Capítulo 7

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Besos que parecen saber a miel.

Mala compañía en un verano sofocante.

Arroyo muerto como la mirada de un ángel.

Nunca estar con tu pareja de años se había sentido tan ajeno e impropio.

Harry estaba sentado en la bañera, sintiendo sobre su cuerpo como la temperatura del agua bajaba poco a poco, era irónica la forma que evitaba estar con Ethan, demorando más de lo necesario ahí, secando sus manos de vez en cuando para tomar su celular y revisar si había algún mensaje de Daniel, quizás algún avance.

Un pequeño golpeteo en la puerta lo alertó, dejando nuevamente el móvil fuera del alcance del agua y tomando rápidamente el shampoo, esparciéndolo sobre su cabello.

—Pasa —avisó mientras fingía estar concentrado, evitando que la espuma cayera sobre sus ojos.

Ethan entró pulcramente vestido, de seguro su maletín de trabajo lo esperaba listo en la sala; lo observó acercarse y sentándose a su lado, en el filo de la bañera.

—¿Estás bien? —preguntó su pareja remangando su camisa.

—Lo estoy —sonrió Harry bajando sus manos de su cabeza— quiero relajarme un poco más, eso es todo.

—Sabes que te amo —dijo Ethan casi con urgencia, comenzando a hacer leves masajes sobre el cabello de Harry, quien cerró los ojos y se dejó llevar por los toques.

—Lo sé —se limitó a decir mientras levantaba la cabeza y encontraba la mirada café de su pareja, quien no dudó en juntar sus labios para un beso corto—. Suerte cariño —dijo con ironía.

—Gracias amor —respondió Ethan en despedida, antes de darle un último beso en la frente.

La ansiedad volvió a consumirlo cuando escuchó la puerta principal cerrarse, invadiendo a Harry en un inmenso silencio que lo paralizaba.

Cuando menos se dio cuenta, sus rodillas estaban rojas de tanto rascarse inconscientemente, con las manos temblando levemente tomó su celular, tratando de llamar a su mejor amigo, pero sus manos mojadas y resbaladizas no se lo permitieron, haciendo que se frustrara más.

Dejó el móvil a un lado hundiéndose en la bañera, no sabía lo que le ocurría, solo quería salir del agobio emocional en el que se enterró.

No supo cuántas veces trató de ahogarse con el agua, pero al salir de la bañera sus pulmones ardían, tomando el aire dolorosamente.

Entre sentirse culpable e insuficiente, se sumaba el sentirse inútil, la sensación irreal que rodeaba su realidad lo abrumaba; como pudo guió sus pasos a su habitación.

No desayuno ni almuerzo aquel día, solo espero que las horas pasaran hasta que decidió salir dirigiéndose a aquella parada y esperar que Ethan saliera nuevamente de esa casa.

El ambiente estaba más frío que antes mientras el viento barría las hojas secas sobre el suelo, tuvo paciencia viendo como su pareja se marchaba sin un rumbo fijo, mientras en él crecía la sensación de entrar nuevamente.

Se obligó a entrar de nuevo forzando la cerradura, todo parecía igual que la última vez, la única diferencia es que había un plato sucio en el fregadero y otro intacto de comida sobre la mesa.

No se detuvo a observar demasiado, sentándose en el pasillo, en esa pared donde había escuchado el golpeteo la última vez.

Se recargó sobre la pared evitando hacer algún ruido, su respiración era lenta aunque su corazón martillaba.

Con el pasar de los minutos sentía que se quedaba sin fuerzas. ¿Qué buscaba ahí? ¿Por qué siquiera estaba ahí cuando claramente no había nada?

Quería llorar, se sentía frustrado y perdido, hasta que escuchó un sollozo muy bajo que lo paralizó.

COTIDIANO // LARRY STYLINSONDonde viven las historias. Descúbrelo ahora