El Que Habita En La Oscuridad

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(Relato 4)


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La mujer se despertó agitada, su cuerpo completamente sudado, su mirada se posó a su lado, viendo cómo su esposo dormía serenamente ajeno a lo mal que sentía su joven esposa, ignoraba todo lo que venía sucediendo desde que habían decidido comprar aquella casa.

-- Que ha sido eso?--

Pensaba la joven y rápidamente se descubrió sus piernas apartando las sábanas de su cama y en sus muslos se vieron las claras y profundas marcas de las garras de aquel ser que la visitaba en sus sueños.

Kagome abrió los ojos enormemente y se llevó la mano hacia su boca tapandola para que su esposo Bankotsu, no despertara, palpó  cuidadosamente sus heridas que presentaban sus muslos y cerró los ojos con fuerza, al sentir el extremo dolor, necesitaba desinfectarse con urgencia. Definitivamente esto no era un sueño, era real, tan real como cada marca en su cuerpo.
Ya no podía seguir ocultando estás consecuentes pesadillas que la atormentaban pero eso no era lo peor.
Y la azabache lo sabía, había algo peor en todo esto y era que lo disfrutaba, solo ella sabía cuanto lo hacía y cada vez comenzaba a disfrutarlo más, sentía atracción por ese extraño ser que la invitaba a pecar en sus sueños.

Kagome volvió a girar su vista  hacia un lado dándole un último vistazo a su esposo percatandose que su adorado Bank estaba profundamente dormido con su ancha espalda al desnudo.
Y como si estuviera cometiendo algún tipo de crimen, metió su mano bajo su corto camisón y tocó la humedad sobre la tela de su braga, aquel ser humanoide con extrañas marcas en su rostro y un fascinante cuerpo la hacía tener orgasmos solamente susurrándole al oído cosas indecentes mientras la acariciaba con sus garras.
No aguantaba más le estaba siendo infiel a su esposo en sueños, cuando recién llevaban tres meses de casados, justo la misma cantidad de tiempo desde que estaban en la casa que habían comprado.

La azabache salió de la cama tratando de no hacer tanto ruido y fue hasta un dormitorio que no era utilizado por la pareja, abrió un pequeño armario de uno de los últimos cajones saco un pequeño dildo, cerró la puerta con una traba apago las luces y comenzó a explorar su cuerpo desprendiendo su bata quedando totalmente desnuda a merced de ese ser que solo la estimulaba en sueños, se recostó en su cama y abrió sus piernas llevando sus dedos primeramente hacía su intimidad.

__ No se que eres, aún así, te deseo __.

Susurraba la ojiazul en la oscuridad y una sonrisa macabra se formó en el rostro de un temido y legendario demonio, este sonrió lamiendo sus colmillos, preparado para tomar a su presa.

__ Quién eres? __ musitó, la azabache apoyando el dildo que tenía en sus manos, sobre su intimidad y masajeando su clítoris, sintiendo su intimidad mojar.

La Azabache trataba de llamar a ese ser desconocido, ella sabía que el la quería.
Ese mismo demonio que la atormentaba, que le dejaba como regalo múltiples mordidas, rasguños y unos exquisitos orgasmos, diciéndole que era suya solo suya.
Kagome ya estaba entregada le había sido infiel a su esposo un millón de veces con la enigmática criatura de ojos dorados .

Las vibraciones del aparato en su intimidad y sus ojos cerrados pensando en que era él, si el con con esos dedos con largas garras, estaba volviendose loca por alguien que no existía..

-- Llámame por mí nombre --

Kagome sonrió al sentír la escalofriante voz.

-- Sesshomaru --

- Linda-

Kagome saco el dildo y miró hacía todos lados y justo en la esquina en medio de la oscuridad unos dorados brillaban.
El estaba allí parado observandola.

Relatos de Terror ( Sesshome) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora