener sus patadas y constante aprisionamiento de vejiga cada que escuchaba al castaño hablar, hubo dos días completos incluso que lo obligué a sólo comunicarse mediante hojas de papel, el dolor en mis costillas estaba matándome producto de sus patadas.

Aunque Steve no lo demostrara, yo sabía que estaba cansado, estaba dando lo mejor de sí, pero tener dos trabajos y que tu familia te diera la espalda por completo debía ser muy duro. Yo lo escuchaba llorar cuando fingía que dormía, incluso lo escuchaba pedirle disculpas a Ross por no poder ser el padre que ella quizás espera, y eso me dolía como nada.

Tener 19 años y un hijo en camino sonaría romántico en una pareja heterosexual, normativa y privilegiada.

Pero nosotros éramos todo lo contrario a eso.

Además de freak y satánico también es un fenómeno.

Qué asco, ¿Cómo alguien como tú puede existir?

Es un castigo por los juegos satánicos que juegan tu club de perdedores y tú.

Desperté sudando y miré el reloj.

Ésta había sido otra de las tantas pesadillas que solía tener.

1:30 am.

Un dolor en mi vientre bajo y una humedad me pusieron alerta, haciendo que quitara las sabanas.

—Steve- murmuré al sentir el líquido sobre el colchón con mi mano.

—5 minutos más mamá por favor- Steve se removió en la cama para darme la espalda.

— ¿Mamá?- pregunté y fruncí el ceño. —Steve no soy tu madre, despiértate ya.

— ¿Qué pasó Eddie?- respondió adormilado mientras volteaba de nuevo a verme. — ¿Qué hora es? ¿Quieres comer algo?

—Digamos que... Creo que es algo más complejo que eso.

— ¿Más complejo?- talló sus ojos mientras se sentaba en la cama.

—Creo que es tiempo- miré la sábana empapada y él me miró.

—Hablas de... Tiempo para...

—Sí, hablo de ese tiempo para- me miró con la boca abierta y yo lo miré sin decir nada.

—Ay por Dios, voy a ser papá...

—Genial, sólo te tomó 7 meses asimilarlo.

—Espera un minuto... ¿7 meses? ¿No se suponía que Ross nacería hasta dentro de 2 meses?- ambos nos miramos en silencio pero una violenta punzada en el vientre logró hacer que ambos reaccionáramos.

— ¡Carajo, carajo!- Steve saltó de la cama mientras yo lo miraba desde la misma. —De acuerdo, bien, vístete, ¿Puedes hacerlo?- preguntó encendiendo la luz y yo lo miré con una ceja arqueada.

— ¡No voy a vestirme idiota, quiero irme al hospital ahora!- exclamé con voz temblorosa.

—Sí, sí, lo siento, perdón, ¿Te ayudo?- se acercó a mí tomando mis manos para que yo pudiera levantarme. — ¡Ay dios, ay dios, ay dios!- caminaba de un lado a otro desesperado buscando algo.

— ¡Deja de pedirle tanto a Dios y apúrate!- los dolores se sentían cada vez un poco mas fuertes.

—Andando- respondió tomando las llaves del auto y salimos de casa.

Después de ayudarme a subir cuidadosamente, él comenzó a conducir, pero los dolores y la desesperación me estaban comiendo vivo.

—Si no pisas ese maldito acelerador te juro que cuando todo esto termine voy a sacarte los ojos así que ¡Apresúrate!- exclamé al sentir el dolor cada vez más fuerte y Steve asintió nervioso.

—Espero no nos matemos aquí- pasó su mano despeinando así su cabello mientras yo apretaba el asiento.

Llegamos con la doctora quien me adentró a un lugar extraño y lleno de gente, Steve no pudo estar conmigo.

— ¿No se suponía que esto no tenía que pasar aún?- pregunté con sumo nerviosismo y un nudo en la garganta.

—Se suponía, yo advertí sobre los riesgos, la bebé ha estado mal desde que me vieron por primera vez, todo el estrés que carga Eddie le está haciendo mal y...

— ¿Y?- interrumpí con la respiración agitada.

—Te juro que vamos a hacer todo lo necesario para que ambos estén bien, Steve, te lo prometo...- yo asentí y la doctora se adentró al quirófano dejándome solo, yo llamé al señor Munson para avisarle y después simplemente lloré.

Lloré lo que no había podido sacar desde hace 7 meses, lloré hasta que sentí que era suficiente.

Rosanna había llegado al mundo una madrugada de Agosto de 1986.

Tan pequeña, tan frágil y tan liviana como si de una pluma se tratase.

Tuvieron que ponerla en una incubadora, su respiración era débil, lo sabíamos, a Eddie no pude verlo sino hasta la tarde.

El señor Munson y Dustin fueron los primeros en pasar. Yo no podía, y sé que me necesitaba, me necesitaba más que nunca, pero tan sólo ver su rostro cansado y pálido me destrozaba, y el ver a nuestra pequeña en un lugar tan horrible como ese no ayudaba.

—Entonces sí tienes vagina- habló y yo lo miré con una cara de quererlo matar. —Vamos Eddie, intento animarte, quizás sea un estúpido pero... No quiero verte así- di una media sonrisa y extendí mis brazos para que Henderson pudiera abrazarme. — ¿Se siente feo?

—Cómo la mierda- respondí de forma ronca.

Todo el esfuerzo de la madrugada había destrozado mis cuerdas vocales, y mis ganas de vivir.

—Ella estará bien amigo, es muy fuerte y valiente- las palabras del menor lograron quebrarme.

No había lágrimas, sólo dolor en mi pecho y un vacío en mi vientre.

—Gracias- sollocé mientras apretaba aún más el abrazo.

Todo esto era mi culpa, había temido tanto tiempo porque las clases llegaran y la gente se enterara, que Ross se adelantó, estaba asustada por todas las cosas que le decía y por las cosas que hice que provocaron que por poco la perdiéramos; su vida estaba en peligro y todo esto estaba matándome por dentro.

Al fin Steve había decidido entrar a verme, y la escena de ambos llorando en la habitación, intentando consolarnos el uno al otro, me recordaba tanto a nosotros de hace meses, llorando en el baño, exactamente con el mismo miedo de ahora y la misma pregunta.

¿Qué vamos a hacer?

—Ella estará bien, es valiente, es una Munson también- Steve acariciaba mi cabeza mientras yo pegaba mi frente al vidrio, observando cómo el pecho de mi pequeña hechicera subía y bajaba con lentitud mientras muchos cables estaban conectados a ella.

¿Tendríamos entonces que empezar a despedirnos?

ʀᴏꜱᴀɴɴᴀ ||ꜱᴛᴇᴅᴅɪᴇ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora