Capítulo 22

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Convulsión Ilícita

El sonido retumbaba en mis tímpanos, era la típica fiesta donde puedes gritar y hacer el desorden que quieras y todo era legal, era como la purga party.

Buscamos a Andrés y Eddy y resulta ser que estaban acompañados de otros que estaban en el mismo años que nosotros, jugaban algo con las botellas y Eddy se acercó a nosotros —Todo está excelente, disfruten todo que yo voy a la otra plata a buscar algo importante —¿que podría ser más importante que disfrutar de una fiesta para Eddy?. Cuando volvimos a mirar Andrés no estaba en dónde lo habíamos dejado.

Lina me miró extrañado y me dijo que buscaría a Andrés —Ocupate de preparas algo para beber y yo lo encuentro, debe estar en algún lado —Se desapareció entre la multitud y yo me dirigí al lugar más obvio dónde pueden poner botellas y servirte lo que quieras. La cocina.

Me comencé a  escabullir entre la gente y llegué hasta unas habitaciones, entré en ellas y era un lugar más privado un idiota del año anterior me detuvo —No puedes pasar aquí, solo está autorizado los que Eddy decida —lo miré con impulsividad y Repliqué —Quita tu asquerosa mano de mi pecho si no quieres que termines en el hospital por tener los dedos y tú gigante nariz fracturada —Bajé su mano de golpe y me le acerqué más —Y si no tienes conocimiento de lo que te rodea, soy quién estudia con Eddy, amigo de eddy y quién puede decidir si sacarte de aquí si sigues haciendo el papel de ridículo —El impulso me llevaba a no quedarme tranquilo, tomo demasiadas decisiones sin pensarlo y el muy idiota había cegado mi personalidad amable sacando lo que de verdad me caracteriza, ser un atorrante.

El idiota quedó petrificado ante todo lo que le dije y solo sollozaba —Lo... Lo siento, solo estoy cumpliendo lo que me dijeron —se retiró de la puerta de la habitación y comenzó a pestañear intentando salir del trance.

Pasé a la habitación y estaban muchísima menos cantidad de persona, si era exacto, solo estaban los de último año y el penúltimo. Era como para entrar solo mayores.

Me acerqué a unas chicas de mi salón y les hablé —¿saben algo de Andrés? —me miraron extrañadas, yo no le hablaba a nadie que no fueran mis amigos y una de ellas me respondió —lo ví hace poco con alguno de sus amigos, pero no lo sé— ¿Amigos?, Eddy lo ví subir, yo estaba aquí y Lina no había entrado a esta parte de la casa.

Habían dos puertas más en el fondo y está sala era mucho más bonita, se encontraban mesas de pool forradas en tela roja, estatuas griegas se posaban en cada columna en la que estaban construida la gran sala, al fondo a la derecha un bartender servía tragos haciendo trucos con las botellas y vasos, habían Miles de luces que solo hacían tonos morados, rosados y rojos, se veía como una parte muy exclusiva y entrar ahí te hacía importante.

Llegué hasta el fondo y entré a la izquierda, abrí una de las puertas y estaba dos chicos y una chica, se besaban entre ellos y quedé ciego intentando ver quiénes eras, no lo logré a simple vista así que decidí cerrar la puerta y dejarlos pasar su buen momento.

Tocaron mi espalda por la parte de atrás —No lo encontré, me dijeron que lo vieron entrar aquí y que salir era complicado, ya que está zona era más especial —Lina lucía con un gran estrés encima —Tranquila, si está aquí, lo encontraremos —Le dije intentando calmarla.

Comenzamos a bailar y a dejarnos llevar por el momento, era divertido, era increíble y muy emocionante pasar tiempo con Lina, todo era risas y felicidad, pero algo siempre no la dejaba avanzar, algo la detenía y perdía su encanto. Era como si fuera capaz de apagar su brillo de un segundo a otro.

Fuimos a buscar un trago y comenzamos a beber, al mismo momento en que nos volvimos a juntar a la pequeña multitud a la pista, la puerta que abrí hace unos treinta minutos salió Andrés, arreglando su camisa y pantalones.

Bloc de Notas "Una Historia Entre Líneas". (EN EDICIÓN) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora