Reencuentro.

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Tras haberse despedido de Deku, no tuvo las pelotas como para ir a visitarlo directamente. En un parpadeo, pasaron dos semanas en las que no lo volvió a ver.

La realidad era que sí esperaba encontrarse con esa cabellera verdosa en las múltiples fiestas a las que asistió. (Que en verdad, solamente participó con el objetivo de reencontrarse). No tuvo la suerte. O eso pensaba.

Estaba muy frustrado al respecto, porque siempre iba al lugar donde se conocieron o en zonas a su alrededor. Aún así, originalmente quiso salir solamente para despejarse las últimas veces, ya que gastaba toda su energía mental en encontrar al pecoso entre decenas de personas y luces de colores.

Y sí, consiguió algunas muchachas con curvas notorias, pechos enormes y anchos traseros. Pelinegras, pelirosas, castañas, rubias. De ojos cafés, verdes, azules. De todo un poco.

Algo que le estuvo matando la cabeza, es que al momento de llevarlas a la cama... ¡Su puta pija no colaboraba!

¡No se le paró! ¡Ni-una-puta-vez!

Y fue la cosa más incómoda tener que recibir interminables mamadas, tener la sensación de inconformidad tan horrorosa... No importaban esas gargantas profundas porque al final, su pito estaba tan flácido como un fideo spaghetti recién cocido.

Era muy decepcionante y humillante tener que llevar a las muchachas a sus respectivas casas sin haber hecho que tengan múltiples orgasmos.

Un golpe muy duro a su orgullo.

Bueno, aunque quiso ir al hogar donde yacía el antes mencionado pecoso, no pudo. Tampoco pueden culparlo al respecto. No podía ir a su casa sin siquiera saber sus horarios, corría riesgo de que no esté allí al momento de visitarlo. No poseía su número de teléfono y a penas sí sabía su nombre.

Aunque, esa madrugada en la soledad de su habitación, se dió cuenta de varias cosas.

Hace catorce días que no cogía con nadie... Eso era muchísimo. Era joven y se suponía que tenía las hormonas en su cúspide, ¿no es así? Por lo que, nadie podría culparlo por darse algo de amor propio.













---. ¡Jod-deeeer!~.---



















Sí. Nunca ha hecho nada más vergonzoso.
















Sí. Se estaba masturbando.















Y quizás lo estaba haciendo con la imagen mental del dios griego con el que se había acostado la última vez.




























Estaba sentado al borde la cama con los bóxers a su costado. Sentía las gotas de sudor deslizarse por su sien, llevaba al menos diez minutos haciendo lo mismo. Subía y bajaba su mano por su falo, intentando encontrar el orgasmo.

No estaba lográndolo.

La punta de su pene estaba cubierta de líquido preseminal, su brazo comenzaba a cansarse.

Rendido, se dejó caer en el colchón, aún con su miembro totalmente duro y recto. Dió un largo suspiro, totalmente frustrado. No solo su pito no se levantaba, ¿ahora no dejaba salir el esperma?

Carajo.

Se odia, en esos momentos. Porque se gusta demasiado como para decir que siempre lo hace.

Se odia, más aún cuando sintió algo parecido a una punzada en su entrada. Se levantó al instante, en medio de la total y absoluta confusión.

Solo de una noche, ¿verdad? [REINICIO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora