Capítulo 12

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Y cuando menos lo esperas una sorpresa llega.

Entré al baño y había olvidado la toalla. Volví a salir y mi madre ya estaba con ella en la puerta. Le sonreí y la abracé al verla.

-Gracias, mamá.

-Ten cuidado hoy, hijo, tu comida está abajo y no bebas por favor, no me gusta.

Le sonreí de nuevo y cerré la puerta, me retiré toda la ropa y quedé mirando al espejo. Era sorprendente como se me marcaban las clavículas en mi pecho y como se veía mi piel pálida mezclándose con las partes bronceadas ya que casi todo el tiempo estaba en camisetas. Abrí la llave de la tina y cuando comenzó a caer agua me recosté de la pared contraria al espejo. Aún me veía en él y comencé a pensar.

Sí, se que siempre pensamos, todos los humanos lo hacemos. Pero hablo del momento en que los temas que más te fastidian invaden tu mente, tu memoria e incluso dejas de ver, lo único que tus ojos reflejan son imágenes de lo que piensas, es increíble pero extraño.

Recordé el árbol donde encontraron a Rafael, lo que hacíamos y hablamos, el beso con Lina, en esta parte una electricidad entró por mis piernas causando un tic nervioso en mi ojo izquierdo, volando mi imaginación y haciéndome la pregunta ¿Que hubiera pasado después?

Quedé con ganas de saber o tener una respuesta, pero tenía cosas más extrañas que resolver como para preocuparme por una niña caprichosa que tal vez solo consigue siempre lo que quiere. Sin darme cuenta se llenó la tina y me metí en ella. El agua estaba a temperatura ambiente y me relajé, tal vez demasiado como para que sonara mi celular y estirar la mano hasta llegar a él y ver que quedaban cuarenta y cinco minutos para terminar y buscar a Lina.

Me salí de la tina y me enrollé en la toalla. Salí del baño y noté que mis papás no se veían por ninguna parte, me dirigí a mi habitación dejando un camino de huellas por mis pies mojados. Entré a la habitación quitándome la toalla y tomé ropa interior, me la coloqué y ví hacia el closet dónde estaban todas mis prendas de vestir.

Lina dijo que pensara que usar...

Tomé una camisa totalmente amarilla, era de tela fina así que no usaría camiseta debajo de ella, tomé un jean negro porque no es estar todo de amarillo, ¿No?.

Busqué entre mis cosas algún accesorio y encontré un reloj que no usaba de hace cierto tiempo y por suerte la correa era negra, un cinturón con bordes amarillos y me empecé a vestir. Quedaba muy bien, pero algo faltaba, no estaba totalmente cómodo. Ví una chaqueta negra de cremalleras plateadas, sin más la tome y me la coloqué.

Quedaba muy bien y solo me faltaba escoger unos tenis, pensé que si metía más negro sería demasiado, así que busqué y entre tanto pensar tomé unos Alexander McQueen totalmente blancos y finalicé el proceso.

Me gustaba y me sentía bien, nunca podían faltar los audífonos en mis bolsillos y mi billetera dónde estaban mis documentos importantes.

¿No les pasa que siempre que van a salir piensan que pueden botar la billetera y quedar desconocido?

Guardé el dinero que me dió mi padre para el celular en un cajón del closet y miré el cuaderno donde había hecho la nota anterior. Pensé en botarla pero fué mucho lo que me ayudó y lo guardé en una caja secreta. Salí de la habitación y bajé las escaleras, ví lo que mi madre me había preparado y me despertó las ganas de comer; lo hice de manera rápida. No tardó en llegar un mensaje de Lina diciendo que estaba lista. Salí rápido de la casa y ví el carro como un premio increíble. Me subí en el y lo encendí, me dirigí a casa de Lina y al llegar ella estaba afuera con su madre.

Bloc de Notas "Una Historia Entre Líneas". (EN EDICIÓN) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora