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Julio, 1991.

— ¡Voy a lanzarte un hechizo si no te vas de mi guarida!

— ¡Pero yo voy a protegerme!- respondió la voz más pequeña cubriéndose con un escudo de cartón.

— ¡Entonces más vale que corras Steve el escudero, antes de que yo, la gran Rosanna hechicera, te convierta en un sapo!- el niño corría por la casa entre carcajadas mientras la más grande lo seguía.

—Eddie, ya está listo el sótano, tuve que sacar los triciclos de ahí, eran muy estorbosos- la voz del castaño quien cerraba el sótano me hizo salir de la habitación.

—Genial, ahora sólo tenemos que esperar a que Henderson y los demás lleguen.

—Papi, ven a jugar con nosotros- habló la más grande tironeando mi playera.

— ¡Claro que sí, mi pequeña hechicera!- acaricié su mejilla. — ¿A qué juegan?

—Soy un escudero que ha invadido la guarida de la hechicera más poderosa de todos los tiempos y tengo que derrotarla.

—Ah... ¡No si yo lo permito!- respondí mirando al pelinegro.

—Nunca debí dejar que tú les contaras los cuentos cuando eran más pequeños- resopló mirando divertido a los niños quiénes volvieron a correr como un par de locos. —Oigan, oigan, oigan, cuidado con papá, no corran tan cerca de él, les he dicho esto cientos de veces, es de porcelana, podrían lastimarlo- habló Steve tomándome de los hombros y yo reí.

—No es para tanto.

—No Munson, no me contradigas frente a ellos.

—Deja ya, eres un exagerado- respondí quitando sus manos de mis hombros.

—Lo sentimos papá- habló la mayor y el menor asintió.

—Papá Steve es un poco... Sobre protector, pero lo hace porque ama a su familia- acaricié suavemente el cabello castaño de Ross y con mi otra mano los pequeños rizos de Steve. —Aunque a veces exagera un poquito- susurré y pude notar como Steve rodó los ojos mientras nos veía de brazos cruzados. —Ahora andando, salgan a jugar al jardín- ambos pequeños salieron dejándome a solas con Harrington.

— ¿Siempre tienes que hacer esto? ¿Siempre tienes que contradecirme frente a ellos?

—Ya, ya, está bien, es la última vez lo prometo- reí desabotonando el primer botón de su camisa de polo.

—Eso dijiste la última vez Eddie, no es gracioso, no entiendo por qué la risa.

—Te ves tan bien cuando estás enojado- hablé de manera seductora y noté el leve sonrojo en las mejillas de Steve.

—Oh no, no me hagas esto, los niños están aquí y en menos de 10 minutos van a llegar las visitas.

—De acuerdo, de acuerdo- calmé con mis manos. —Al menos dame un beso entonces- me acerqué a su labios y él colocó una de sus manos en mi cintura, la única distancia que nos separaba era la de mi enorme vientre.

Después de un largo beso nos separamos.

—Llamó tu madre- avisé al recordar repentinamente la incómoda llamada con la señora Harrington

— ¿Algo importante?

—Bueno, después de su evidente molestia al escuchar que quien respondió el teléfono fuí yo, dijo que se tomarían un par de semanas de vacaciones y vendrían a Oklahoma para ver a sus hermosos nietos.

— ¿En verdad se molestó?

—Si los bufidos fueran ofensas, ni siquiera me atrevería a mencionar lo que probablemente quiso decirme- ambos reímos y Steve tomó mi mano. —Es como si tus padres en verdad estuvieran esperanzados a que regreses con Wheeler y te lleves a los niños, sin tomar en cuenta dos cosas- numeré con mis dedos. —En primera que jamás dejaría que te lleves a mis niños, y en segunda, parece que ignoran el hecho de que Nancy está casada con Jonathan y tienen un hijo.

ʀᴏꜱᴀɴɴᴀ ||ꜱᴛᴇᴅᴅɪᴇ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora