CAPÍTULO CUATRO

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— Arre!

Zhan seguía los movimientos del rubio balanceandose hacia adelante y hacia atrás cabalgando con un ritmo alucinante. El movió su mandibula un par de veces, pero su mirada estaba enfocada en como el cuerpo desnudo se movía. Chasqueó sus dientes, y poso sus manos en la cintura del que sostenía el cabestral. 

Si, Yibo estaba cabalgando pero no  sobre un caballo... Estaba encima de su cuerpo desnudo  rebotando haciendole tragar todas sus palabras mientras el rubio se tragaba con su entrada apretada su rígida erección... Era tan doloroso y tan placentero. Una vez y otra vez. Subiendo y bajando apretando su falo dentro de él como si quisiera tragarlo por completo. 

Los sonidos llegaron hasta sus oídos de sus cuerpos chocando...
Hasta que el rubio dejo su cuerpo a merced de el y fue Zhan quien empezó a moverse al ritmo que el cabestral le marcaba en manos de Zhan levantando su pelvis hacia arriba haciendo que su pelvis chocara contra el trasero firme. El instintivamente y con necesidad se sentó para estar cerca de sus labios. El rubio le miró de forma afilada antes de negarse a besarlo llenando la habitación de gemidos abriendo su boca y mordiendo sus labios cada que el arremetía. Así empezó a golpear las nalgas muy blancas poniendolas de un color muy rosado. 

Su abdomen se tenso, estaba tan en el límite... Cuando Yibo mordió su labio inferior y el miró hacia a un lado viendo la ropa costosa en el piso totalmente desgarrada. 

Zhan inhaló profundo y abrió sus ojos... Estaba en su habitación... Su cuerpo sudaba a pesar de la noche fría y lluviosa afuera. 

Había dejado a Yibo a cargo de Yifei después de haber cargado su cuerpo hasta la casa, justo antes de irse a dormir... Yifei había cuestionado.

— ¿Por qué estaba montando sólo? La señora ha de preguntar. 

— Pues le dices, que el se puso de imprudente. 

— Tu debías guiarlo. Hacer que el niño asuma bien sus labores y ayudar con la transición también es parte de tu trabajo.

— Mi trabajo no es ser su niñero. En ninguna parte de mi contrato dice que debo andar detras de el cuidando su trasero.  Mejor que la doña venga y se lleve a ese princeso de vuelta a la ciudad de donde nunca debió salir.

Zhan sintió un poco de molestia por su estado de animo por lo que después de discutir  salió de la habitación de Yibo  y se dió una ducha antes de acostarse.

Estrelló el jabón contra la pared un poco enojado consigo mismo.. En los últimos años ni siquiera le había importado bañarse después de la jornada laboral. Sus manos eran toscas, su piel estaba bronceada por el sol y debido al trabajo duro que siempre le había gustado aunque no tenía un cuerpo muy marcado, sus músculos se sentían lo suficientemente firmes... 

El se puso algo, ya que se había dormido restandole importancia al asunto de la caída de Yibo. No era su culpa que el mocoso no tuviera un sentido del riesgo. Fue a buscar a  Yifei que por supuesto estaría en la habitación  del niño mimado alrededor de las tres de la mañana...

— ¿Cómo está? 

La señora estaba velando por el sueño del rubio. 

— Bien... Está consciente, pero su frente se hincho.

— Su primer golpe. No es nada del otro mundo... Es bueno que se vaya acostumbrando. Tampoco será el último.

— Xiao Zhan! — Debido al regaño de Yifei, Yibo se despertó. 

El se frotó su cabeza levemente y sintió algo de dolor, no muy fuerte sin embargo dio un gemido que llamó la atención de los otros dos en la habitación. 

La Hacienda /// ZhanYi Donde viven las historias. Descúbrelo ahora