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Tras ese pequeño momento intenso en el parking con ojos verdes, un par de vueltas y 4 o 5 maldiciones al que se le ocurrió la genial idea de hacer un aparcamiento 3 veces más pequeño que el instituto, encontré un espacio vacío y estrecho justo en la calle de fuera, al lado de la entrada. Por suerte no había mucho tráfico, pero el buscar aparcamiento me ha retrasado bastante. Son las 8:40, hace 10 minutos que debería haber entrado en clase y voy por los pasillos corriendo sujetando la mochila con las 2 manos. Llego a la puerta, ya cerrada, donde ponen 11º A, mi clase.

Doy tres golpes en la puerta y abro poco a poco, siento 27 pares de ojos encima de mi, incluidas la del profesor Gregory, que en ese momento estaba comenzando su discurso de presentacion de inicio de curso. Este último se mira el reloj de muñeca.

—Vaya, Moore— clava sus ojos en mi de nuevo, con la cara seria a pesar de ser uno de los profesores con fama de el más ''guay'' del instituto. Le doy una sonrisa tímida—. Llegando tarde el primer día.

Bajo la mirada y me miro los pies, nunca había llegado tarde y no me gustaba ser el centro de atención. Y como empiece a dar excusas ahora mismo, sé que no voy a empezar el curso con buen pie.

—A sido culpa mia— una voz gruesa rompe el incomodo silencio que se había formado a mi alrededor, dirigo mi mirada hacia la voz que me estaba excusando y lo veo, rizitos de cobre me mira un segundo antes de volver su cara hacia el señor G-. No había apenas aparcamiento y yo le he quitado el único libre que había.

El profesor vuelve a mirarme, yo no sé que decir así que simplemente me encojo de hombros, sonriendo de nuevo con timidez a la vez que Gregory suspira.

—Sientate, que no vuelva a ocurrir—me dice señalando el único puesto libre que había, justo al fondo a la derecha. Mierda, no iba a ver ni torta, tenía miopía pero me daba demasiada pereza ir a la óptica y gastarme vete tu a saber cuanto en unas gafas para ver de lejos.

—Lo siento, profesor—asiento con la cabeza en su direccion y cruzo entre las hileras de mesas para irme hacia el final, siento que unos ojos siguen todos mis pasos, me siento observada y se por quien, así que le devuelvo la mirada, agradeciendo con ella el simple hecho de que me haya salvado el culo. No estaba muy bien visto llegar a las clases sin causas justificadas, así que sí, le agradecía el gesto.

Pero cuando le sonrío el no me devuelve la sonrisa, simplemente vuelve a mirar al frente, completamente indiferente a mi persona. Sé quien es, aunque no sepa su nombre, se habla de él entre todos los grupitos de chicas que se forman en los pasillos entre clase y clase, y se oyen todo tipo de comentarios obscenos sobre su persona, aunque a él más que molestarle, parece ser que le hace sentir orgulloso. Es un año mayor que yo, así que al parecer ha tenido que repetir curso.

Me río por dentro; que típico.

No le doy más vueltas al tema y me centro en la no tan emocionante charla que nos esta dando nuestro tutor sobre la importancia de empezar a ponernos las pilar. Discurso que nos llevan dando los tres últimos primeros días de curso.

Tras 6 clases más, en las que más que hacer clase hemos hablado sobre nuestro futuro, lo que nos iba a costar este curso, y mil cosas más que la verdad no recuerdo, salgo por la puerta del instituto acompañada de mis 2 mejores amigas, y las únicas, por así decirlo: Becca y Zoey.

LLevamos juntas desde que somos unas crias, cuando a mi se me cayo el bocadillo al suelo a la hora del recreo, y ellas se acercaron, ofreciendome de sus almuerzos. Desde ese entonces, nos hemos hecho inseparables.

—¿Y tú que, M&M?— pongo los ojos de blanco, me apodaron así desde que durante dos meses enteros me aficioné tanto a los M&M's que era lo único que se me veía comer en el instituto, y al ser mis iniciales 2 M, Megan Moore, les pareció buena idea ponerme ese estúpido apodo.

Magnetic.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora