14 - Los ojos del asesino

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Ayer pasamos todo el día con mi familia, y antes de que anocheciera, se fueron de palacio agradeciendo a la familia real por traerlos a la sorpresa de mi cumpleaños, que fue el segundo regalo de Theo, ya que hacía años no veía a algunos de mis tíos y familiares no tan cercanos.

Hoy vamos a ir a la casa de Adolph, por lo que me visto con unos vaqueros negros y una camiseta blanca sencilla de manga larga, junto a mis botas de combate. Me hago una trenza y cojo el cinturón para guardar armas y objetos que podríamos necesitar junto al chaleco antibalas que me voy poniendo por el camino.

- ¿Todos listos? - Avanzo por el pasillo que lleva a la sala de control, seguida de los guardias, el equipo y mis amigos.

- Si, capitán, listos para proteger y atacar.

- Bien. - Las puertas se abren con nuestra llegada y observo cómo el rey ya están dentro con un café, esperándonos. Mientras todos se sientan, voy directo a los planos que obtuvimos gracias a mis contactos, extendiéndolos en la mesa, bajo la atenta mirada de Esteban. - Según fuentes seguras de la policía y las aerolíneas alemanas, Adolph debería de estar en Alemania dos días más, por lo que no tendremos problema en entrar. La casa cuenta con una única cámara de seguridad en la entrada que tú, Carlos, ya que eres el experto, deberás de desactivar antes de entrar, ya te he mandado lo que puedes necesitar. - Me responde con una sonrisa, abriendo su portátil. - De las cerraduras te ocupas tu Nathan, conmigo, Jonas tu trae tu botiquín y yo también iré junto con Alexei, armados hasta los dientes si hace falta. No quiero sorpresas ni heridos, todos alerta ante cualquier tipo de situación ¿Queda claro?

- ¡Si capitán!

- A los vehículos. Ya. Hay que llegar cuanto antes. - Trotamos en fila seguidos por Esteban, que intenta seguirnos el paso caminando.

Llegamos al garaje, donde está el vehículo táctico para todos, que le pedí que trajera Alexei, abro las puertas de atrás y dejó que todos suban sus cosas con ellos, sentándose en orden, mientras mi amigo va al lugar del piloto, encendiendo el coche. Listos, cierran ellos mismos las puertas, a lo que yo voy a mi puerta, al lado del conductor, cuando jadeos de cansancio y el sonido de pasos apresurados, hacen que me gire.

- ¿Theo? ¿Qué haces despierto a las cinco menos cuarto de la mañana, y corriendo en pantalón de pijama sin camiseta, con el frío que hace?

- Quería... - Se apoya en sus rodillas intentando recuperar el aliento. - Quería decirte algo.

- ¿El qué? - Abro la puerta del coche, sin dejar de mirarle, con un pie ya dentro.

- Yo...

- Kate, tenemos que irnos ya. - Alexei me reprende con la mirada, señalando el reloj.

- Un segundo. Theo rápido. - Me giro haciendo el intento de sentarme, pero el aludido me sujeta el brazo, con su mano antes de que pueda lograr posicionarme.

- Katie... Ten cuidado, no quiero que te pase nada. - Veo en sus ojos la preocupación y algo que no puedo descifrar todavía, sobre sus mejillas sonrojadas al igual que su nariz, por el frio y los labios entre abiertos.

- Siempre lo tengo, tranquilo. - Acaricio su mano con las yemas de mis dedos, logrando que se relaje, y poco a poco me suelte, dejando que me siente bien abrochando el cinturón.

Alexei arranca el coche y avanzamos por la desértica carretera, dejando atrás el castillo, que se va haciendo cada vez más pequeño.

🩸👑🩸

Jugueteo con la pistola en mis manos, faltan cinco minutos para llegar a la pequeña casa de Adolph y se nota la tensión que hay en el aire, por no saber que encontraremos... Podemos estar metiéndonos en la guarida de un psicópata con fotos de sus víctimas por las paredes, de un asesino serial con armas y instrumentos de tortura, o una simple casa normal y corriente... O todas a la vez.

El asesino de la realezaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora