El día perdido de Alberto

6 1 0
                                    

Aunque la mayoría de integrantes estaba ahí, acomodando globos o limpiando el lugar, Alberto no había llegado.

¿Qué pasó con él?

Bueno...

El día anterior al terminar su discurso motivacional, se encontraba un poco mejor del desastre que era. Y bueno, sabía que necesitaba otro clavo, aplicaba también a nivel de necesitar atención, no obstante, solo era teoría. Encontrarlo era el asunto.

¿Quién no quería salir con él? Sin contar a su, ¿antiguo? amigo Pedro, por obvias razones no deseaba esa clase de acercamientos

Incluso al salir se lo demostraron, un alfa corrió para alcanzarlo y decirle lo mucho que quería salir con su hermosa persona.

¿No crees que es sospechoso?

Aceptaría igual.

—Está bien —respondió sin pensarlo mucho, el tipo no era feo—. Salgamos.

El tipo, como sea que se llame, sonrió y tomó al omega por la cintura alzándolo.

«¿Qué demonios?» pensó en una fracción de segundo, ¿el tipo no sabía que era "espacio personal"?

Hizo una mueca sumamente disgustada.

—¡Gracias! ¡Prometo que no te arrepentirás! —exclamó y lo puso en el piso con delicadeza—. ¿A dónde quieres ir? Tenía planeado, si es que aceptabas, no es que esperaba que lo hiciera o algo... Pero, bueno, quería llevarte al parque que queda por el lago.

Cambió de expresión, no era tan atractivo hacer muecas ante todo.

—Eso suena bien —extraño, pero lo suficiente agradable—, iré a mi casa. ¿Nos encontramos en la cafetería de la esquina?

—¡Sí, claro!

—Nos vemos —se paró sobre sus dedos de los pies y besó su mejilla, alejándose observó su reacción. La sonrisa brillante y la mano tocando la mejilla. Seguía siendo un tipo extraño, se alejó despidiéndose con la mano.

El sentimiento era confuso. Emoción porque alguien le miraba como quería y, era divertido, salir con alguien que no conocía le generaba adrenalina.

Aún así, continúo con la cita. No tenía que perder.

Llegó a su casa. No escuchó ruido alguno, así que asumió que no estaban sus padres. Exhaló con alivio.

Los días en su casa, eran normales. Claro, después de la tormenta viene la calma, ¿o era al revés?

Luego de entrar empapado y mentir sobre su anterior paradero; recibió un buen regaño y todo se había calmado. Aún podía sentir la mirada cargada de reproche de su padre, ella no fue suave en ningún momento. Hasta estuvo a punto de prohibirle salir, su madre intervino, mágicamente, y alegó que ya era un chico grande.

Si supieran que vio al alfa que despreciaban.

Si supieran que no era el chico maduro e independiente que mostraba a todos.

Fue a la cocina y sacó una manzana, no tenía ganas de ir al partido al día siguiente, de todos modos ya había hecho su parte y nadie notaría su ausencia allí, aparte de todos esos tontos que coqueteaban con él de lunes a viernes. Pensó en el chico con el que saldría... ¿Cuál era su nombre? ¿Lo había mencionado? Solo era un tonto más, uno con suerte.

Pobre chico, en algún momento le diría que salió con él para quitarse el "despecho", para buscar atención que carecía de sus padres, para apaciguar el malestar interno. Mientras tanto, trataría de ser amable y receptivo con él. No merecía tanto maltrato.

Un olor peculiarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora