Valentina

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La miro por el rabillo del ojo mientras avanzo en la fila y agarro dos bandejas. Puedo ver su indecisión a distancia, y sé que si no me doy prisa se marchará. Por suerte, las damas aquí me conocen y me sirven rápido. Soy silenciosa, pero saben que puedo atiborrarme de comida, así que dos bandejas no son inusuales para mí. Juliana está inquieta y la veo mover su mano hacia su mochila. Me echa un vistazo y la miro con fijeza, diciéndole con la mirada que no se mueva. No puedo protegerla si huye de mí, y Dios sabe dónde acabaría si se perdiera. Nuestra escuela es enorme y odio la idea de que esté perdida y sola. Asiento hacia ella, dejándole saber que casi he terminado mientras saca su mano de la mochila colocándola en su regazo.

Camino al final de la fila, marcan mi comida y la cargan en mi tarjeta de la escuela. Mis padres ponen dinero en una cuenta escolar para mí y el coste de esto agotará el saldo. Ayudo a mi padre en la tienda de electodomesticos y tecnologia algunas noches y en los fines de semana de temporada baja para ganar dinero. Así que puedo añadir un extra a mi cuenta si lo necesito. No me preocupa si es para asegurarme de que Juliana tenga bastante para comer. Tendrá lo que malditamente quiera.

Llevo las bandejas donde está sentada, las coloco delante de nosotros y me siento a su lado. Podría fácilmente sentarme frente a ella, pero quiero estar tan cerca como pueda. Siento que mi cuerpo es mucho más grande que el suyo, así que puedo protegerla si fuera necesario.

Estos pensamientos sobre protegerla siguen apareciendo en mi cabeza y no sé de dónde vienen. Nunca he sentido algo tan fuerte por alguien tan rápido, pero la necesidad es abrumadora.

—¿Qué te apetece? —pregunto, empujando comida hacia ella.

—Esto es una tonelada de comida. Déjame darte algo de dinero. —Intenta alcanzar su bolso, pero pongo mi mano sobre la suya y la llevo a mi regazo.

—No te preocupes. Me comeré lo que no quieras. Así que mejor elige algo antes de que desaparezca.

Su sonrisa me impacta justo en el pecho. Es más poderoso que cualquier golpe que haya recibido jugando fútbol. ¿Cómo puede tener este efecto en mí?

Mira la comida, toma el plato con una rebanada de pizza y se lo acerca. Todavía sostengo su otra mano en mi regazo, así que con mi mano libre tomo una de las Coca-Colas y la coloco delante de ella, siguiendo con una orden de patatas fritas. Después de eso, tomo un brownie y lo dejo a su lado mientras mueve su mano.

—Es suficiente. Estoy bien. —Ríe y me mira a través de sus pestañas—. Podemos compartir. —Empuja el brownie entre nosotros, el pensamiento de compartir con ella suena íntimo.

Tomo una de las tres hamburguesas y doy un bocado mientras hace lo mismo con su pizza. Ninguna de los dos retira su mano mientras comemos. Es como si hubiéramos estado haciendo esto por más que unas pocas horas, y no tengo deseos de pararlo.

Se inclina hacia mí y me habla en voz tan baja que apenas puedo oír lo que dice.

—La gente está susurrando.

Miro alrededor de la habitación por primera vez desde que llegamos. Realmente nunca presto atención a lo que me rodea cuando estoy en la cafetería. Tomo un asiento vacío, como y me voy. A veces, leo en el patio interior antes de mi próxima clase, pero eso es todo. Capto unas pocas miradas antes de que la gente se gire, miro a Juliana y le quito importancia. —La gente suele hacerlo cuando estoy cerca. Ignóralos. No es por ti.

—¿Por qué crees que eres tú? —pregunta con genuina curiosidad en su voz.

—Porque no hablo mucho. Y soy reservada. —Me encojo de hombros y vuelvo a comer.

—Has hablado conmigo y no me conoces.

Me detengo y lo pienso durante un segundo. Tiene razón, pero no sé cómo explicárselo sin sonar loco. Toda mi vida mi papá ha dicho que soy un talento natural en lo que me propongo. Soy inteligente, entonces saco sobresaliente. Soy atlética, así que tengo un paseo completo a la universidad. Pero me ha dicho una y otra vez que necesito encontrar mi pasión. Que un día encontraré algo sin lo que no pueda vivir, y a eso es a lo que debería dedicar mi vida. Al mirar a Juliana, a sus grandes ojos marrones de ciervo encontrándose con los míos, siento que algo en mi corazón ha cambiado. Creo que he encontrado algo con lo que apasionarme.

—Eres especial —susurro y coloco un mechón de su cabello detrás de su oreja. Agacha la cabeza, pero puedo ver el sonrojo en sus mejillas antes de que se gire.

Nos sentamos en cómodo silencio hasta que la obligo a comer otra rebanada de pizza, la mitad de una hamburguesa y patatas fritas antes de que finalmente se rinda.

—Voy a morir. No puedo comer más —dice, intentando reprimir una risa.

—Aún tienes tu estómago para postre, así que todo está bien.

—¿Mi qué? —dice juguetonamente y me tenso por la urgencia de ponerla en mi regazo.

—Ya sabes, tienes un estómago para comida y luego uno para postre. Así que no importa cuánto comas, siempre hay espacio para los dulces. —Le estoy contando lo mismo que mi mamá me ha dicho desde que era una niña.

Desenvuelvo el brownie y lo extiendo hacia ella para que dé un bocado.

Niega, pero lo contoneo un poco y le sonrío. Ríe y se inclina hacia delante, abriendo su boca, e intento no mirar sus labios llenos cuando se abren y toma un bocado de la esquina. Siento su boca rozar mi pulgar y envía un calor pulsante por mi espina dorsal. ¿Cómo algo tan inocente y divertido se ha convertido en algo más en cuestión de segundos?

—¿No lucen íntimos?

Echo un vistazo y veo a Luis tomar el asiento frente a nosotros. Intenta acercar una de mis bandejas hacia ella, pero extiendo la mano y la agarro, echándola hacia atrás. Me da una mirada de ¿cuál es tu problema?, pero entonces se distrae con mi compañía. Sus ojos recorren a Juliana y la mirada lasciva que le da me enfurece. Quiero esconderla y enseñarle a este chico algo de respeto. Quiero golpear a mi capitán en los ojos porque no merece mirarla.

Juliana se tensa a mi lado.Tengo que sacarla de aquí antes de hacer algo que Luis lamentará. 

PROTEGIENDO A JULIANADonde viven las historias. Descúbrelo ahora