14. Extraño*

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Los candidatos que esperaban seguían vigilando la puerta de vez en cuando, pero nuevamente Lucien no salió, en cambio otro sirviente se dirigió hacia otro de los candidatos y le indicó que lo siguiera, Dante mientras tanto estaba preocupado, el tiempo parecía pasar lentamente, él permanecía en un sofá rodeado de los candidatos del Reino Agua, conocía a ambos y hablaron un poco de la situación en las fronteras, pero el tema pronto se agotó, todos estaban muy nerviosos;

- ¿A dónde creen que los llevan? – preguntó uno de los chicos, su rubio cabello estaba peinado con una gruesa corona de oro.

- Probablemente a sus habitaciones – respondió Dante distraídamente.

- El tiempo que tarda cada uno es diferente... no creo que sea tan simple – dijo el tercero, a diferencia de los otros dos, este parecía un estudioso, su cuerpo delgado y sus manos delicadas le decían a Dante que nunca había tomado una espada.

Uno a uno los candidatos siguieron entrando sin volver a salir, hasta que solo quedaban 6, entonces fue el turno de Dante, este muy nervioso se puso de pie y siguió al sirviente. El amplio pasillo de piedra resonaba únicamente con sus pisadas, Dante nerviosamente tiraba de su ropa, sintiéndose extremadamente tonto. – Majestad – el sirviente abrió la lujosa puerta de madera, era muy alta con algunas joyas incrustadas y algunas aplicaciones de oro.

Dante cruzó la puerta sin saber que esperar; la habitación era muy amplia y luminosa, en el centro había un trono ligeramente elevado, pero detrás se podía adivinar que había un estudio, sin saber que hacer Dante caminó torpemente, entonces, la voz de la emperatriz se escuchó desde detrás del trono; - Espera – dijo antes de que escuchara el sonido de las hojas al pasar, Dante adivinó que debía estar leyendo.

2 minutos después la emperatriz salió de detrás del trono, bostezando, Dante se arrodillo al verla, cómo le habían enseñado – Su majestad – dijo rápidamente.

Laisa pareció no escucharlo y caminó lentamente hasta el trono y se sentó, Dante tenía la cabeza baja y no podía ver lo que pasaba, el silencio en la habitación lo ponía ansioso, era la primera vez que estaba solo en una habitación con una mujer y una mujer que podría volverse su pareja, y que fuera la emperatriz lo hacía peor. – Levanta la cabeza –

Dante tragó duro antes de levantar la cabeza con timidez, cientos de pensamientos corrieron por su cabeza, básicamente no sabía que esperar, no sabía por qué estaba ahí.

- ¿Cuáles son tus planes? – preguntó Laisa mirándolo cambiar de expresión, sus manos descansaban en el trono y uno de sus dedos recorría perezosamente los tallados dorados en el reposabrazos.

Dante pareció desconcertado sin saber que responder o a que se refería, Laisa sonrió de lado, notando que era más simple de lo que había imaginado, cómo militar esperaba que tuviera alguna idea de estrategia, pero al parecer Dante no notaba que estaba en medio de una guerra – Con tu hermano – dijo con voz perezosa, al notar que seguía sin comprender le aclaró – Tu hermano seguramente pedirá entrar al palacio para ser un concubino –

Dante la escuchó desconcertado, no había pensado que su orgulloso hermano aceptara ser un concubino, aunque ser el concubino de la emperatriz no es lo mismo que ser un concubino cualquiera, pensó con desanimo, Dante recordaba que la emperatriz se había mostrado entusiasmada con su hermano, este pensamiento lo deprimió e hizo odiar a un más su ropa, no solo no había destacado, si no que también había sido ridiculizado. Eclipsado nuevamente por mi hermano mayor.

Laisa lo miró cambiar de expresión, si fuera alguien inteligente me permitiría elegir a mi, pensó interesada en lo que diría, debería saber que esta aquí para ganar mi favor; así que su prioridad sería hacerme feliz, pero... si es alguien estúpido, directamente me pedirá que su hermano no entre, eso lo dejaría mal frente a mí, y poniéndolo en desventaja con los demás candidatos; quedando cómo alguien mezquino y celoso... ¿Qué elegirás Dante?

Dante odiaba a su hermano que lo había dejado en desventaja antes de empezar a competir, en su corazón sabía la respuesta que debía dar, pero estaba realmente reacio a decirlo, no quería que Mauro tuviera una buena vida en el palacio, pero si se negaba y su madre se enteraba el que sufriría sería su padre, que dolor de cabeza. – Su majestad... creo que debería traerlo –

Laisa se sorprendió, una cosa era aceptar lo que ella dijera y otra muy diferente era proponer directamente que entrara, por lo que sabía la relación entre los hermanos era muy mala, el ridículo que hizo hoy con la ropa era obra de su hermano, parece que es más generoso de lo que pensé... o tal vez solo es realmente estúpido.

- Su majestad mostró interés en mi hermano durante la presentación – continuó Dante humildemente – Si hace feliz a su majestad... entonces... -

Esta oración, causó mejor impresión en Laisa, tal vez no era tan estúpido cómo creía – Lo pensare – dijo ella con una sonrisa más sincera – Puedes levantarte – Dante obedeció y esperó en silencio. – Tu habitación ya ha sido decidida y tus cosas fueron movidas, si necesitas algo debes decirlo a los sirvientes –

- Gracias su majestad – Dante se sentía incomodo, sentía que necesitaba decir algo más para causar una mejor y mas duradera impresión, pero se sentía en blanco.

- Un sirviente te explicara todo lo que debes saber – un sirviente apareció de la nada y le pidió a Dante que lo siguiera, este se mostraba reacio a avanzar, sentía que estaba perdiendo una oportunidad, pero no tenía idea de que decir.

Laisa bajó la cabeza al libro que sostenía en las manos y aparentemente no notó lo reacio que era Dante de salir. Cuando quedó sola en la habitación suspiró sonoramente - ¿Por qué lo despediste así? – Anna apareció de la nada.

- ¿A que te refieres? – Laisa no levantó la cabeza y continuó leyendo tranquilamente, sabía que sus guardias estaban todo el tiempo con ella aunque no las viera, era inevitable que notaran su actitud.

- Dante – respondió Anna sintiéndose desconcertada – Creí que podría gustarte... -

- Me gusta – suspiró Laisa bajando el libro y mirando en dirección a la puerta que acababa de cruzar Dante – Pero no creo que sea adecuado –

- ¿Por qué? – insistió Anna, era raro que Laisa conociera a alguien que en verdad le gustara y ahora que estaba al alcance no entendía cómo podía simplemente ignorarlo.

- La situación en el Reino Agua es caótica... y Dante... es demasiado blanco... si él estuviera a cargo de la comunicación entre el imperio y el Reino Agua... me temó que... - Laisa no terminó la oración y continuó mirando con lastima la puerta.

- Observe a Alan... su sirviente principal, creo que con la guía adecuada puede ser útil... su majestad... no lo descarte tan pronto –

Laisa pareció pensarlo en serio unos minutos antes de decir; - Llama a Nydia, debe continuar en la fiesta... -

- ¿Santino? – Anna se sorprendió unos segundos, aunque estaba abogando por Dante ya que a Laisa parecía gustarle, no pensó que llamaría directamente a Nydia; ella era la encargada de todo el intercambio entre el reino Agua y la ciudad imperial, pero al ser mujer era inconveniente que la usaran para ayudar a Dante, por lo tanto se dio cuenta que Laisa debería estar pensando en Santino; su esposo.

- Después de todo Dante es pariente de mi papá Liam... - sus palabras guardaban muchos significados, el Rey Liam era el representante del Reino Agua en el harem de la emperatriz Luz, este rey no tenía relaciones amistosas con nadie, solo con Luka, su único hijo, ahora que Luka estaba enojado con toda la familia y vagaba por el continente; Liam estaba prácticamente solo, si lograba que apreciara a Dante haría mas cómoda la vida de todos en la ciudad imperial.

Dante salió del estudio de la emperatriz sintiéndose incomodo, de alguna forma presentía que había perdido una oportunidad, caminaba sin saber que estuvo a punto de ser excluido por Laisa y mandado a su casa.

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⏰ Última actualización: Dec 19, 2022 ⏰

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