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Cuando llego a casa, aparco de mala manera y salgo corriendo hacia mi casa como si la vida me dependiera de ello. Abro la puerta y la cierro detrás de mi de un golpetazo, tirando mi mochila al suelo. En el salón ya se encuentra mi madre con el portatil encendido, conectando la sala de zoom que nos comunicará con mi padre.

—Hola mamá—la saludo, dandole un beso en la mejilla mientras me siento junto a ella—. ¿Todo listo?

—Hola cariño, ¿que tal el día?—me mira un momento, me devuelve el beso y vuelve a prestar atención a la pantalla—. Sí, todo listo, ya le he pasado el link a su superior via telegram, así que no tardará mucho en aparecer.

Se le notan los nervios, le tiemblan las manos y al cogerle una, noto como le suda. La acaricio con el pulgar la parte superior de esta, alentándola a que se tranquilice a pesar de que es muy posible que yo esté más nerviosa que ella. En ese momento, en la pantalla parpadea una imagen algo borrosa, poco a poco se va haciendo la imagen más nítida y ahí está, mi padre nos sonríe de oreja a oreja.

Siento como mis ojos se humedecen, y antes de poder evitarlo, un par de lágrimas se escapan de mis ojos como una sensiblera.

—¿Como están las mujeres de mi vida?—un sollozo capta mi atención, lo que me hace mirar a mi madre, que esta sonriendo y con lágrimas en los ojos, creo que es un reflejo de mi ahora mismo.

—Papá.

—Cariño.

Tanto mi madre como yo hablamos al mismo tiempo, nos miramos y nos sonreímos. Parecemos patéticas en este mismo instante y lo sabemos, pero sinceramente, es lo último que nos importa.

—No lloréis—nos dice mi padre—. Sabéis que odio veros la cara empapada de lágrimas.

Una risa se escapa de mi boca, secandome las mejillas con las manos. Tenía mil y una cosas en la cabeza que quería decirle a mi padre, mil y una cosas que se me han olvidado justo en el momento que ha aparecido en la pantalla.

—Lo siento, papa— estrecho la mano de mi madre antes de continuar—. Es que te echamos mucho de menos.

—Lo sé, y yo a vosotras—nos sonríe, esta vez con algo de tristeza empapando su rostro, pero enseguida vuelve su habitual alegría que nos transmite como si lo tuvieramos justo en frente—. Y ahora, contadme, ¿como va todo por allí?

—La verdad es que, quitando la parte de que te echamos de menos, todo va genial—dice mi madre, mirandome con emoción antes de volver la mirada al portatil—. Hoy hemos completado las reservas en la peluquería hasta de aquí 2 semanas.

—Vaya, eso es increíble amor—mi padre la felicita, y entablan una conversación de la que no entiendo nada, pero no me importa, estoy feliz por poder tener esta conversación los tres juntos a pesar de que papá este vete tu a saber donde. Tengo la tentación de preguntarle en dónde está, ya por curiosidad, pero prometí que no insistiría a papá con ello. Estoy sumida en mis pensamientos hasta que noto un pequeño empujon en el hombro—. ¿Estás ahí, mini yo?

Adoraba cuando mi papá me llamaba así, siempre dice que soy su clon y que de mayor seré como él. Ya me gustaría a mi poder llegar a ser la mitad de lo que es. Le sonrío y asiento, no he escuchado los últimos 5 minutos de conversación por lo que no tengo ni idea de lo que me ha dicho, o si me ha dicho algo, así que agradezo cuando me repite lo que me ha dicho, como si me estuviera leyendo la mente. A veces da hasta miedo.

—¿Hay algún chico del que tenga que encargarme?—pongo los ojos en blanco ante la pregunta que me hace mi padre. Sé que en el fondo cree que los chicos caen rendidos a mis pies, pero no es así—. Necesito nombre y apellidos, nada más. Con eso tengo suficiente.

Magnetic.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora