Valentina

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—Te ves tan hermosa, Juliana. —Miro sus grandes ojos brillantes que resaltan con el color que su vestido. La luz suave del salón de baile la hace ver como si estuviera resplandeciente, la sostengo en mis brazos y la miro fijamente mientras nos movemos con la música.

Se preparó en mi casa y tuve que esperar abajo con mi papá hasta que estuviera lista. Mi madre bajó primero y Juliana la siguió, bajando los escalones como algo salido de un cuento de hadas. Fue perfecto. Terminé subiendo los escalones para ayudarla a bajar. No quería que cayera con sus tacones.

Mi madre nos tomó fotos e hizo un gran alboroto por todo, y fue perfecto. Quería hacerlo parecer como algo importante, porque Juliana dijo que nunca había ido a un baile antes y tampoco yo. Pensé que merecíamos hacerlo antes de que saliéramos de la secundaria y fuéramos a la universidad. Además, quería que se sintiera especial, porque lo es. Es completamente perfecta.

El único punto oscuro era el hecho de que no quería ir a su casa para dejarme conocer a su papá. Realmente pensé que tal vez, ya que esta noche era tan importante, podríamos conocernos. Incluso traté de sugerir que tal vez ella querría fotos de su atuendo tan hermoso, pero inmediatamente lo descartó. Algo está sucediendo allí, pero no la voy a presionar esta noche. Esperaré otro día y si todavía no cede, entonces voy a aparecer una noche y hacerlo yo mismo. Amo a Juliana y no quiero tratarla, o a nuestra relación, como un secreto sucio.

Fuimos a cenar antes del baile y me dieron una habitación en el hotel donde se celebra el mismo. Le dije a mi papá que no estaría en casa y el simplemente asintió. Estoy seguro que se lo dijo a mi madre, pero en este momento no estoy preocupado por ello. Saben lo que siento por Juliana y estoy lista para decírselo.

—¿Podemos salir de aquí? —pregunta, pasando las manos por mi cuello y sonriéndome.

—¿Estás segura que no quieres otro baile? —pregunto, inclinándome y besando sus labios suavemente. No me importa quién esté mirando. Dejo que todos los demás en la habitación sean invisibles. Ella es lo único que importa. Es como si estuviéramos en nuestro pequeño mundo.

—Me duelen los pies —dice.

Sé que sólo está tratando de salir de aquí y no puedo decir que la culpo. Estoy lista para irme también. Es casi el final de la noche y casi todo el mundo ya se ha ido. Tomándola de la mano, la llevo fuera del salón de baile y a través del vestíbulo del hotel. Escaneo nuestra llave y tomamos el ascensor hasta nuestro piso. Una vez que estamos en la puerta de nuestra habitación, la recojo y la llevo dentro.

—Valentina, ¿qué estás haciendo? —Se ríe.

—Simplemente sentí como si fuera lo correcto por hacer, nena.

Cuando estamos dentro, la llevo a la cama y la recuesto. Nos quedamos allí un segundo y nos miramos, una emoción nerviosa pasando entre nosotros. Coloco mis manos a cada lado de su rostro y le doy un suave beso.

—Te amo, Juliana Valdez —le digo, mirando sus grandes ojos. Me sonríe tan dulcemente que me duele el corazón—. Apenas te vi me enamoré, nena. Me enamoré tanto y rápido. Quiero pasar el resto de mi vida contigo. Amarte y convertirme en todo para ti, como lo eres para mí.

Se pone un poco sensible y lleva sus manos a mi pecho.

—También te amo, Valentina. Esto se siente como la cosa más maravillosa que he sentido nunca. Es perfecto y estoy tan feliz de haberte encontrado. Te amo mucho.

La beso de nuevo, pero esta vez es más profundo. Estoy tratando de poner todas mis emociones en el beso para que pueda entender lo que realmente siento. Es la primera vez que se lo he dicho a alguien, además de mis padres, y se siente tan grande, pero muy bien.

