Capítulo 3

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Después de esa escena y de escuchar esas palabras por parte del doctor, Regina corrió hacia los vestuarios y se dejó caer contra su casillero. No podía ser cierto. No. ¿Cómo había estado tan ciega? Había recibido miles de señales advirtiéndole de que su esposa le era infiel y ella se negó a verlas. Lágrimas comenzaron a caer. Su matrimonio estaba completamente roto. ¿Cómo iba a mirarla a la cara a partir de ahora? No podría, así que la evitaría a partir de ese momento hasta que contratase a un abogado para gestionar su divorcio. Le daba igual todo lo material, pero lucharía por la custodia de su hija Loreen. Ella era lo único que la hacía feliz. Detuvo su tren de pensamientos y fue al baño a lavarse la cara y así retirar sus lágrimas.

...

Después de haberse ido Sam, comencé con mis clases hasta la hora del almuerzo. No me dio tiempo de bajar para hablar con mi esposa, cuando Ashley llegó a mi salón con su enorme sonrisa. Admiraba a esa chica. Siempre estaba sonriendo y su actitud positiva era contagiosa.

̶  ¡Hola! –exclamó con notable felicidad.

̶  Hola Ash. –le devolví el alegre saludo– ¿Estás lista? –asintió– Pues empecemos. –me dirigí al equipo de música.

̶  ¿Has almorzado ya? –negué– ¿Por qué no? ¡Tienes que comer! –me regañó y sonreí.

̶  Cuando te explique las cosas, almorzaré, tranquila. –entrecerró los ojos queriendo parecer enfadada.

̶  Cabezota. –dijo seria.

̶  Como tú. –le respondí riendo.

̶  Me caes mal. –siguió hablándome con sus ojos entrecerrados.

̶  Lo sé. –ambas reímos– Como me dijiste que no habías elegido las canciones, me he tomado la total libertad de hacerlo por ti. –la miré– Sabes que tienes que presentar diferentes tipos de danza, ¿cierto? –asintió– He seleccionado cuatro categorías: salsa, pop, rock y R&B. –me miró fijamente– No sé cuántas tendrás que bailar. Yo tuve que presentar tres canciones. Lo mismo tienes suerte y sólo son una o dos. –reí– La que más me interesa es la de pop. Esa quiero que la presentes sí o sí. –asintió– Tenía que buscar una canción que conectara contigo para que bailes sin pensar en ningún paso. Simplemente lo que te salga.

̶  ¿Por qué? ¿Estás loca? –volví a reír.

̶  Tienes que sentir la música en tus venas, en tu cuerpo. Sé que eres de sangre caliente y con la salsa no tendrás problema.

̶  Soy sexy. –dijo.

̶  Olvidaba lo modesta que eres. –ambas reímos– Te haré una demostración, ¿de acuerdo? No he planeado ninguna coreografía. Sólo voy a bailar sintiendo la canción. Mis movimientos puede que no tengan sentido alguno, pero se trata de transmitir sentimientos. –asintió.

Encendí el reproductor y, antes de que comenzara a sonar la canción, subí el volumen más alto de lo que suelo tenerlo para que produjera una emoción más grande en los momentos claves de la canción.

La música comenzó a sonar y mi cuerpo se movió al son. Cerré los ojos y me dejé llevar. Giros, saltos, rodamientos por el suelo. Apretaba los labios para no soltar un quejido cada vez que mi pie izquierdo tocaba el suelo tras un salto y cuando hacía un giro. Me centré en la letra y seguí bailando hasta que la canción llegó a su final, acabando yo de rodillas en el suelo tras un suave giro. Abrí los ojos lentamente y me retiré las lágrimas que habían salido sin mi permiso.

̶  ¿Lo has sentido? –le pregunté a mi castaña amiga.

̶  Sí. Me ha dado escalofríos. –señaló sus brazos.

Pasado, presente y futuroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora