Las disculpas

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...3...

Narra: Gouhin

Lo siguiente será narrado durante los meses de embarazo, pero, desde la perspectiva de Gouhin.

Ella...Ella se fue.

Me dejó solo en aquella habitación y azotó la puerta mientras yo sentía como si los fantasmas de mi pasado se burlaban a carcajadas por hacerme perder el control.

Mi mente era un revoltijo de recuerdos e imágenes. No podía, pero, itentaba repetir cada una de las palabras que había usado para borrarle esa dulce sonrisa del rostro a la persona más importante en mi vida.

La cara me ardía, y sin embargo, no lloraba por eso, no, sentía, en lo más profundo de mi ser, algo que me consumía llevándome a la absoluta mísera.

¿Qué debía hacer? ¿¡Qué carajos debía hacer!? ¿Un hijo? ¿¡Cómo!? ¿¡Por qué!? Era imposible que ella y yo pudiéramos tener dependencia sin someternos a algún tratamiento ¿Acaso ella me fue infiel? ¿Alguien le hizo algo y no tiene la confianza para decirme por lo que ocurrió la última vez? Ella...¿Realmente estaba embarazada?

En un momento mi mente parecía querer explotar, un dolor de cabeza enorme me invadió y solo escuchar, provenir del silencio, el llanto agudo y molesto de un niño. Debía ser mi imaginación, debía ser que me estaba volviendo loco.

Corrí a la cocina por un vaso de agua, me terminé tomando dos.

Conforme pasaban los minutos, ese llanto disminuía y solo escuchaba el ruido sordo de las gotas caer. Estaba lloviendo con tanta fuerza, que parecía como si hasta el clima se hubiera puesto de acuerdo con mi dolor.

En otra ocasión, ese lluvia me habría parecido encantadora junto a un poco de té, y ella. Acostados en el balcón mirando a las personas correr, algunas tomadas de la mano, otras con papeles en una maleta y unas cuantas sin sombrilla, así hasta que las calles quedaran vacías.

Sin embargo, en ese momento, salir y ver la calle vacía, me hizo sentir peor. Esperaba ver un auto, correr hasta él y que ella me estuviera esperan...Esperen...¿De qué me serviría hacer eso? ¿Qué le diría?

El solo recuerdo de que era un hijo lo que estábamos esperando, volvía a generar un pánico en mí. No le tengo miedo a los niños, tampoco los odio, no obstante, la idea de ser padre nuevamente, me aterraba al imaginarme las discusiones que podrían haber, el estrés de las noches, ella gritándome porque no había llegado a cenar, todo eso, me llenaba de traumas.

Así pasaron mis primeras semanas, con recuerdos del pasado golpeándome y una sensación de vacío absoluto. Estaba intentando hundirme en el trabajo, sin embargo, no lo hacía bien, me equivocaba con los medicamentos y me perdía en mis pensamientos. Algunos pacientes notaron eso, y de forma amable me recomendaron ir al médico. Ja, si supieran que mi dolor no era físico.

Ese dolor que me consumía, no me permitía llamarla ni escribirle. Cada vez que tomaba el celular para hacerlo, los recuerdos de esa noche y el después, me hacían soltarlo.

Internamente, incluso deseaba creer que ella me había sido infiel para tener una excusa sobre la cual basar mi comportamiento.

Una excusa tan ficticia como los escenarios que mi mente inventaba. Escenarios en los cuales yo llegaba a buscarla y la miraba tomada de la mano de algún sujeto, alguien que nunca hubiera visto, pero, que fuera la respuesta a su embarazo y que con eso, pudiera justificar mi enojo.

Sin embargo, dentro de mi mediocre intento de olvidarla, o, aun más estúpido, odiarla, sabía que no era enojo lo que sentía, yo estaba aterrado.

Muy dentro de mí deseaba ir a buscarla,  abrazarla, sentirla, besarla, pedirle perdón aunque fuera de rodillas, pero, después de todas esas promesas que rompí en una sola noche ¿Con qué valor como hombre lo haría?

Solos en la destrucción (GouhinxLectora) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora