Era el día más temido por Juan Manuel.
Sabía, con antelación, que los días antes del partido, más específico tres días antes, entrenaban hasta que su cuerpo doliera y necesitaría dormir tres años. Pero era necesario, o eso decía el entrenador. Así que todos aceptaban, y él, siendo capitán, jamás se negaría, era el líder de todos esos muchachos. No podía defraudarlos. Sin embargo, no contaba, tiempo atrás, que conocería a cierto omega que haría que sus planes cambiaran y, ni sabía, si Pepe le haría caso y pasarían la mayoría de sus días juntos. Y extrañaba a su omega. Si, habían pasado la tarde anterior juntos, sin embargo, lo extrañaba, no podía estar así. ¿Así se sentían los drogadictos?
Lo que fuera, tenía que esperar, aunque su corazón doliera al no ver todo el tiempo a Pepe. ¿Estaría obsesionado? Nombren algo, y seguro lo siente. Tal vez era la primera vez que se enamoraba de verdad y experimentaba la dicha de querer a alguien a plenitud.
Estaba listo para enfocarse en el partido, un poco, al menos. Terminó de ponerse su calzado y salió de la habitación celeste hacía el baño a cepillarse los dientes.
—¡Hoy irás en bus! —gritó su padre para salir a toda prisa y encender su auto. Siempre hacía lo mismo cuando no quería llevarlo y, básicamente, huía.
—¡Pero ya verá cuando venga! —exclamó su madre—. Debí casarme con un cantante y no contigo.
Como si él pudiera escucharla.
Llevaban una relación amor - odio. Demasiado cómica para fallar.
—Listo, llevo esto para mi refrigerio —señaló guardando un par de manzanas y mandarinas—. Adiós, má.
Dejando un beso en su mejilla, salió de prisas, en busca del bus.
Casi lo deja. Así se debía sentir Pepe. Oh, el pequeño otra vez en su mente.
¿Cómo estaría a esas horas? Lo llamó. Dos pitidos y al tercero contestó, jadeando.
—H-hola —saludó—. Recién me levanto.
—Ay, no, pequeño —hizo un puchero, realmente deseaba verlo.
—Pero ya estoy listo.
—Creo que ya estamos por tu parada. Si quieres hago que el chofer se detenga. No te puedes venir caminando otra vez, pequeño.
—Espera —colgó.
Supuso que saldría corriendo de su casa para alcanzar al bus.
Y así fue, el alfa se fijaba en cada parada que se acercaban cada vez más a la casa de Pepe; al llegar, vio la pequeña figura de su, ahora, omega corriendo para alcanzarlo. Sus plegarias habían sido escuchadas, él subió jadeante al autobús y buscó con la mirada al alfa, Pepe se emocionó al escuchar que Juan Manuel estaría también en el bus, quería verlo por última vez antes de esos ocupados dos días que el rubio tendría. Pepe observó una mano alzada y avanzó con una gran sonrisa en el rostro hacía él, el bus arrancó antes de que el pequeño pudiera siquiera acercarse al asiento, causando que se tropezara pero no cayó, el alfa se había asustado al verlo tropezar.
Levantó su mochila dándole espacio al más bajo, miradas curiosas y algunos murmullos de sintieron, pero ambos los ignoraron.
—Hey, pequeño, ¿estás bien? —preguntó al ver sus ojos algo dormidos y su desordenado cabello. Agradeció un poco que haya despertado tarde, pues su aroma se sentía bastante fuerte.
—Si, ¿y tú? —El más bajo bostezó y frotó su ojo.
—También, estoy feliz de que nos encontremos... ¿desayunaste?
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Un olor peculiar
RomanceConoce a nuestro chico popular, rubio y sin cerebro "Juan Manuel" que se enamora primera vista, o bueno, olfato, del nerd del colegio "Pepe".