Capítulo Seis

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Mientras Pedro y Kevin caminaban por el bonito parque alumbrado por la luminosidad de la luna, que se iba alzando al paso de las horas.

—¿Qué no estaba con Pepe?

—Quien sabe, tal vez lo espanto —rieron juntos, Kevin pasó un brazo por los hombros del otro. ¿Cuándo se habían vuelto tan cercanos?

—Nos trató caca en su casa, se lo merece.

—Totalmente.

—No entiendo qué película era esa, jamás vi algo tan horrendo en mi vida —tapó con su mano el bostezo inminente.

—Concuerdo —arregló los cabellos que caían en aquellos ojos dorados verdosos—. Necesitas cortarte el cabello.

—Lo haría, la vanidad no me deja, además así conquistó a muchos pretendientes —guiñó el ojo izquierdo y Pedro riendo negó—. ¿No crees que me veo bien? No digas nada, me inflas mi autoestima.

—Te ves bien, no eres mi tipo.

—Es que mi nombre no es Alberto —bromeó.

—Alberto no es mi tipo, tipo. ¿Me entiendes? Me gusta, pero no es fijo el tipo de omegas que me gustan.

—Alberto es el tipo de todos —exhaló—. El de Carlos. Delgado, más bien esbelto, curvilíneo y pequeño.

—Pues eres todo eso que dices. Delgado, curvilíneo, menos pequeño, seguro tomabas leche de jirafa —enumeró para concluir con una risa.

—No soy tan alto, tú tienes una estatura demasiado promedio. A diferencia de Gary...

—Ni lo digas. Está detrás de Alberto como un chicle.

—Ese tipo es muy raro. En la clase de Jiménez no paraba de hacer preguntas sobre él... Y Carlos no dejaba de molestar en clase, no entiendo que es lo que pasa por su cabeza.

Kevin suspiró al pensar en Carlos nuevamente.

—Por ahí solo pasa aire. Es un idiota.

—Si yo fuera omega... No tendríamos por qué escondernos o—

—Hey, no digas eso. Si fueras un omega de todos modos hubiese sido un patán y probablemente se habría ido con un alfa o algo, su novia se sentiría mal si supiera.

—No lo sé...

—No te sientas mal, por favor —lo abrazó por la cintura y trató de reconfortarlo—. Si de verdad te quisiera no tendría por qué esconderte. No está mal que se gusten siendo alfas. Ya sabes lo que dicen, alfa y alfa tienen crías poderosas.

—Cielos, ese es un mito estúpido.

—Quizá, pero inténtalo.

—Espero no quedarme solo para siempre, ¿sabes? Antes de Carlos nunca había pensado en casarme o cualquier cosa... No sé si pueda volver a enamorarme.

—No seas negativo, con esa carita no te vas a quedar solo, créeme.

Kevin le sonrió sinceramente y Pedro recostó su cabeza en el pecho del más alto.

—Gracias, aprecio tu opinión crítica con respecto a mi belleza —se separó y estiró los brazos—. Tengo sueño.

—Eres cómodo.

—¿Ah? —asintió confundido—, supongo que sí.

—Te acompaño.

—Está bien.

Caminaron al mismo paso por una calle larga, su casa quedaba en una esquina así que era bastante visible. Al menos tres calles más. El color celeste claro la hacía resaltar.

Un olor peculiarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora