Capítulo 5

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Las salas de la morgue siempre estaban frías y solitarias, a menudo eran dos médicos los que se encontraban laborando en aquellas instalaciones, pero casi siempre Ethan era el único que realiza las autopsias correspondientes a los cuerpos que llegan por desafortunados incidentes.

Había algo curioso en el hecho de revisar cuerpos que ya conocía a la perfección, tantos años de estudio y observación constante siempre llegaban a hacerlo dudar de su veracidad, Ethan era el mejor en su cargo, sin embargo se sentía el más pésimo de todos, de alguna manera siempre estaba en la necesidad de aprender más y quizás ese era su problema.

Revisaba con paciencia el cuerpo del chico encontrado desmembrado hace unos días, la cabeza estaba entera, pero separada del cuerpo por debajo de la garganta, mostraba que el corte había sido limpio y preciso, no con cualquier cuchillo, hacha o machete, este parecía genuinamente hecho por un instrumento diseñado para aquella tarea.

Los cabellos del cadáver caían lisos sobre los ojos del chico; Ethan tomó una de las pinzas que reposaban sobre su bandeja de instrumentos y acomodó los cabellos de forma que quedaran como un flequillo de lado, sonrió al notar la similitud con el hombre que su ángel pintaba.

—En serio que estoy muy cansado el día de hoy. —La voz de su compañero de trabajo hizo que volviera a su labor, reservando en lo profundo de su mente lo que minutos antes imaginaba.

—¿Te toca guardia hoy? —preguntó Ethan alzando la vista unos segundos antes de regresar al cadáver.

—Lamentablemente... —respondió observando a su compañero trabajar, era preciso y exacto, como una máquina programada—. ¿Es el último?

—Sí —sonrió dejando sus instrumentos y quitándose los guantes quirúrgicos—, hoy no murieron muchas personas, al parecer el único recurrente que me trae cadáveres es el asesino serial, pero debo decirlo, es muy bueno en lo que hace.

—Y muy escalofriante incluso para mí —agregó su compañero, tomando el tablero de información de la reciente autopsia—, pero no lo entiendo, las víctimas son siempre gente sana, cualquiera pensaría en tráfico de órganos, pero siempre encontramos los cadáveres cercenados y completos.

—Dejemos el trabajo de investigación a la policía, yo me limito a realizar mis informes —aconsejó terminando de registrar sus nuevos hallazgos en un expediente—. Por ahora te dejaré Matt, necesito volver temprano a casa —terminó despidiéndose y tomando su maletín personal.

—De acuerdo —Matt despegó la vista del tablero para mirar a su colega—, ten cuidado, lo que puede pasar ahí afuera es impredecible.

—Por supuesto —asintió con la cabeza a modo de despedida, acompañando el gesto con el ceño ligeramente fruncido.

Ethan camino por los pasillos de aquel hospital, tan familiar por la frialdad que años enteros calaron sus huesos hasta el punto de convertirse en cotidiano, pero muy al contrario no salió de sus instalaciones, aunque diera la impresión de ser así.

Se dirigió con calma a los almacenes del hospital, hacia aquellas habitaciones que guardaban los registros de cada paciente, gran ventaja tenía el trabajar en el nosocomio principal de la ciudad.

Dejó con suavidad su maletín en la puerta y caminó fascinado por cada pabellón, como si se tratase de la más exquisita biblioteca, hasta detenerse en los registros universitarios, no era difícil encontrarlos, mucho menos encontrar a aquel hombre que tanto buscaba: Louis William Tomlinson.

Todos los datos sobre aquel ojiazul eran fácilmente expuestos por aquel pedazo de papel, todos eran tan vulnerables, ninguno parecía ser consciente o quizás no querían aceptarlo.

COTIDIANO // LARRY STYLINSONDonde viven las historias. Descúbrelo ahora