¿Por qué?

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Con las pocas fuerzas que sus piernas aún tenían, se levantó para proceder a vestirse. Fue directamente al baño para hacer aquello, pues Deku no quería verlo y compartían habitación.

Mientras se ponía su pantalón miraba sus piernas. Más específico, las marcas en ellas. No creyó que todo saldría de esa manera, al fin y al cabo él propuso la relación abierta, es más, estaban, en una relación abierta.

Así que no estaba tan mal lo que había hecho, quizás estaba mal que haya sido para provocar los celos de Izuku pero, a fin de cuentas, no del todo mal...

Solo se fue de la casa del pecoso en silencio, sin siquiera obtener una y estúpida mirada de esos orbes jade.

La culpa le pesó quizás un poco.

Un día, dos, tres... Una semana había pasado.

Había resistido más que eso. Bueno, antes. Ahora sentía que iba a morirse si Deku no lo volvía a hacer suyo de una puta vez.

No pudo acostarse con nadie más, no es que no quería, porque si no era Deku, pues buscaría a otro para satisfacerse. Pero con lo que había pasado la última vez se le cerraba la garganta y la polla se le ponía flácida de solo pensar estar con alguien más.

Se decidió por ir. Aunque sea de improvisto.

Una vez frente a la puerta, ni siquiera pudo tocar.

El cuerpo se le había tensado por completo y la mente la tenía en blanco.

Respiró despacio. Estaba con el puño formado, preparado y listo para chocarlo contra la apertura, pero no podía. Menos al recordar la mirada y el rostro de Deku la última vez que se vieron.

Asco.

¿Sentía asco por él?

¿Por qué seguía teniendo sexo con él entonces? ¿Siempre había sido así? ¿O solamente porque comenzó a acostarse con otras personas?

¡Ugh!, sea como sea, no es su culpa que haya reaccionado de esa forma. Que se joda.

Solo apoyó la frente en la puerta una última vez y retomó camino a su hogar. Pensando por primera vez, que no necesitaba de Izuku como para seguir viviendo. Se dispuso soportar la soledad.



















No estaría soportando demasiado...

Menos soportaba las intensas ganas de tomar su teléfono y revisar qué carajos había enviado el pecoso. ¡Ya era hora!, pensó, en cuánto oyó la notificación y el apodo tonto que tenía iluminó el artefacto.

A penas dos días habían pasado desde que había ido hasta el hogar del peliverde inútilmente ya que ni siquiera se dignó a tocar la puerta.

Se mordía los labios una y otra vez pensando qué clase de mensaje era el que había recibido. ¿Disculpas? ¿Una invitación? Una... ¿Despedida?

Inmediatamente después de ese pensamiento desbloqueó su teléfono y chequeó ese texto.

Kacchan, ¿quieres venir?
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¡Puta mierda! Su columna sufrió de escalofríos por la anticipación.

Sí, sí, por supuesto que sí, necesito verte, quiero besarte, quiero morderte, quiero que me folles hasta dejarme inconsciente, extraño tu voz, tus ojos, quiero tu puta polla enterrada en mis entrañas...

¿A qué hora?
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Ahora mismo.
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Solo de una noche, ¿verdad? [REINICIO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora