17 - El peligro de la noche

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POV KATHERINE

19:00

Ajusto los cordones de mis zapatillas de deporte, para salir de mi habitación.

- ¿Dónde vas? - Daniel me frena, cuando pasa delante de mi junto a Harry.

- A correr, daré una vuelta por la ciudad simplemente. No tardaré mucho.

- Adelantate, ahora voy. - Se dirige a Harry, y vuelve a mirarme. - ¿No crees que vas a pasar algo de frío con esa ropa?

Me repaso con la mirada y encojo los hombros. - Yo estoy bien así. 

- Aún así, ¿Solo con un top y unos leggins? - Asiento. Siempre que salgo a correr o a hacer algún ejercicio, llevo este tipo de ropa. - Bueno, allá tú, yo no llevaría el abdomen descubierto.

- No hay nada de malo en ir así. 

- ¿El frío quizás? Te recuerdo que vivimos en Londres. - Ladea la cabeza, intentando convencerme.

- Tranquilo, ya estoy acostumbrada a las temperaturas bajas, además ¿Qué es lo peor que me podría pasar? Como mucho que coja un catarro, pero no será así. No soy friolera ni nada por el estilo.

- Si tu lo dices, pero hay cosas peores que un resfriado, capaz te atacan. Las calles de una gran ciudad se vuelven peligrosas cuando el sol se pone. - Alza las cejas mirándome y yo niego la cabeza riendo.  - Yo te advertí eh, pero bueno, nos vemos en la cena.

- Hasta ahora, llegaré antes de cenar. A no ser que me ataquen. - Hago referencia a sus palabras y pongo mi móvil en la funda de mi brazo saliendo de palacio.

Recorro las solitarias calles de las afueras de Londres, hasta llegar al centro de la ciudad, iluminado por el gran árbol navideño y las luces colgantes.

Hay puestos de castañas, dulces y chocolate caliente rodeando la plaza, junto al gran mercadillo navideño que hacen casi todos los años para recaudar fondos y comprarles regalos a los niños de familias empobrecidas, o que están en el hospital en estas fechas tan especiales y únicas para ellos.

Bajo el ritmo, disfrutando de las vistas del ambiente invernal y hogareño que rodea la zona, escuchando villancicos alegres que cantan los miembros del coro que suenan a lo lejos, junto a las risas de los más pequeños que juegan en la pista de hielo, cuando una voz pidiendo ayuda llama mi atención.

Un hombre tumbado en el asfalto, es el dueño de los quejidos y lamentos que se escuchaban. Me acerco al callejón en el que está, esquivando a las personas que pasan bloqueándome el paso antes de agacharme a su altura.

- ¿Qué le ocurre? ¿En que puedo ayudarle? - Me aseguro que no tiene heridas, al menos visibles, y le miro extrañada. 

- N-necesito a-agua. - Con la mirada apunta el recipiente que traje conmigo, por si me entraba sed mientras corría, y entiendo lo que pasa.

- Oh, claro. - Me giro, para poder coger la botellita, cuando noto un gran peso sobre mi, haciendo que ruede quedando boca arriba, debajo del hombre. - ¿Qué hace? - Me remuevo bajo su tosco y pesado cuerpo, que impide que entre el aire a mis pulmones mientras intento, en vano, liberarme, cuando siento algo frío en mi abdomen.

Una navaja.

- Te arrepentirás por querer descubrir al asesino de la realeza guapa. - Presiona un poco el borde afilado bajo mis costillas. - Esto te viene demasiado grande.

- ¿Qué? ¿Cómo sabes eso? ¡Suéltame! - Intento no hacer movimientos bruscos y busco cómo pedir ayuda, pero de repente no hay nadie a nuestro al rededor.

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⏰ Última actualización: Jul 28 ⏰

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El asesino de la realezaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora