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Richie se despertó, con rayos de luz dando en su cara y cantos de pájaros que revoloteaban en la calle. Richie se sentó en su cama y se puso las gafas, aún con sueño.

—Mierda, todavía es temprano.— dijo mirando el despertador que había en la mesita de noche, este marcando las ocho de la mañana. —Creo que esto de cambiarme de pueblo me está afectando.

Aún con cansancio se levantó de la cama y se fue rumbo al baño a darse una ducha, para luego vestirse y bajar a desayunar.

Ya duchado y vestido, bajó las escaleras en dirección a la cocina. En ella estaban Karen y Mike, el segundo recién desayunado justo cuando llegó.

—Me voy con Jane. Vuelvo a la hora de la cena.— dijo dejando su plato en el fregadero, después dirigiéndose hacia la puerta principal. Richie se limitó a hacer un gesto con la mano en forma de despedida antes de que se fuera por la puerta.

—Buenos días.— saludó el de gafas sentándose en una silla.

—Buenos dias.— respondió la mujer con una sonrisa. —Desayuna lo que quieras. Yo tengo que hacer recados y me llevo a Holly.

Cuando Karen se fue Richie se sirvió un tazón de leche con cereales. No había nadie más en casa, por lo que supuso que Nancy estaría trabajando al igual que Ted.

Richie terminó de desayunar y colocó cada cosa en su lugar. No le gustaba estar en una casa ajena sin ayudar en nada. Se sentó en el sofá pensando qué podría hacer; sin embargo, en lo único que pensaba era en aquel castaño que tanto le llamaba la atención.

—¡Claro! ¡Ya sé qué hacer!— exclamó antes de tomar algo de dinero y salir por la puerta, no sin antes dejar una nota diciendo que no iría a comer para que Karen no se preocupara.

Richie tomó la bicicleta vieja de Mike, ahora suya, para ir dirección a la floristería. No tardó mucho en llegar, ya que se conocía el camino. Se bajó de su bicicleta y entró a la floristería.

Sentía nervios, le dolía el estomago, se sentía mareado: no todos los días iba a pedirle a alguien una "cita"; sin embargo, ya estaba ahí. Se armó de valor y entró a la tienda. El castaño estaba en el mostrador leyendo un cómic. Eran las doce de la tarde, y no había nadie en la tienda. Richie imaginó que estarían preparando el almuerzo.

—Hola, de nuevo.— saludó el bocazas.

—Hola, Richie.— saludó Will con una sonrisa en su rostro. —¿Qué te trae por aquí?—

—Bueno, sabes que soy nuevo en el pueblo y me gustaría ir a algún sitio a comer.— respondió Richie.

—Claro, te puedo recomendar un par de lugares.— dijo Will mientras sacaba un papel y un bolígrafo. Mierda. Su plan no estaba saliendo como quería.

—¡No, espera!— exclamó el de gafas. —Ehh... Digo, ¿no sería mejor si vinieras conmigo? No conozco este pueblo y no sé dónde está casi nada; además, me gusta tu compañía.—Will se sonrojó levemente ante lo último dicho.

—Está bien. Mi turno termina en media hora.

—Bien, entonces te espero fuera, lindura.— dijo Richie mientras le guiñaba un ojo, antes de salir de la floristería. Will se sonrojó, sin añadir nada.

It all started the day I met youDonde viven las historias. Descúbrelo ahora