Capítulo 10

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—Prepararé algo de té para los dos —susurró Louis regalándole un beso a Harry antes de levantarse del sofá que compartían, se dirigió a la cocina soltando un gran suspiro, cuando llegaron, aún se podía sentir la tensión preocupante entre ambos y lo peor se dio cuando al abrir su habitación encontró su pulsera sobre su cama, la había retirado de inmediato evitando que el ojiverde pudiera verlo, no podía alterarlo más de lo que ya estaba; miró la ventana viendo una sombra pasar rápido, rehuyendo su mirada, cerró las persianas y sirvió rápido las tasas de té, llevándolas en una pequeña bandeja a la sala principal.

—Déjame ayudarte —se ofreció Harry esperando que Louis le pasara la bandeja, la acomodó en la mesa de centro, acomodándose nuevamente en el sofá, el ojiazul siguió sus movimientos sentándose a su lado— ¿Estás bien? —preguntó tomando las mejillas de Louis, se notaba alerta, mirando cada cierto tiempo las ventanas cerradas.

—Lo estoy —mintió regalándole una pequeña sonrisa.

—Lou —susurró bajando sus manos—, creo que conviví demasiado tiempo con un impostor como para no notar las mentiras —dijo con ironía tomando su taza y dándole un pequeño sorbo.

—Hay cosas que no hace falta decirlas cariño —respondió Louis buscando la manera de desviar el tema—. Necesitamos un respiro. ¿No lo crees?

—Un viaje sería estupendo —sonrió dejando su taza sobre la bandeja— ¿Dónde quisieras ir?

—Cuba —respondió con una sonrisa genuina en el rostro.

—¿Cuba? —preguntó acercándose más a Louis— ¿Por qué no Puerto Rico? —Harry sonrió al sentir los brazos del ojiazul atraparlo con cariño.

—Porque el tabaco cubano es uno de los mejores del mundo —respondió sencillo regalándole un suave beso.

Harry fue consciente de que el beso duró más de lo esperado, pero no resistió el apegarse más a Louis, buscando más de su húmeda boca, parecía que aquello era lo único que lo mantenía sin caer en la demencia, sin dejarlo consumir por el pánico.

—Louis... —susurró en un jadeo al separarse apenas unos centímetros.

Las mejillas de Louis estaban al rojo vivo, demasiado cálidas para su propio bien, pero necesitaba más que solo besos, deseaba más que solo caricias y quizás sus intenciones no fueron demasiado disimuladas por su cuerpo ya que bastaron segundos para que Harry estuviera sobre su regazo, pidiendo permiso en una caricia delicada sobre su mejilla.

—Te deseo —musitó Harry mirándolo a los ojos, bosque y océano colisionando sin piedad en una marea con la fuerza suficiente para arrasar con los árboles—, pero no continuaré si no quieres.

—Te deseé desde la primera vez que te vi —respondió Louis tomándolo de la cadera y acercándolo nuevamente.

El siguiente beso fue más carnal, buscando la tentación y el placer.

Los chasquidos que producían sus bocas llegaron hasta sus oídos, retumbando en su cuerpo como flores barridas por el viento.

—Cuarto —pidió Harry moviendo sus caderas sobre la entrepierna de Louis.

—Si sigues moviéndote de ese modo, te tomaré en este sofá —murmuró apretando su agarre sobre la cadera del ojiverde.

Harry sonrió mordiendo el labio inferior de Louis, antes de levantarse y entrelazar sus manos; los rápidos pasos dejaron notar la desesperación de ambos mientras chocaban entre ellos para llegar a la habitación.

Las manos tocaban con premura las prendas, tratando de arrebatarlas hasta sentir la piel del otro sobre su tacto, para cuando ambos cayeron sobre la cama, sus cuerpos se exploraban con desnudes completa, dejándose sentir de pies a cabeza todo lo que podían recorrer.

COTIDIANO // LARRY STYLINSONDonde viven las historias. Descúbrelo ahora