13 - La familia de Viuda Negra

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- Cumpleaños feliz, cumpleaños feliz te deseamos querida Katie cumpleaños feliz. - Varias voces empiezan a cantar bastante alto cerca de mi, queriendo despertarme.

- Agh. - Una luz me deslumbra la cara y me giro quedando boca abajo tapándome hasta arriba. ¿A quien se le ocurre despertarme cantando o mejor dicho, gritando?

Cierro los ojos volviendo a relajarme al no oír nada.

- ¡Princesa! - Alguien me grita en la oreja hundiendo el colchón al sentarse, mientras me quita las sábanas de la cabeza.

- ¡¿Que pasó?! - Me siento de golpe, como resorte y miro a todos lados buscando peligro.

Isabel está sentada a mi lado con las sábanas en mano, riendo, mientras que detrás de ella está toda la familia y mis amigos del equipo.

Jules sostiene una tarta de chocolate, sonriéndo, con un par de velas doradas formando un veinticinco.

Y... La ventana de mi lado muestra un paisaje oscuro... De noche.

- ¿Eh?

- Feliz cumpleaños pequeña.

- Felices veinticinco pecas.

Mis mejores amigos, se sientan cada uno a uno de mis lados, dejándome espachurrada entre sus brazos mientras me abrazan.

- ¿Qué hora es? - Se separan y me dejan coger mi móvil mientras se enciende.

- La hora de tu cumpleaños. - Sarah me sonríe sacando un mechero y yo analizo sus palabras.

- Un momento... La hora de mi cumpleaños, ¿De mi nacimiento? - Esteban asiente mirándome. - ¿Me estáis tomando el pelo verdad?

- Mir'alo por ti misma ricitos. - Daniel señala mi móvil riendo.

Lo enciendo, poniendo la contraseña y sin leer los veinti tantos mensajes de felicitaciones, viendo la hora, mientras Jules le da la tarta a su padre.

Las 5:45.

- Emm... No sé si mataros por levantarme a esta hora o quereros. En serio ni cuando trabajo me levanto a esta hora.

- Mejor quiérenos mucho y sopla las velas antes de que a mi esposo se le caiga la tarta anda. - Sarah prende el encendedor y con la pequeña llama ilumina ambos números de cera.

- Está bien. Gracias. - Me acercan la tarta y soplo las velas pidiendo tres deseos a petición de Jules.

- Felices veinticinco princesa, ahora abre ese regalo y te esperamos fuera en la sala de estar. No tardes. - Isabel besa mi cabeza, dejándome sorprendida y se va junto a los reyes que imitan su gesto. Jules me abraza al igual que mis amigos y Daniel, pero Theo se queda de pie junto a la puerta esperando a que todos salgan.

- Siento haberte despertado a esta hora, fue idea de mi hermana y cuando se propone algo no hay quien la detenga con su cometido. Ni siquiera nosotros estamos acostumbrados a levantarnos a esta hora. - Va separándose de la pared, hasta estar a mi lado para poder sentarse junto a mis piernas.

- No te preocupes, tu hermana es genial y lo hace con buena fe.

- Lo se. Por cierto... Felicidades. - Deja en mi mano una cajita alargada sonriendo. - Esto es para ti. Es uno de mis regalos.

- ¿Uno de tus regalos? ¿Hay más? No era necesario ni uno Theo. - Acaricio el lazo rojo que rodea la cajita negra escuchando como el sonido nuestras respiraciones altera el silencio de mi habitación.

- No te preocupes por eso. Ahora te dejo que abras este regalo y esa caja extremadamente grande y rosa. - Señala el regalo que su abuela mencionó antes. - Y yo voy a cambiarme.

El asesino de la realezaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora