Capítulo 9

43 5 0
                                    

Solté un jadeo y mi corazón comenzó a latir frenéticamente cuando sentí su fija mirada en mí. Froté mis ojos pensando que era un espejismo, pero no lo era. Mis lágrimas salieron sin mi permiso y un sollozo ahogado abandonó mi garganta. Frente a nosotros se encontraba el amor de mi vida con un elegante vestido blanco, unos altos zapatos de tacón y un ramo de flores entre sus manos. Tulipanes y margaritas. Otro sollozo salió de mi garganta al ver sus hermosos ojos y no resistí más. Mi cuerpo reaccionó y corrí hacia ella, lanzándome a sus brazos y dejando caer el ramo al suelo.

̶  Regi... Regi... -la llamaba entre sollozos mientras la abrazaba más fuerte- Estás aquí... -me separé un poco y la miré a sus preciosos ojos azules que denotaban cansancio- Estás aquí...

̶  Necesitaba verte... -me habló suave mientras me acariciaba la mejilla y yo cerré los ojos ante el contacto- ¿Estás bien? Tienes los ojos un poco rojos e hinchados. -los abrí.

̶  ¡Jesús, sí! Ahora sí lo estoy. -tomé su rostro entre mis manos y la besé con firmeza. Ella rodeó mi cintura y me apretó contra su suave cuerpo- ¡Cielos, Regi! ¿Por qué no me dijiste lo que estaba pasando? -le pregunté al romper nuestro beso- Nina me llamó hace menos de media hora muy preocupada porque no sabía nada de ti... -me interrumpió.

̶  Quería que estuvieras ajena a todo eso y que disfrutaras del tiempo que me pediste... Nada de esto es culpa tuya. Lo busqué y provoqué yo sola con mis estupideces. -me quedé atónita.

̶  ¡Por todos los cielos! ¿Sabes el miedo que he sentido? Loreen y yo íbamos a tomar el primer vuelo de vuelta a Los Ángeles para ir a buscarte porque no sabíamos dónde estabas. -nuevas lágrimas resbalaron por mis mejillas y ella las limpió- Cuando nos disponíamos a marcharnos, recibí una llamada de Daniel, nuestro portero, diciéndome que había un problema en nuestro ático. ¡Jesús! Estaba tan nerviosa y preocupada por ti que él me tuvo que traer ya que era incapaz incluso de abrochar mi cinturón de seguridad porque no dejaba de temblar. -señalé al rubio que estaba aún sosteniendo a nuestra hija en sus brazos- No vuelvas a hacerme una cosa así, Regina. Por favor. Pensé lo peor. Si a ti te pasara algo... -me estremecí ante la idea. En ese momento pude entender un poco a mi madre- ...yo me muero. -dije en un hilo de voz y ella me volvió a abrazar estrechamente, enterrando su rostro en mi cuello y dejando dulces besos ahí.

̶  Estoy aquí, cariño. -me susurraba entre besos y yo la abracé más fuerte aún- Thank you for helping her. -le habló al rubio tras tranquilizarme y éste hizo un gesto con la cabeza.

̶  Él habla tu idioma, Regi. Estoy segura de que lo recuerdas... -asintió mientras me abrazaba más fuerte aún, como queriéndome proteger de él.

̶  ¿Cómo olvidarme? Es el chico que apareció una vez en tu primer apartamento. Aquel que te abandonó cuando más lo necesitaste. El que habló sobre tu anorexia y tu supuesto intento de suicidio, ¿no es así? -acusó frunciendo el ceño.

̶  Regi... -empecé a decir separándome de ella, pero el rubio me interrumpió.

̶  Tiene razón... Te abandoné y no hay día que no me arrepienta por ello. No me comporté como un verdadero amigo habría hecho, pero siempre la observé... -la ojiazul lo interrumpió.

̶  Entonces sabrías que no intentó suicidarse, idiota. -escupió con odio- La atropelló un auto mientras intentaba salvar a su gato...

̶  ... -bajó la cabeza.

̶  Por favor, basta. -rogué.

̶  Ya lo sé. Ahora lo sé. Nos encontramos anoche, por casualidad, y hablamos sobre ello.

̶  Lo sé. He visto las fotos. -seguía con el ceño fruncido.

̶  Sólo hablamos. -le dije tomando su rostro entre mis manos para que me mirase a los ojos- Yo no... -me interrumpió.

Pasado, presente y futuroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora