PROBLEMAS

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Sesshomaru se enfureció aún más, soltó a Bankotsu y rápidamente se dirigió hacia la habitación encontrando a Kagome sumamente dormida, completamente dormida, sumergida en el profundo sueño que solo después de una entrega total solía tener. No podía ser verdad, como fue que paso todo eso lleno de ira regreso hasta Bankotsu suministrándole poderosos golpes en todo su cuerpo, el simplemente regresaba uno que otro golpe, no ponía mucha resistencia pues muy en el fondo él se arrepentía de lo que ocurriría después de todo esto, la batalla se intensificaba a medida que Sesshomaru se perdía en la locura, no fue hasta que los cristales resonaron que Kagome despertó exaltada por el ruido desconocido, la cabeza le dolía demasiado, se encontró acostada y completamente desnuda, miro a su alrededor y encontró ropa de alguien más, los forcejeos y golpes seguían sonando sin parar, tomo lo primero que encontró y se lo coloco, así salió de la habitación encontrándose con la cruel realidad, Sesshomaru golpeaba sin piedad a Bankotsu quien se encontraba semi desnudo entre el suelo y el cuerpo de Sesshomaru, la camisa de Sesshomaru estaba salpicada por sangre, ¿Qué diablos ocurre? Se preguntaba, miraba la escena completamente horrorizada

-Sesshomaru, déjalo, por favor déjalo-

Fueron sus primeras palabras, pero él no la escucho, aun mareada comenzó a caminar dirigiéndose hasta donde se encontraban y tomándolo por atrás abrazo a Sesshomaru esperando que este se calmara pero solo consiguió ser aventada al otro extremo de la habitación, un fuerte golpe en la cabeza la hizo sentirse más mareada de lo que ya estaba, cuando pudo reaccionar Sesshomaru se encontraba aun sobre Bankotsu quien ya se encontraba inconsciente por tanto golpe recibido, nuevamente se acercó a él colocándose frente a él para que la mirara, cuando sus ojos se encontraron sabía que Sesshomaru no razonaría con ella

-Sesshomaru escúchame, no no sé qué es lo que ocurrió, yo creí que a quien encontraría aquí seria a ti, pero tu...tu no estabas...yo...yo dios no sé qué paso-

-vamos Kagome no seas ridícula, creíste que me encontraría aquí cuando claramente te dije que acudiría a la empresa, no seas hipócrita, lo tenían planeado-

-no juro que no es así, yo recibí tu nota con las indicaciones sobre vernos aquí, tienes que creerme, él solo me ayudo con el choche, se le poncho una llanta y me trajo aquí-

-Kagome recién vi el auto esta como si nada, es obvio que se pusieron de acuerdo para verse en este lugar, no me creas tan estúpido-

Kagome repasaba una y otra vez los acontecimientos, Sesshomaru estaba sumamente molesto, la única forma de que le creyera era Bankotsu si es que aún estaba vivo.

-Bankotsu por favor dile a Sesshomaru que es lo que ocurrió, ayúdame por favor-

-Kag lo siento mucho, no pensamos claro y nos dejamos llevar, en algún momento nos descubrirían-

Que carajos había escuchado Kagome, era obvio que aquello era mentira, pero todo estaba en su contra, resignada a que pelear en ese momento solo terminaría por hundirla más miro por última vez a Sesshomaru, sentía rabia, impotencia, tristeza, desilusión, todo estaba arremolinándose en su pecho y no entendía como era posible que él no creyera en ella, también era consciente de que la relación que ellos mantenían no era lo suficientemente fuerte como para que el pudiera protegerla, entro a la habitación recogiendo su ropa, se vistió velozmente y tomando las pertenencias que aun continuaban dentro de su mochila salió para encontrar a Bankotsu semi consciente y a Sesshomaru perdido en el abismo, no quiso hablarles, mucho menos verlos, camino fuera de la cabaña caminando por el sendero, su semblante estaba arruinado, era evidente que sufría pero se había prometido no llorar, no les daría lo que fuera que estuvieran buscando, llego a la recepción y solicito transporte, a los pocos minutos una camioneta propiedad del hotel se estaciono frente a ella, subió sin mirar atrás, dio la dirección y se dirigió a la casa Taisho, tenía que recuperar las pocas cosas que tenía ahí, en el trayecto a casa hablo con sus padres quienes no daban crédito a la situación, ellos confiaban ciegamente en ella así que como pudieron movilizaron a los perros de nueva cuenta al terreno que ahora tenía algunas estructuras a medio terminar pero que serían funcionales para esta emergencia. Cuando Kagome llego a la casa grande Irasue la esperaba sumamente angustiada, no sabía que ocurría, solo sabía que se habían llevado casi todo lo perteneciente a los Higurashi

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