Sus manos empujan mi smoking, y la dejo desnudarme. Sonreímos mientras nos besamos, ambas nerviosas pero listas. Bajo su cremallera. Se quita el vestido y luego se para frente a mí, vestida sólo con sus bragas blancas.

Sus pechos son pequeños con pezones rosados oscuros. Lamo mis labios con ganas de probarlos. Hace un movimiento para cubrirse, pero la alcanzo y la detengo.

—Eres tan hermosa, Juliana. Te amo mucho. Y no puedo esperar por hacerte el amor.

Me sonríe tímidamente y luego desabrocha mi camisa. Bajo mis manos y desabrocho mis pantalones, bajándolos por mis caderas, junto con mi ropa interior.

Sus ojos se deslizan por mi pecho amplio, por mi cintura, hasta mi polla palpitante entre ambos y da un paso atrás, escabulléndose en la cama. La observo por un segundo mientras se inclina hacia atrás y luego se desliza sus bragas, tendida en la cama completamente desnuda.

—Creo que me voy a desmayar —digo mientras toda la sangre en mi cuerpo se dirige a mi polla.

—Ven aquí, Valentina. —Me tiende una mano y coloco mi rodilla en la cama. Me encanta cómo su timidez conmigo se ha disipado poco a poco, beso por beso. Dejando sólo confianza.

En lugar de arrastrarme por su cuerpo, beso sus piernas, deseando conocer cada centímetro de su cuerpo. Tenemos toda la noche y tengo la intención de pasar cada hora tomándome mi dulce tiempo. Me muevo hacia el interior de su muslo y lamo la suave piel de allí, apartándolos más.

—Tengo que probarte aquí —le digo, mirándola a los ojos, antes de abrir mi boca y cubrir su coño completamente depilado.

Su sabor y olor me hacen gemir, y me doy cuenta entonces que soy adicto a comer su coño. La primera vez que la pruebo y sé que no será suficiente. No sé exactamente lo que estoy haciendo, pero trato de hacer lo que creo que hará que se sienta bien. Beso su coño como si besara su boca y luego chupo su clítoris como si fuera su lengua. Deslizo un dedo dentro de su canal húmedo y lo muevo dentro y fuera de ella lentamente. Está tan apretada, y cuando añado un segundo, se tensa un poco. Pero voy despacio y trato de hacerlo lento para no hacerle daño.

Se relaja debajo de mí, y gime con cada movimiento de su clítoris, por lo que sigo así mientras muevo mis dedos dentro y fuera.

—Mierda, tienes un sabor tan bueno, Juliana. Voy a necesitar más de esto después de estar dentro de ti. Ojalá pudiera comer tu coño y tener mi polla en ti al mismo tiempo.

Se aferra alrededor de mis dedos y me jala con fuerza el cabello. Uso mi mano libre para apretar mi polla, para evitar correrme demasiado rápido, pero no creo que nada lo detendrá.

—Por favor, Valentina. Estoy tan cerca.

—Yo también, bebé. Estoy a punto de correrme simplemente lamiendo tu coño.

—Oh Dios, hazlo. Eso es tan caliente. —Inhala y se retuerce contra mi boca.

Cierro los ojos y le doy lo que quiere, corriéndome sobre mí y las sábanas. No puedo evitarlo. Siempre que me pide que me corra, lo hago. Es como si mi polla estuviera bajo su mando. Realmente no lo odio, sólo me sorprende.

Las ondas del placer se disparan por mi polla pero no dejo de lamerla. Sus piernas se cierran a ambos lados de mi cabeza, y su espalda se arquea sobre la cama. Se corre en mi boca y la lamo. Sabe tan dulce que sigo chupando, esperando más. Cuando queda lo último de su placer, subo por su cuerpo, viéndola enrojecida por su orgasmo.

—Te ves tan jodidamente hermosa cuando te corres.

Se ruboriza hasta sus pechos y me inclino, tomando uno en mi boca.

—¿Estás lista para ser mía, Juliana?

—Por siempre. 

PROTEGIENDO A JULIANADonde viven las historias. Descúbrelo ahora