Capítulo 3

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Era martes por la mañana y Harry le había mandado un mensaje a Niall informando su renuncia, lamentando no poder trabajar más junto a él, aunque lo ayudaría algunos fines de semana, le había dicho que retomaría su trabajo como pintor y ciertamente su amigo irlandes estuvo muy feliz por aquella noticia con un alegre "ya era tiempo que ese talento tuyo vuelva a salir a la luz"

Ethan también había pedido permiso por un par de horas para ayudar a Harry a arreglar su estudio, el cual era una habitación lo suficientemente amplia para que Harry pueda pintar a gusto y sin molestias, aquella habitación que había sido olvidada por casi medio año ahora le daba la bienvenida a su dueño.

Harry fue el primero en abrir aquella puerta, con un delantal puesto para que no se manchara mientras limpiaba, estaba ansioso de ver sus pinceles y lienzos; las cortinas y los muebles.

Como era de esperar, al abrir la puerta lo primero que los recibió fue el polvo excesivo en todas las superficies.

—Manos a la obra —escuchó decir a su pareja tras él—. Ten —Ethan le ofreció una escoba mientras él alistaba una cubeta para limpiar—, comienza con el piso, yo comenzaré con las ventanas.

Entre limpieza y malos chistes ambos jóvenes amantes ordenaron todo lo que pudieron, desempolvaron las cortinas y le dieron paso a la claridad de la mañana gracias a lo amplias que eran las ventanas; barrieron y trapearon el piso hasta que su color mármol claro brillará con el reflejo de su entorno; ordenaron los lienzos blancos y otros cuadros terminados que no tuvieron la oportunidad de ser vendidos, aunque estos hayan sido tapados con plásticos antes de su eventual desuso, tenían que darles un mantenimiento adecuado; ordenaron sus pinceles y pinturas de oleo poniéndolas en sus estantes.

Quizás todo aquello hubiera sido doblemente agotador si no hubieran acompañado sus acciones con música y bailes espontáneos, eso bailes que surgían de repente, pero que en ellos se sentía la esencia del amor hacia el otro, la calidez de las miradas y las risas que sosegaba cualquier problema, todo el estrés producido se disipaba en aquel momento hasta que decidían que era suficiente y volvían a limpiar, despidiéndose momentáneamente del contacto del otro con unos besos efímeros finales.

Al terminar de limpiar pusieron algunos maceteros en las esquinas de la habitación y cambiaron las luces, mientras decoraban con algunos de los cuadros de Harry las paredes vacías.

—Ha quedado mejor de lo que esperaba —resaltó Harry sintiendo como su pareja lo abrazaba desde atrás— gracias por ayudarme amor.

—Es un placer —respondió entre un susurro y un beso en la mejilla—. Me alegra mucho verte feliz. —Harry giró la cabeza en busca de los labios de Ethan, al instante recibió el beso que ansiaba—. Pero es hora de irme.

Harry agachó la cabeza antes de asentir levemente.

—Nos veremos más tarde —agregó Ethan de manera gentil— quizás incluso tenga un regalo para ti esta noche —sonrió relajando visiblemente a su pareja—. Trataré de llegar temprano —dicho esto, se alejó de Harry, dejándolo nuevamente en el silencio de su taller.

Harry se dio el tiempo de mirar hacia sus antiguos trabajos, los cuadros mayormente representaban bosques frondosos, tan profundos y oscuros que impedían por completo el paso de luz en su interior, pero aun así había flores de vivos colores que reinaban en el centro, superando incluso la lucidez del sol, otros sin embargo eran todo lo contrario, en los que el bosque entero se regocijaba de vida y su interior parecía estar en alguna fosa profunda, agonizando con cada brisa imaginaria que recorría aquellos árboles bien dibujados.

Necesitaba nuevas cosas, aquella emoción interna que le producían sus cuadros pasados no parecía ser suficiente. Se sentó frente a uno de sus lienzos vacíos y tomó un pequeño lápiz muy fino para que no marcara demasiado el lienzo, empezó a hacer trazos largos e imperfectos, aun no sabía con exactitud que deseaba pintar, parecía que al igual que su taller, su imaginación y creatividad se habían limpiado de todo arte pasado y se dejará en blanco nuevamente.

COTIDIANO // LARRY STYLINSONDonde viven las historias. Descúbrelo ahora