Prólogo

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- ¡Golpea más fuerte Kate! - Golpe alto. - ¡Eres una niña! - Rodillazo. - ¡¿Eso es lo mejor que tienes?! ¡No sabes golpear! - Me apoyo en mi pie izquierdo y pateo el saco, haciendo que Caleb, mi mejor amigo, además de entrenador caiga al suelo.

- ¿Que no sé golpear? - Se levanta adolorido, acariciando su espalda.

- Retiro lo dicho, pecas.

- Bien. Voy a cambiarme. - Asiento con una sonrisa y doy media vuelta dirigiendome al vestuario, quitándome las vendas de las manos.

Cojo mi chándal y mi ropa interior de mi bolsa de deporte y entrando a las solitarias duchas, para relajarme bajo la lluvia artificial antes de ir a trabajar.

Cuando salgo ya vestida y peinada, me encuentro a Caleb esperándome en su coche.

- Al fin sales, tardona.

Le golpeo el hombro riendo. - Calla que ambos sabemos que tu siempre tardas más que las mujeres.

- Mentira. - Levanto una ceja y se ríe, mientras agarro el casco de mi moto. - ¿Vas a trabajar? - Me mira colocarme el casco mientras subo el visor, para verle mejor.

Asiento seria. - Nos vemos esta noche... Espero llegar para cenar.

- Vas a llegar si o si... Hoy toca noche de tacos y cerveza.

- Mmm... Amo como cocinas.

El asiente riendo. - Eso es porque tú cocinas terrible... la otra vez casi incendias mi cocina.

Le miro mal, pero acaba contagiandome su risa. - Cierto. Bien iré a tu casa muy tardar las once, si me surge algo te digo. - Me subí a mi Ducati negra y enciendo el motor, haciéndola rugir.

- Claro. Te quiero, suerte y vuelve viva ¿Si? - Besa mi mejilla antes de bajar el visor y sube a la acera.

- Siempre. - Le guiño un ojo y arranco la moto, mirando el retrovisor mientras me alejo de él.

Quince minutos más tarde, y un par de insultos por el camino, llego a la comisaría, saludando a algunos compañeros, mientras coloco mi placa y mi pistola en mi cintura.

Miro la gran pizarra blanca que hay en mi despacho, junto a todas las fotos y documentos que la adornan. Estamos investigando una serie de asesinatos que creemos tienen algo en común.

Releo todas las pistas y la línea del tiempo de los tres asesinatos que tenemos, sin saber muy bien que hacer, cuando entra Alexei, mi instructor y amigo en la comisaría.

- ¿Algo nuevo? - Le digo sin apartar la mirada de las fotos de las víctimas.

- De esos tres asesinatos no. - Mira la pizarra apoyándose a mi lado, en la mesa. - Pero si hay algo nuevo.

- ¿El que? - Me giro prestándole atención.

- Otra víctima.

El asesino de la realezaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora