Fresas.

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—¿Qué mierda me está pasando?

No, él nunca fue así. Siempre tuvo preferencia al sexo vainilla, ¿pero eso...? Eso se sintió demasiado bien.

No se entiende ni siquiera a si mismo, no entiende absolutamente nada de lo que ha estado pasando éstas últimas semanas.

Aún no puede decir que es completamente gay, sin embargo, si es Deku, él puede muy tranquilamente ofrecer su puto culo para que se sienta satisfecho y lo parta en dos.

Eso es quizás lo que menos entiende.

Ese chico de pelo verde y pecas que quiere besar entero, provoca estragos, no solo en su cuerpo sino también en su mente. No termina de comprender esa extraña capacidad que tiene de encender un interruptor en su calentura, nunca había llegado a esos extremos.

Toques en la puerta.

—Kacchan, traje fresas con chocolate y crema, ¿quieres?

—¡Te dije que quería pensar, Deku!

—Pero es que me las iba a terminar solo de otra forma...

—¡Pasa, joder!

—Perdona la intromisión...

—Ya no tengo privacidad.

—No desde que vives conmigo, Kacchan.—Ésta vez, esa sonrisa, si fue sincera y transparente.

Vivir con él. En realidad, no es que no tenga casa. Tampoco tuvo problemas con ella. Es que actualmente, cuando llegaba ahí, se sentía solo. Es decir, solo... Ya saben. Como cuando el silencio es demasiado y ni siquiera cambia cuando pones música. Cuando te sientes muy pequeño en tu propia cama. Como si algo faltara. O alguien.

Se lo dijo a Deku de forma disimulada. Que quería compañía. Ciertamente, en ese momento fue una invitación a que tengan sexo en su casa. Pero ese día Izuku lo visitó con hamburguesas (la de él estaba hecha con verduras, le parece algo sin sentido), papas fritas, refresco y de postre, fresas bañadas en chocolate y con un poco de crema.

Ah.

—Trae esas putas fresas.

—¿No deberías...? Ya sabes. Quiero decir, no es que me moleste, para nada, me encanta verte así pero... Sigues desnudo, no sé si lo notaste.

Miró hacia abajo.

Mierda.

No lo había notado.

—Carajo... Deku, ¿me prestas un bóxer?

—Está bien.

El pecoso caminó hasta uno de los muebles que contenía calcetines, bóxers, cinturones, muchos condones y otras cosas que Katsuki no quiere descubrir que tiene en realidad.

Le dió uno rojo. Le hizo gracia.

—Sí que te gusta el rojo.

—Es mi color favorito. Por eso me encantan tus ojos.

Aprovechando la postura, Izuku dejó un besito suave en la frente de Bakugou.

—¿Qué demonios fue todo eso...?

Sí... Bueno, todavía no estaba del todo acostumbrado a esos arranques de ternura que Deku tenía. Lo extraño era que, siempre hacía algo similar después de haber tenido sexo. Como una especie de ritual que... No le desagradaba.

—No puedo evitarlo. Tienes un rostro muy besable.

—¿Besable?

—Me dan ganas de comerte a besos.

Solo de una noche, ¿verdad? [REINICIO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora