𝐎𝐧𝐞-𝐬𝐡𝐨𝐭𝐬 𝐒𝐭𝐚𝐫𝐝𝐞𝐰 𝐕𝐚𝐥𝐥𝐞𝐲

𝐒𝐞𝐛𝐚𝐬𝐭𝐢𝐚𝐧 × 𝐋𝐞𝐜𝐭𝐨𝐫𝐚

-𝐄𝐧𝐭𝐫𝐞𝐥𝐚𝐳𝐚𝐝𝐨𝐬 𝐝𝐞𝐬𝐝𝐞 𝐧𝐚𝐜𝐢𝐦𝐢𝐞𝐧𝐭𝐨-

Había una leyenda, aunque casi olvidada por su escasez en casos. Trataba de que dos personas desde que nacen están conectadas por alguna razón que desconoce el ser humano, pero no están conectados por las flechas de cupido, ni por gustos o por amor al arte, sino por un hilo rojo. Aunque no uno cualquiera, es el hilo rojo del destino, el cual da igual cuanto se enrede, se estire, se tense o se desgaste porque siempre permanece y nunca se rompe. Desde mi punto de vista lo llamaría el hilo infinito.

Era una leyenda que hacía que los latidos de mi corazón se empezasen a acelerar y hacer que mi adrenalina estallara. Sin lugar a dudas, era una fan de las leyendas, sino conocía una investigaba a fondo para saber todo de ella, hasta teorías de desconocidos de internet.

Por ejemplo, también soy una aficionada del debate de alma gemela vs el amor de tu vida, tan similares, pero nunca iguales. Mi cabeza llegaba a diferenciar a la perfección conceptos muy parecidos.

—¡Señorita ______! ¿Está usted bien? —preguntó mi profesor de filosofía.

Su expresión era confusa, no era de las que perdía la atención en clase y mucho menos en la suya. ¡Era su alumna de diez! Supongo que una persona me contase distintas percepciones de la vida de las personas que existieron y de épocas totalmente distintas me atraía. No como mi compañero de esquina, ese azabache de mirada perdida que hacía todo lo posible para hacer pasar desapercibida su pésima atención en clases.

—Lo siento, señor profesor.

—No es nada ______ —miró a los demás alumnos, a los cuales cada vez que quitaban su atención en clase les regañaba, ellos le miraban con cara de criticos y el sudor recorrió la sien de mi profesor—. Que no vuelva a pasar —intenté no reírme por su sentimiento de obligación al decir eso.

La clase prosiguió normal.

Narra Sebastian.

Todo este tipo de clases me resultaban un rollo en su totalidad, no importaba que me obligase o me reprimiesen por no poner atención, no conseguía atender. En mi cabeza solo estaba la necesidad de que empezase la clase de tecnología, robótica e informática. ¿A quién no le gusta esa clase? Era algo que siempre me preguntaba. Si a alguien no le gusta esa clase que no me hablara nunca.

Por fin sonó la campana para el recreo.

Narra _____.

Estaba reunida con mis amigos en la cafetería: Emily y Shane.

Este recreo se resumía perfectamente en "Los problemas amorosos de Emily". Emily nos contaba sus problemas con Clint, un chico que conoció el año anterior, que a finales de ese confesó lo perdidamente enamorado que estaba de mi amiga y ella no lo rechazó porque también sentía algo por él. Pero el problema es que ahora estamos nosotros en segundo de bachillerato y el en primero de carrera de ingeniería y han hecho un trío con alguien llamado distancia.