Capítulo 2

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Cuando salí del Desert eran más de las cuatro de la madrugada. Jesús, qué noche tan larga. Subí al auto y golpeé mi frente levemente en el volante. Realmente estaba agotada. Puse el auto en marcha y volví a casa. Abrí la puerta y me quité los zapatos de tacón para no despertar a nadie. Cerré con suavidad, saqué del bolso el bote de pastillas antes de dejarlo junto a las llaves en la entrada y dirigirme a la cocina a por un vaso de agua. Apoyé mi cadera en la encimera mientras soltaba un pequeño gruñido. Miré hacia mis pies. Suspiré. Tomé una pastilla y me la metí en la boca, tragándomela con ayuda de un poco de agua. Volví a meter el bote en el bolso y caminé lentamente hacia la habitación de mi hija. Me asomé a la puerta y la vi durmiendo plácidamente abrazada a su osito. Sombra seguía a los pies de su cama ronroneando. Sonreí. Volví a encajar la puerta y entré en mi habitación. Regina también estaba durmiendo. Me quité el vestido y entré directamente a la cama. Estaba demasiado cansada para perder el tiempo en ponerme el pijama. Miré hacia mi esposa. Se encontraba de espaldas a mí. Era raro que no me hubiese sentido llegar ni entrar a la cama. Siempre se daba cuenta y me daba la bienvenida con un beso antes de rodearme con sus brazos. Tenía que estar también exhausta. Desde que llegó no había tenido tiempo de descansar porque estuvo cuidando de Loreen. No quería despertarla, pero necesitaba estar entre sus brazos o tenerla entre los míos. Me volteé hacia ella y abracé su cintura, atrayéndola hacia mí y pegando nuestros cuerpos, sintiendo cómo se tensaba en el acto.

̶ Lo siento. No quería asustarte ni despertarte. -murmuré dándole un beso en el hombro antes de estrecharla más contra mí.

̶ ¿Todo bien? -preguntó somnolienta.

̶ Ahora sí. -dije suave- Vuelve a dormir. -besé de nuevo su hombro- Buenas noches, cariño. -me acurruqué más a su cuerpo, pero ella se volteó quedando de frente a mí y me miró fijamente, como si estuviese estudiándome.

̶ Te quiero. -me acarició la mejilla y sonreí ante el contacto- Buenas... -se detuvo al percatarse de que estaba en ropa interior- ¿Por qué no estás usando tu pijama? -me preguntó, confusa, mientras recorría con sus dedos mi abdomen, haciendo erizar mi piel desnuda.

̶ Estoy demasiado agotada. -hablé entre suspiros- Son más de las cuatro y media de la mañana. -dije y ella me miró preocupada, deteniendo sus caricias- Además, a ti te gusta que duerma así. -le di una suave sonrisa.

̶ Eso no es cierto... -dijo seria y yo alcé mi cabeza, mirándola totalmente incrédula- Me gusta más cuando duermes completamente desnuda. -siguió hablando en el mismo tono y no pude evitar soltar una carcajada- ¡Gabri! ¡Vas a despertar a Loreen! -me regañó suavemente, así que cubrí mi boca con una mano para evitar algún sonido que la despertase- ¡Gabri! -volvió a regañarme en un susurro, pero no podía evitarlo. Me miró por unos segundos y luego retiró mi mano de mi boca para lanzarse a mis labios.

̶ ¿Es tu nueva forma de callarme? -cuestioné al separarme en busca de aire- Me gusta. -sonrió antes de besarme de nuevo- A mí también me gusta más cuando duermes desnuda. -le dije, retirando su pijama y acariciando su piel expuesta.

̶ ¿No estabas cansada? -me preguntó con la respiración entrecortada y mordiéndose el labio inferior.

̶ ¿Para ti? Nunca, mi amor. -ambas sonreímos antes de entregarnos la una a la otra.

...

La mañana llegó y Regina y yo aún seguíamos con los besos y caricias. Al final no había dormido nada. Miré el reloj de mi mesita y suspiré. Loreen pronto se despertaría. Me levanté de la cama bajo la atenta y lujuriosa mirada de mi mujer y fui al baño a darme una ducha para intentar espabilarme. Me puse ropa cómoda y salí a la habitación donde la rubia se había quedado dormida. Sonreí. ¿Debía despertarla para que se diera un baño y se vistiese, o debía dejarla dormir un poco más? Suspiré. Opté por la segunda opción. Salí de la habitación y fui a la cocina a preparar los desayunos. No pasaron más de cinco minutos cuando una pequeña rubia apareció corriendo junto a Sombra. La cargué en brazos y le di un fuerte abrazo y un beso en la frente. La senté en su silla y le serví su comida a Sombra. Mi pequeña no dejaba de hablar mientras yo terminaba de preparar el desayuno. Una vez que lo tuve listo, le coloqué a Loreen el suyo para que comenzase a comer. Sonreí al verla. Era tan pequeña y hacía tantas cosas ella sola ya. La dejé desayunando junto a Sombra y fui a la habitación en busca de mi rubia esposa, quien aún seguía durmiendo. Me acerqué a la cama y me apoyé con mis manos en la almohada para darle un suave beso.

Pasado, presente y futuroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora