Capítulo 24

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Durante la mañana pensé en algún plan para salirme sin ser descubierta, no quería alarmar a nadie. Por más que le di vueltas a la situación, no encontré ninguna opción favorable. Además, la casa de Almendra quedaba retirada desde el punto donde me encontraba. Caminar esa distancia sería imposible con mi embarazo. Mi única opción era contarle todo a la madre de Siena para poder solicitar su apoyo y la hora de la comida parecía ser el momento perfecto. 

—¿Has pensado en qué hospital va a nacer tu niña? —me preguntó mientras cortaba su filete.

—No, primero me gustaría asegurarme de que no cargue con ninguna de las consecuencias de todo lo que me ha sucedido —tomé un poco de agua.

—Pero creo que eso ya está mejorando, últimamente las personas han estado más tranquilas —trató de animarme.

—Lo sé, pero en cualquier momento van a volver a reaccionar, no hay como terminar con todo desde la raíz.

—¿Y cómo sería eso? —paró de comer.

—Ayer hablé con Almendra para arreglar nuestras diferencias y de hecho quería pedirte tu apoyo. No tengo forma de cómo moverme y no quise hacerlo a escondidas —le expliqué.

—Te agradezco que me tengas la confianza, pero no sé si sea una buena idea por todo lo que me has contado de ella.

—Por eso mismo quiero verla. Ya es hora de que nos digamos nuestras verdades y terminemos con esto. Ayer entendí que si quiero darle un buen futuro a mi hija, primero tengo que arreglar mi presente. Por favor, ayúdame —supliqué con mis manos.

—Tendrás mi ayuda siempre y cuando se lo cuentes a tu madre.

—Te prometo que después de ver a Almendra se lo contaré todo.

Me siguió cuestionando, pero al final logré convencerla. Terminamos de comer y esperamos a que llegará la hora de la cita. 

Durante el camino seguimos conversando con respecto a mi encuentro con Almendra. Solo esperaba que no se arrepintiera de llevarme, la noté un poco insegura. Cada que el coche se detenía ella volteaba verme y yo escondía la mirada. Continuamos avanzando hasta llegar a nuestro destino.

—¿Estás segura? —me preguntó antes de estacionarse.

—Totalmente, confía en mí.

—Aquí estaré por si necesitas algo — dijo resignada.

—De verdad agradezco todo lo que has hecho por mí —abrí la puerta y caminé hacía la casa de Almendra.

Mis pasos eran cortos y lentos. Volteé una y otra vez a mi alrededor. Una parte de mí quería salir corriendo en ese momento. Jamás pensé que este día llegaría. Toqué mi vientre para recordar la razón por la cual estaba haciendo esto. Respiré profundamente antes de tocar el timbre.

—Pasa —dijo Almendra sin realizar ninguna expresión.

Me pude percatar que ya no tenía el yeso en su pierna, sin embargo, tenía dificultad para caminar. Esperaba que solo fuera parte de su recuperación. Siempre quise terminar con ella, pero nunca dejarla inmóvil. Pude percibir la tensión. Me seguía cuestionando si fue buena idea venir. Me sorprendió ver la casa sucia y descuidada. Almendra no lucía como antes. Quizás en este último mes ocurrieron cambios muy significativos.

—¿Vas a seguir observando? —preguntó hostilmente.

—Tienes razón, no vine a hablar del desastre que tienes —respondí firmemente.

Almendra comenzó a burlarse y después tomamos asiento. Su actitud me generó un poco de incomodidad. Entendí que no sería nada fácil y menos porque no iba a permitir que me intimidara.

Amanda RedDonde viven las historias. Descúbrelo ahora