Capítulo 7

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Tragarse los sentimientos y los problemas también era normal en David Cage

Me envolví en mi silencio.

Ella siguió hablando de sus cosas personales y la verdad no le estaba prestando atención. Ahora se había aumentado mi ansiedad al querer expresar lo que sentía, pero recordaba como podía poner en riesgo lo que ya había averiguado de Rafa, confiaba en ella, pero no sabía los amigos que ella podía tener.

-Si bueno, y eso es lo que más me aterra de estar con él, pero vamos ya casi tengo 18, no quiero llegar virgen a los cuarenta.

Espera, ¿qué estaba hablando?, no había prestado atención a nada y no sabía cómo responder. Quedé en el aire sin solución al problema y ella me saco de mis pensamientos.

-Oye, ¿Qué te pasa?, Sé que no escuchaste nada de lo que te dije.

-Es que tengo tareas y no sabía que era para fechas tan cercanas -Me excusé.

-David Cage, podrás mentirle a medio planeta y a todo el infierno, pero no llevamos ni una semana de clases y tú no haces las tareas días antes, lo haces en la madrugada de el día anterior.

Maldición, ¿Cómo me conocía tan bien?, era un amor/odio fuertemente en mi interior.

-¿Has imaginado la muerte de alguien especial o cercano a tí? -Rompí el hielo ante todo las posibles excusas que pudieron crear mis pensamientos.

Quedó atónita, pero intento responder.

-Bueno, he imagino como sería mi vida sin mi madre pero no lo sé, es extraño, ¿Qué te sucede?.

-Solo son preguntas Perla, ¿No sé te ocurren todo el tiempo?, O acaso ¿solo piensas en perder tu virginidad antes de los cuarenta? -Maldición debía aprender a controlar mis impulsos.

Arqueó sus cejas y abrió abruptamente sus ojos -¿Qué mierda estás diciendo?, Además de ignorar todo lo que intenté hablar contigo, ¿me llamas zorra? -Eso hubiera existido la probabilidad de que alguien pasara por esa zona podría haber quedado estupefacto ante la magnitud de su voz alterada.

-Lo siento, es que sí, sí me pasa algo -No sé si había remedio ante semejante babosada.

Respiró hondo, miró hacia arriba y se recostó en el suelo de la grama.

Era un lugar tranquilo, no estaba repleto de flora pero se podía ver uno que otro árbol de buen tamaño, tenía tonos de verdes claros y una pequeña fuente en medio de el parque donde cualquiera podía ir y arrojar sus monedas para pedir deseos. Donde perla y yo estábamos, era una pequeña plaza donde el suelo estaba hecho naturalmente, no había bancos de maderas, sino troncos, cuatros postes de luz que le rodeaban y estaban apagado por ser aún las dos de la tarde.

-Quiero superar este momento tenso y entender qué te pasa David -dijo, moviendo sus manos en forma de círculos y creyendo entran en un papel de psicólogo.

Solté mi mochila y me recosté a un lado de ella, era muy pequeña y al pasar los años le había superado mucho en estatura. Quedamos de lado y lado, pero viéndonos fijamente.

-Cage, tienes unos ojos muy lindos, ojalá encuentres a alguien que te vea de una manera tan bonita que borre esas bolsas debajo de tus ojos y los haga brillar mucho -Sonó dulce, sencilla y muy calmada, había perdido el punto de estrés que le había causado con tan semejante insulto que le solté.

Por un momento sentí un cosquilleo en mi abdomen, era como ese famoso sentimiento de mariposas en el estómago, la mire fijamente y no hablé por mi cuenta.

Bloc de Notas "Una Historia Entre Líneas". (EN EDICIÓN) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora