Capítulo 4

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Habían pasado varias horas y aún no se tenían noticias de Gabriela. Nina no dejaba de dar vueltas por la sala de espera. Sam había llevado a la castaña al quirófano cuando comenzó a toser sangre y ya no volvió a salir, así que supuso se quedó allí para ayudar a la doctora Robbins. Estaba desesperada, aterrada y sola. Se sentó de nuevo en el incómodo asiento y se frotó la cara con una mano. ¿Cómo había pasado todo esto? ¿Por qué se lo había permitido? La única tonta aquí era ella por no haberle contado a Regina lo que ocurría. Si lo hubiese hecho, no existiría una demanda de divorcio entre ellas y Gabriela no habría ido a trabajar al Desert. Se sentía culpable por permitir que esto llegara tan lejos. Las dos eran sus amigas. Se suponía que debía ayudarlas, no dejarlas cometer tales estupideces. Se volvió a levantar y caminó de nuevo por la sala, abatida, asustada y nerviosa.

̶  ¡Nina! –alzó su cabeza y se encontró con una rubia bastante agitada– ¿Qué ha pasado? ¿Dónde está? –la morena parpadeó varias veces– Nina, dime algo. –la tomó por los brazos.

̶  ¿Qué... qué haces aquí? ¿Dónde está Loreen?

̶  La hemos llevado a casa de mi padre y he venido para acá con Julen. ¿Dónde está Gabri? –recibió una bofetada– ¿Por qué me golpeas? ¿Qué te pasa?

̶  ¡Eres una idiota! ¡Madura de una vez! –exclamó antes de sentarse de nuevo– Le has pedido el divorcio sin hablar antes con ella... ¿qué demonios haces? –bajó la voz.

̶  ¡Me está engañando con Sam! –vociferó alterada.

̶  ¿Qué? –se escuchó una tercera voz– ¿Quién te está engañando conmigo?

̶  ¡Sam!¡Lexie! –la morena corrió hacia él y la doctora que estaba a su lado– ¿Cómo está? ¿Se pondrá bien?

̶  Ha sido una operación delicada y larga... –comenzó a hablar la rubia doctora– Hemos recolocado su hombro, de su tobillo hemos retirado un trocito de hueso que estaba incrustado en un tendón y, por suerte, lo del pulmón sólo fue un corte superficial y pudimos drenar la sangre.

̶  ¿Se pondrá bien entonces?

̶  Sí. Es una chica muy fuerte. –dijo el castaño haciendo que la morena se relajase al instante, abrazando a su esposo entre lágrimas.

̶  Gracias al cielo... ¿Cuándo podré verla?

̶  Yo también quiero verla. –habló la ojiazul.

̶  ¿Eres su esposa? –preguntó la doctora.

̶  Ex esposa. –aclaró la morena antes de que la rubia contestase.

̶  ¿Ex? –preguntó el castaño, confundido.

̶  Le ha pedido el divorcio porque asegura que mientras ella ha estado trabajando fuera, Gabri se ha ido a la cama contigo. –volvió a responder la morena.

̶  ¿Qué? –gritaron al unísono los dos doctores.

̶  ¡Gabriela te ama! –exclamó el castaño frunciendo el ceño– ¿Me estás tomando el pelo? ¡Ella jamás te engañaría! Y yo nunca me metería en vuestra relación. Si no lo hice cuando tuvisteis aquella pelea cuando la conocí, ¿por qué lo haría ahora? Yo siempre supe que tenía cero posibilidades con ella. Además, ahora tengo pareja y la amo. –tomó la mano de la doctora haciéndola ruborizar y la ojiazul abrió los ojos como platos.

̶  ¿Y por qué ibas a mi casa cuando yo no estaba? ¿Y por qué el mensaje que decía que no te contestó porque yo estaba cerca y teníais que hablar de lo ocurrido?

̶  Porque tu mujer o ex mujer es una testaruda. Le dije miles de veces que tenía que hablar contigo y contarte el problema que tenía antes de que fuera demasiado tarde, pero no me hizo caso. La muy terca no quería preocuparte.

Pasado, presente y futuroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora